Ódiame. 20: Concierto a tres voces

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Saeran

La cabeza me daba vueltas. Aún no tenía claro como terminé dejándome llevar por esas dos rubias despampanantes, que en ese momento parecían más bien animales hambrientos.

Estaba sentado, ellas arrodilladas ante mí. El pantalón me llegaba a las rodillas. Sus manos corrían por mi cuerpo, tocando todo lo que deseaban y haciéndome estremecer. Con la respiración agitada aguanté sus bocas y sus lenguas enredándose entre sí al tiempo que recorrían mi hinchada verga.

Meg me observó con lujuria mientras lamía y succionaba, sujetando el miembro en la mano. Llevaba la voz cantante. Amy lamía con más suavidad y de vez en cuando, de abajo hacia arriba. También se ocupaba de los testículos, succionándolos con delicadeza.

A la vez sus lenguas se encontraban, jugando, era jodidamente excitante. No podía evitar soltar gemidos roncos ante tal espectáculo.

Eran bellísimas y estaban semidesnudas. Meg llevaba la blusa medio desabrochada, dejando entrever el sostén de encaje, y Amy lucía una bata muy fina, que le caía por el hombro como una cascada. No llevaba nada más bajo aquella prenda. Meg se había encargado de quitarle las bragas segundos antes, mientras la besaba con pasión.

Deseaba besar sus bocas, sus senos... acariciar las largas piernas bajo sus vestidos y hacerles de todo. Sí, hacía tanto que no me acostaba con alguien que iba a explotar. Y deseaba hacerlo dentro de ellas.

No quería pensar en lo que estaba sintiendo por Meg últimamente, aquello solo me daría problemas. No iba a pedirle que se quedase conmigo, porque sabía muy bien que no buscaba un príncipe azul, ni tan siquiera una princesa, solo alguien con quién pasar el rato y divertirse.

Tal vez debiera superar aquel encaprichamiento, en realidad estaba bastante seguro de ello. No quería volver a sufrir por amor. Sabía que Meg y yo éramos muy distintos y que no buscábamos lo mismo. La chica se conformaría con sexo de vez en cuando y eso no estaba mal. De hecho estaba de puta madre. Joder, qué bien lo hacían.

Gemí mientras tiraba de sus cabellos, haciéndoselo tomar más profundo. Estaba divirtiéndome, no tenía nada de malo, ¿cierto? Era lo mismo que estas hacían. No necesitaba nada más... al menos por el momento.

Meg se levantó de golpe y tomó mi mano, haciendo que me pusiera de pie. Amy terminó de quitarme los pantalones y me guiaron hacia la cama de matrimonio que había en su habitación.

Me tiraron sobre esta con impaciencia y comenzaron a besarse entre sí y a acariciarse bajo la ropa, acabando de quitársela.

Se dejaron caer sobre el mullido colchón, a mi lado, y la de ojos grises besó el curvilíneo cuerpo de Amy, descendiendo hasta colarse entre sus piernas. Esta pegó un respingo, gimiendo.

Me puse detrás de Meg, hincando las rodillas sobre la sábana, y comencé a satisfacerla con la boca, probando su centro. Estaba muy mojada y apretada. Acaricié los pechos desde atrás, apretándolos, al tiempo que escuchaba a ambas jadeando, muy excitadas.

Después de un rato recorrí su espalda, repartiendo dulces besos hasta llegar a su cuello. La chica se incorporó, poniendo una mano sobre mi cabeza y volteando un poco la suya para besarme.

—¿Quieres follarnos? —preguntó girándose hacia mí, levantándome la camiseta.

—Sí quiero —estrujé su trasero y lamí sus pechos, repasando sus pezones.

—Espera, ¿qué tienes aquí? —se apartó un poco al ver el golpe que había recibido en el estómago la noche anterior.

Amy también se incorporó, observando el moratón.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin