33. Picadillo de carne

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Saeyoung me miraba buscando una respuesta sobre lo que acababa de suceder. Hice lo peor que podía hacer y era consciente de ello. No era propio de mí matar sin premeditación. Tuve un maldito arrebato, todo por el chico al que consideraba mi debilidad. ¿Por qué dolía tanto esa situación y no podía controlarlo? Nunca me había sentido así.

Algo dolía en lo más profundo de mi ser, algo más allá de las palabras y del entendimiento lógico. Me costaba respirar, por lo que lo intenté con todas mis fuerzas, tratando de resistirme al sufrimiento. Odiaba estar así.

¿Tuvo sexo con otra chica, o iba a hacerlo? Tal vez... no me quería como pensaba. Por primera vez tuve dudas con respecto a lo que sentía por mí. Y eso desequilibró todo mi mundo. No concebía una realidad en la que no estuviera con él. El resto me daba igual. Solo eran objetos que utilizar para conseguir mi objetivo.

Sin embargo era posible que en esos días mis sentimientos estuviesen confusos, quizás debido al rechazo del pelirrojo o quizás... porque se parecía demasiado a su hermano. Pero no sentía amor por este último si no más bien una pequeña obsesión debido a mi afán de control sobre las personas. Quería controlarlo. Sí, eso era.

No obstante, ahora que había pasado todo eso lo veía muy claro. Mis sentimientos por Saeyoung eran más fuertes que nunca. Pegué un grito ahogado al reparar en lo que había hecho. Me sequé las jodidas y estúpidas lágrimas que no servían para nada y continué mirándolo.

Me sacudió los hombros, tratando de calmarme. En ese momento lo decidí. Nada iba a poder hundirme, ni siquiera él. Iba a resistir y saldría airosa de todo. Porque siempre había sido así.

Mi mente comenzó a funcionar de nuevo y tracé un plan en mi cabeza, para deshacerme del cadáver y las pruebas. Por lo menos estábamos en medio de la nada y me sería más fácil salirme con la mía. Al tiempo que pensaba, Saeyoung volvió a hablarme.

—¿Me estás escuchando, Hana? —Lo cierto era que hasta ese momento solo lo veía moviendo los labios. Su voz se anuló por completo mientras pensaba.

—No. —Fui sincera—. No te estaba escuchando. Y ahora suéltame. —Me deshice de su agarre y miré a la muerta, que estaba en el suelo.

—Hana, te juro que yo no...

—¡Cállate! —grité—. ¡Nada de esto hubiera pasado si no te hubiese pillado con esa chica!

—¡No es lo que piensas! —se defendió—. ¡Se ofreció a ayudarme! ¡eso es todo!

—Ah, a ayudarte, ¿con una mamada, y un polvo? ¡dime! —respondí furiosa, clavando un dedo sobre su pecho—. ¿Te sentiste mejor después de eso?

—¡No pasó nada! ¡a diferencia de ti, con mi hermano! ¿sabes lo que me tortura eso? —recriminó. Todavía no estaba segura de que me estuviese diciendo la verdad.

—¡No me acosté con él hoy, porque me sentí mal por tu jodida culpa! —vociferé, desgarrándome la voz.

—¿Qué? ¿no... no lo hiciste? —Parecía sorprendido ante mis palabras.

—No, no lo hice. —solté un suspiro, agobiada—. ¡Qué más da eso ahora! Debo encargarme de esa puta —señalé al fiambre.

—Dios... no puedo creer que esto esté pasando —Saeyoung estaba desconcertado por mis acciones—. Esa chica... tú la has...

—Sí, la maté, supéralo. —Me miraba con los ojos bien abiertos—. Voy a meterla en el coche, ¿tienes bolsas de basura dentro? —continué hablando.

—¿Q-qué? —tartamudeó—. ¿Trajiste mi coche?

—Claro, ¡vine a buscarte, Saeyoung! Estaba preocupada por ti, ya te lo dije.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now