42. Algo en común

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Sus miradas, ardientes de deseo, se posaban sobre mi cuerpo. El vestido me caía por los hombros, dejando mi pecho al descubierto, y Saeran se había encargado de bajarme las bragas. Saeyoung me estaba tocando con sus fogosas manos, haciéndome suspirar de placer, y notaba su dura erección rozando mi vientre.

Saeran me agarró de pronto por la cintura desde atrás, haciendo que me levantase para enfrentarlo. Estaba desnudo, su cuerpo era muy vigoroso y fuerte, al igual que el de su gemelo. Estampó sus labios sobre los míos, nublando mi mente.

—Te dije que era mía. —Escuché la voz del pelirrojo desde atrás. Me tomó de la cintura, estrechándome contra su cuerpo al tiempo que besaba mi oreja—. Eres mía —repitió. Acto seguido escuché otra cremallera bajando y Saeyoung me hizo notar su erecto miembro, frotándolo contra mi trasero.

El de ojos verdes enredó mis piernas en su cintura, elevándome en el aire. Me condujo hacia la cama, haciéndome caer sobre ella.

Los observé desde allí. Ya estaban desnudos por completo y sus cuerpos, tan sensuales, desataban un torbellino entre mis piernas.

Tenía los pezones endurecidos y estaba deseando que me tocasen. Se colocaron uno a cada lado. El peliblanco acarició mis pechos, besándolos y dejando suaves marcas de posesión. Decidí estimular sus rígidos sexos con la mano y comenzaron a gemir.

Saeyoung no dudó en abalanzarse sobre mis labios. Al hacerlo pudo sentir todo ese torbellino que me recorría, contagiándose de él. Bajó la mano a mi sexo, colándose debajo el vestido, y la sensación fue tan aguda que pensé que me correría en ese instante. Todo mi cuerpo palpitaba. Acarició mi piel en cierto sitio, en el centro, dónde el placer aumentaba. Parecía endurecerse con su tacto y eché la cabeza hacia atrás, presa de un deseo abrasador.

El de ojos dorados me separó las piernas como si quisiera romperlas. Su lengua recorrió mi feminidad y sus dedos se demostraban cálidos y expertos.

Mientras que uno se dedicaba a mis pechos, el otro cumplía su función entre mis piernas.

Saeran me tomó de la cintura, haciendo que me quedase de lado mirándolo. Su masculinidad rozaba mi vientre. Mantuvo mi cintura desnuda entre sus manos, apresurándose a explorar mi cuerpo con ellas, notando la firmeza de mis caderas.

El pelirrojo se quedó detrás, todavía masturbándome a la vez que notaba su erección en mis nalgas. Una de sus manos estrujó mi pecho. El suave tacto de sus pieles y la bestialidad de sus movimientos se combinaban.

Eran como animales ansiosos de sensaciones, recorriendo mi cuerpo con fiereza. El de cabellos blancos me besó con vehemencia, mordiéndome los labios. Posó su boca sobre mis pechos, saboreándolos. Sentía sus caricias sobre las piernas, el sexo y las nalgas.

—¿Alguna vez has fantaseado con esto, mi chica pervertida? Seguro que sí —se burló. Amaba escuchar la voz de Saeran, tan cálida y sugestiva. Cada palabra que pronunciaba, hacía que se acentuase mi excitación.

—Por supuesto. —Efectué un movimiento de fricción, rozando su masculinidad contra mi sexo. Produjo un gemido ronco sobre mi oído. Experimenté un efecto de calor por todo el cuerpo.

—¿Fuiste una chica mala, y te tocaste pensando en nosotros? —susurró Saeyoung, mordiéndome el lóbulo. Aprovechó para restregarse contra mí, estrujándome un pecho.

—¡Um! sí, era una de mis fantasías —murmuré, dejándome llevar por las caricias de ambos.

Saeran se inclinó, besándome de forma apasionada con furia. Su boca grande y plena se bebía la mía y se la ofrecí, una y otra vez.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora