1. Solo mío

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Me estaba besando, su lengua se adentró en mi boca sin permiso, y sentía sus dedos recorriendo mi columna hasta llegar adonde la espalda pierde su nombre.

Nos encontrábamos completamente desnudos, él jadeaba, me mordía dejando su huella por todo mi cuerpo y me embestía una y otra vez. Estábamos a punto de llegar cuando de repente sonó la alarma.

Me desperté. Había tenido otro sueño de esos con mi querido senpai.

Saeyoung... o como se hacía llamar él, Seven, el chico más guapo y encantador que había conocido. Tenía un cabello rojo fuego y unos ojos ámbar increíbles. Nunca había sentido nada parecido por nadie, de hecho nunca había sentido nada por ningún ser humano. Me hacía sentir viva.

Éramos vecinos y lo sabía todo sobre él, sus gustos, su trabajo, su marca de desodorante... todo. Aunque no se lo imaginaba.

La primera vez que lo vi fue en el camión de mudanzas. Me acababa de independizar. Mi familia tenía mucho dinero y decidieron enviarme a Seúl a estudiar. Mientras trasladaba mis cosas al piso Saeyoung salió por la puerta y me miró, regalándome una de sus más bonitas sonrisas. Después se ofreció a ayudarme con el traslado. Desde ese momento mi corazón empezó a latir enloquecido y lo supe. Era la persona que siempre había necesitado y nadie me lo arrebataría.

Para él solo era una amiga, alguien a quien prestarle la sal y los huevos. Sabía que trataba de mantener su distancia conmigo debido a su doble vida como agente secreto, pero eso se iba a acabar. Iba a ir a por todas.

Haré que me quieras, Saeyoung Choi. Nada ni nadie me lo impedirá.

Estaba dispuesta a hacer lo que fuera. Mataría a cualquiera que se interpusiese en mi camino por nuestro propio bien.

Preparé la mochila para ir a la Universidad y salí por la puerta. Me lo encontré en el pasillo como cada mañana, a las 8h para ser exactos.

—¡Buenos días, peque! —Me llamaba así de forma cariñosa, ya que era una chica menuda—. ¿Lista para un viaje espacial con el Dios Seven?

—Sí, vamos, pelirrojo. —Siempre me llevaba en coche a la universidad y siempre me despedía con un beso en la mejilla. Ese día algo cambió. Una interrupción, ¿quién osaba interrumpirnos?

—Hola, guapo. —Una chica morena de cabellos largos se acercó a nosotros, adoptando cierto tono de coqueteo. ¿Le había dicho guapo? ja, conque esas teníamos...  Era algo que no podía permitir.

—Hola, Duri —respondió Seven.

—¿Quién es la chica que te acompaña? —preguntó la morena mirándome a mí.

—Me llamo Hana. —Me presenté sin esperar la respuesta de Seven—. ¿Qué haces aquí?

—Oh, me preguntaba si el Dios Seven me podría acompañar a clases. —Lo miró—. Es que tengo varias dudas sobre la tarea de inglés que quiero preguntarte. —Se tocó el pelo de manera seductora, enredando un mechón entre sus dedos.

—Claro —el pelirrojó rió—, luego nos vemos, Hana. —Vi como se alejaba ante mis ojos, sin siquiera darme un beso de despedida, eso era imperdonable. Grité el nombre de la chica antes de que se fuera.

—¿Qué ocurre? —cuestionó la chica.

—¿Sabías que tengo una media de sobresaliente en inglés? Podría ayudarte a repasar.

—Wow, ¿en serio? Qué amiga tan genial tienes, Seven —se dirigió a él.

—Sí... ella es genial —se ruborizó mirándome.

—Podemos quedar esta tarde en mi casa —sugerí.

—¡Claro! ¿vivías dónde Seven, verdad? —¿Ella sabía dónde vivía Seven? Debía eliminarla lo antes posible.

—Así es —le dediqué mi mejor sonrisa impostada.

—¡Genial! ¡luego nos vemos!

—A las 5h, no llegues tarde —presioné.

—Claro, ¡ahí estaré! —Se giró de nuevo para seguir hablando con él y vi cómo caminaban hacia clase.

Apreté los puños y me clavé las uñas de la rabia. Los celos me carcomían por dentro. Esa Duri tendría su merecido y yo me encargaría de ello.


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Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora