Ódiame. 15: Siempre fuimos tú y yo

427 40 221
                                    

El avión privado constaba de seis asientos, dos en cada lado, con mesas amplias para comer, y un sofá cama en el que se podía ver la televisión.

Me puse en el primero y Saeyoung se colocó a mi lado.

—Hay más sitios, ¿sabes? Tienes todo el avión —remarqué, señalando con la mano.

—Pero mi preferido es en el que estás tú —sonrió, encogiéndose de hombros.

—¡Joder! ¡esto es una pasada! —escuché a Meg, emocionada. Se puso a hacer fotos con el móvil—, ¡cuando mi novia lo vea, va a flipar!

Fruncí el ceño al escuchar eso último y Saeyoung y yo nos miramos con extrañeza. Al parecer, tampoco se esperaba aquello después de asumir que pasó la noche con Saeran.

—Ya basta, Meg, siéntate —ordenó el de ojos verdes, agarrándola de la muñeca. El joven se había colocado en el último asiento.

—¡Pero tengo que ir al baño! —vi como se escabulló de su agarre para meterse en el aseo, que estaba al lado, y decidí seguirla.

—Ahora vengo —informé, levantándome de golpe.

Fui hacia allá y le agarré del brazo. Me miró, sonriendo.

—¿Querías algo, guapita?

—Sí, de hecho —tiré de su brazo, encerrándonos en el lavabo.

—Vaya, vaya, qué atrevida —se rió, acercándose más—, si querías besarme, solo tenías que decírmelo —añadió, jugando con un mechón de mi pelo.

Le agarré con fuerza de la muñeca, parándola.

—Ten cuidado con Saeran —advertí, yendo al grano.

—¿En serio me dices eso? ¿tú? —se rió, señalándome—, ¿la chica que le rompió el corazón? mejor déjamelo a mí. Yo me encargo, guapita.

—Precisamente por eso, no quiero que le hagan daño de nuevo. Ya sufrió demasiado. ¿Tienes novia, no? Vete con ella.

—Lo que tenga con mi novia no es asunto tuyo, pero ya que te interesas, estamos una relación abierta y soy libre de irme con quién quiera, ¿comprendes, guapita? —se acercó más, echándome una mirada amenazante.

—¿Qué pretendes? ¿que se involucre en otra relación de tres dónde salga perdiendo? No es justo, no quiero que sufra más. Deberías alejarte.

—Eres tú la que debes alejarte, no haces más que destrozarlo. ¿Y por qué asumes que saldría perdiendo? Que tu relación poliamorosa fallara, no quiere decir que nos vaya a suceder lo mismo.

—¿Por qué no bajas un poco esa cabeza de las nubes y vuelves a la vida real, Meg? Las cosas no funcionan de forma tan idílica como desearías. La gente sufre y muchos aspiran a estar con alguien que les entienda, un compañero de vida. No veinte.

—Ya tuvimos esta charla antes, ¿no? ¿no crees que es muy egoísta querer atar a alguien que, tal vez, tenga deseos de estar con más personas, aunque te ame?

—No creo que sea egoísta, creo que es algo que la persona acepta porque quiere, porque está enamorado. ¿Qué hay de malo en desear esa exclusividad?

—Oh, claro, estoy segura de que buscas esa exclusividad con tu actual prometido, el empresario, ¿no? —se rió.

—Eso no es asunto tuyo.

—¿No le amas, verdad? Si no, no mirarías al pelirrojo como lo estabas mirando.

—Esta charla no va de mí —repliqué, alzando la voz. Tomé aire, intentando serenarme—, va de Saeran. Si no vas a poder amarlo como se merece, aléjate.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now