6. Croquetas de muerte

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Cuando Seven se fue quise continuar lo que había empezado. Deshacerme de mi amiga, la puta.

Me dirigí hacia el sótano y allí estaba, aterrorizada, mirándome como una maldita mosquita muerta. De eso no tenía nada, aunque me encargaría de que se convirtiese en lo último.

Lo primero era preparar el ambiente. Envolví toda la habitación con plástico transparente de invernadero, ya que quería mantener la casa limpia, no soportaba la suciedad.

Volví a ponerme mi chubasquero de unicornios rosa y cogí mi afilado cuchillo, acercándome poco a poco.

Pese a que tenía la boca sellada por la cinta me pareció entender un 'por favor no me mates'. Me reí, tan ingenua.

Cuando me quedé a centímetros de distancia y el filo rozaba su garganta las lágrimas invadieron sus ojos y me rogó por su vida con la voz entrecortada tratando de darme pena, como si aquello fuera a funcionar.

Escuché un '¡¿por qué?!' '¡¿por qué lo haces?!' y le respondí: porque quiero y puedo, puta estúpida.

A Saeyoung nadie lo toca.

Empecé a rajarla de forma superficial, bajando poco a poco por la clavícula hasta la zona del pecho, provocando gritos ahogados de su garganta que no terminaban de salir al exterior. Adoraba ver la sangre recorriendo su cuerpo. Era el espectáculo más bello que había visto jamás.

Sin embargo no soportaba su maldita cara de pena mientras estaba pintando semejante obra maestra sobre su piel, por lo que no pude resistirme a darle un puñetazo, ¡dos, tres! ¡se sentía tan jodidamente bien!

Sus mejillas amoratadas hacían juego con la sangre, ¡era toda una artista! Y pensé, ¿por qué no? Agarré un martillo y comencé a golpearle las piernas y el estómago para lograr un equilibrio en los distintos tonos piel.

Su rostro tampoco se quedó impune de mi cuchillo. Dibujé una bonita sonrisa de Joker sobre sus labios.

¡Verla llorar y quejarse era tan divertido! Sin embargo tras un rato de largas torturas la víctima dejó de hablar, se rindió y aquello me aburría sobremanera, ¡quería que se quejara de dolor! ¡¿por qué no lo hacía?! ¡ni siquiera valía para eso!

En un arrebato hundí la hoja del cuchillo en su garganta, rasgándola de parte a parte. La sangre manaba de la herida a borbotones. ¡Más sangre! ¡genial! 

Observé su cuerpo sin vida, ¡era tan patética!

—Ya no serás un obstáculo nunca más, querida Duri —expresé. Saeyoung era mío.

Después hice lo que había planeado, rodear el baño de plásticos y meterla en la bañera. Una buena combinación de ácidos, tal y como me había informado, se encargaría de disolver todo.

Otra de las opciones era descuartizarla, y hacer croquetas con ella. Tampoco lo descartaba, quizás podría cortar un poco de carne, antes de disolverla, y poner a prueba mis habilidades culinarias.

Cuando acabé, limpié todo y me fui a la cama. Al día siguiente estuve esperando a Seven, tal y como habíamos quedado, pero no vino, ¿estaba evitándome?

Aquello me cabreaba, por lo que fui hacia su piso y toqué la puerta.

—Hana, ¿qué haces aquí?

—Eso debería preguntarte yo —recriminé.

—Estaba... ocupado.

—¿Haciendo qué? —indagué.

—Trabajo. —Fue rápido en contestar.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now