Ódiame. 3: Recordando viejos tiempos

489 51 319
                                    

El solo hecho de tener tan cerca a Saeyoung me hacía feliz, aunque en el fondo deseaba que no hubiese venido. Mi corazón latía alterado, sin control. Eso no era bueno. Me acostumbré a lo fácil, a estar con alguien a quién no amaba. De esa manera, nunca podría molestarme si se follara a cualquier otra. No me entraría un arrebato de celos o de locura desmedida. No obstante, con el pelirrojo todo era muy distinto. Siempre lo fue.

No pude evitar perderme en sus resplandecientes ojos dorados al tiempo que esperaba una respuesta por su parte. ¿Por qué vino? ¿qué hacía allí?

—Pf, ¿piensas que fue por ti? —respondió de forma burlona después de un rato—. Te he superado por completo, no me importas en absoluto.

Su mirada se tornó más fría. Un intenso dolor se formó en mi pecho al escuchar sus palabras, me negaba a aceptar aquello, no podía ser verdad.

—No te creo —contesté de forma calmada, acercándome cada vez más a sus labios.

—Es... ¡es cierto! —tartamudeó—, tú me destrozaste y...

—Siento mucho haberte hecho sufrir —acaricié su mejilla notando el calor que emanaba, estaba ardiendo—, pero no eres el único que lo pasó mal, ¿sabes?

—Ya, claro, ¿entonces por qué ni te dignaste a hablar conmigo? ¡fui a verte varias veces! —explotó, parecía estar enfurecido y en parte lo entendía.

—Lo hice por ti, me alejé para que pudieras ser feliz —me sinceré—, porque pensaba que nunca sería buena para estar contigo, ¿comprendes?

—¡Eso no es cierto! —me sacudió los hombros, tenía lágrimas en los ojos—, ¡te lo dije una y mil veces, pero no quisiste escucharme! ¡te dije que sería el hombre más feliz contigo! Y tú... te fuiste sin más, sin siquiera decirme adiós, ¿crees que eso estuvo bien?

—Saeyoung, quería que siguieras adelante con tu vida, te estaba destrozando, ¿aún no puedes verlo?

—¡No es verdad! ¡Me destrozaste en el momento en el que te fuiste! Ahora ya no soy el mismo de antes, he cambiado, no podrás manipularme.

—Sé que estás dolido, pero no deberías ponerte tan a la defensiva —intenté rebajar su enfado y bajé las manos hasta apoyarlas en su pecho, latía acelerado—, podemos charlar de forma tranquila.

—¡No! ¡sé lo que intentas! —me agarró de las muñecas con fuerza—, no caeré de nuevo a tus pies.

—No quiero que caigas a mis pies, eso no sería bueno —suspiré—, no debiste venir, es mejor que renuncies al puesto y...

—¿Qué? ¡ni hablar! ¡que tú y yo tuviésemos algo en el pasado no tiene porque ser un obstáculo con mi trabajo! Ya no somos nada, Hana.

Sus palabras se me clavaron como espadas.

—¿De verdad? —sostuve su rostro entre mis manos, buscando aunque fuera una pizca de complicidad en su mirada.

Tomó aire y por un momento me pareció verlo dudar. Nos perdimos unos segundos en los ojos del otro y vi como se mordía el labio.

—Bueno, yo... —comenzó.

—¿Me echaste de menos? —fui directa.

—Te extrañé con locura cada día que pasaba —soltó al fin, con mucho esfuerzo—, no sabes cuánto, es por eso por lo que... te odio —lo que decía no concordaba con cómo me miraba, seguía sintiendo esa chispa entre ambos, esa pasión... quedaba esa llama que aún no se había extinguido, así que no me dolió aquello, sufría más pensando en lo que tuvo que pasar durante los últimos años.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now