Ódiame. 1: En brazos de Jumin

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Saeran

Recordaba bien el día en el que Hana se fue. Meg apareció en el hospital, preguntando por ella, y los médicos nos informaron de que su padre se la había llevado, pero ni siquiera sabíamos dónde. Entramos en pánico, sobretodo Saeyoung, que se llevó las manos a la cabeza y sacó su móvil, tratando de localizarla. Yo lo intenté con el mío, pero no respondía.

—Puedo intentarlo con mi teléfono —sugirió Meg, señalándolo—, no creo que la guapita pueda resistirse a mí —me guiñó el ojo.

—¿Tú qué diablos haces aquí? —fui directo.

—Ella me pidió que nos reuniéramos hoy, iba a declarar de nuevo, ¿no te lo contó?

Me quedé estupefacto ante sus palabras. ¿Y si sus intenciones eran... entregarse a las autoridades? Dios, esa chica tomaba todas las decisiones por su cuenta, ¡era una imprudente!

—¿Iba a... declarar? —preguntó mi hermano, que parecía casi en un estado de shock.

—¿Por qué? ¿sabes qué es lo que quería decirme?

—No —negó de inmediato y clavó su mirada en mí. Supe que ambos estábamos pensando en lo mismo—, llámala tú, ¡por favor! —rogó a la rubia, estaba desesperado y comenzó a dar vueltas en círculos.

—Está bien, guapo, cálmate un pelín —echó una última calada a su cigarrillo y lo tiró a la papelera.

—Aquí no se puede fumar, estás en un hospital, ¿recuerdas? —remarqué.

—Tranquilito tú también, te veo algo alterado, ¿por qué no te fumas uno conmigo, como en los viejos tiempos?

—Ya no fumo, lo dejé. Ahora llama —sonó como una orden, no pude evitarlo al estar muy nervioso.

—Está bien, está bien, tranquilidad, no es como si fuese a huir de vosotros —marcó el número, esperando la llamada, pero no lo cogió—, o tal vez sí.

—¡Mierda! ¿y si...? —mi hermano se calló, parecía estar pensando en algo—, ¿y si su padre planea llevársela de vuelta a Inchon?

—Pero aún no sabemos si está en casa, deberíamos ir antes ahí —opiné.

—¡Sí! ¡debemos darnos prisa!

—Yo puedo llevaros —se ofreció Meg—, y si no está, podremos entrar en la zona de pasajeros del aeropuerto gracias a mi querida placa —alzó las cejas, mostrándola.

—Gracias... no sé porque haces esto por nosotros, pero no sabes cuánto significa —la agarré del brazo y nos quedamos viendo hasta que esbozó una sonrisa.

—Todo por mi mentita —hacía años que no me llamaba así. Ese era el apodo que me puso cuando estábamos en una relación abierta con Yang Mi.

—Lo que sea, ¡vámonos ya! —Saeyoung corrió hacia la salida, impaciente y nos metimos en el vehículo de Meg.

El pelirrojo le pedía que acelerase, inquieto, pero de nada sirvió. Descubrimos que no estaba en casa y cuando llegamos al aeropuerto, nos dijeron, gracias al cargo policial de la rubia, que Hana había salido en un avión privado con su padre.

Saeyoung se pasó todo el camino de vuelta sin hablar y decidió entrar una vez más al piso de la pelirosa. Se sentó en el suelo y al ver el piso vacío, sus lágrimas fluyeron sin cesar, como un río.

Yo estaba aguantándome a causa de que Meg todavía estaba allí.Pasó una mano por mi hombro, observándome con preocupación.

—Hana os quiere —comenzó—, cuando ayer hablé con ella...

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora