Ódiame. 16: Advertencias

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Saeyoung se acercó cada vez más y no hice nada por impedirlo. ¿En qué estaba pensando? No pensaba, no podía pensar.

Sentí su respiración muy cerca de la mía y escuché mi corazón latiendo con fuerza, retumbándome en los oídos. Tiró de mi trasero, deslizándome sobre la encimera para acercarme más. Sus manos envolvieron mi culo, cual garfios, y la punta de su nariz rozó la mía. Todo mi cuerpo se calentó y justo cuando pensé que iba a besarme, mi móvil comenzó a sonar. Aparté la vista del chico para echar un vistazo a la pantalla. El nombre de Jumin estaba reflejado en ella.

Volví a mirar a Saeyoung y me observó con preocupación. Moví el brazo para alcanzar el teléfono, pero antes de que pudiese hacerlo el chico le dio la vuelta y colocó la mano encima para impedir que descolgase.

—Saeyoung...

—No lo cojas.

—Estará preocupado.

—¿Y? Es tu presunto prometido, o mejor dicho... no es nada para ti, ¿no? —el aparato dejó de sonar.

—Nunca dije eso.

—Pero lo piensas —murmuró, enterrando la cabeza en mi cuello. Se restregó y comencé a sentir sus labios por ahí, trazando un suave sendero de besos.

Cerré los ojos y tomé aire. Sentí un escalofrío de arriba a abajo y comencé a sentirme mal, pero no por la situación. Me dolía todo el cuerpo y la garganta. Estaba ardiendo.

Siguió repartiendo besos, llegando hasta la mandíbula, y se detuvo para mirarme a los ojos.

—¿Estás bien, pequeña? Te noto más... caliente que nunca. Y eso es mucho decir, yegua copuladora —esbozó una sonrisa pícara.

No me vi con fuerzas para sonreír, me encontraba fatal. El pelirrojo bajó las comisuras y comenzó a quitarse la sudadera, dejando al aire su espectacular torso desnudo.

Se quedó solo con un pantalón fino de algodón y sentí como me calentaba aún más, mis mejillas estaban ardiendo al observarlo.

—Joder, ¿ibais a follar en la encimera? —Saeran había salido del baño y observó aquel escenario con la ceja levantada.

—No se trata de eso —respondió el de lentes, haciendo un esfuerzo para colocarme su sudadera—, aunque no sería la primera vez —se burló.

En otra ocasión le habría empujado y me hubiese apartado, pero me encontraba débil físicamente. No me apetecía discutir. Miré hacia abajo, sin poder evitar oler la prenda. Olía a él. Era agradable y suave. Se sentía bien, demasiado bien.

—En eso tiene razón —concordó el peliblanco—, pero lo peor es que aún se está haciendo la comida, —echó un vistazo a la olla, revolviendo los ingredientes.

—¿Estás bien? —Saeyoung me agarró de la cara—, normalmente me habrías respondido.

Aquello también captó la curiosidad del de ojos verdes, que me observó con preocupación.

Negué con la cabeza, sin fuerzas para contestar, y me puso la mano en la frente, tomándome temperatura.

—Estás muy caliente y no para bien, vamos, pequeña —me tomó en brazos y me agarré a su cuello, dejándome llevar.

Me puso sobre su cama, tapándome con las mantas. Los dos gemelos se sentaron a ambos lados, examinándome.

—Tengo frío —añadí, temblando.

—Puedo poner la calefacción —sugirió el pelirrojo, pulsando el mando.

—Debería ir a buscarle algún medicamento a la farmacia —contestó el otro a su hermano.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora