Ódiame. 9: ¿Venganza o nuevo plan?

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Saeyoung

Hana y yo observamos a Jumin con la boca abierta, sin poder creer lo que acababa de pasar. Suponíamos que había pegado a su suegro y no solo eso, ¡lo hizo delante de todo el mundo!

La gente murmuraba, examinando aquel escenario, y vi como la pelirosa fue hacia su padre para ayudarlo a levantar. Estaba seguro, casi al cien por cien, de que aquello causaría un escándalo en cuanto llegase a oídos de la prensa.

—¿Estás bien? —preguntó Hana en voz alta.

El hombre asintió con la cabeza.

—No fue nada —añadió, sacudiéndose el polvo del traje.

—Ah, entiendo, ya le tengo dicho a Jumin que controle mejor su fuerza cuando te enseñe artes marciales —soltó la chica, supongo que en un intento de salvarle el trasero, y luego clavó la vista en él, buscando complicidad—, ¿verdad?

El empresario se aclaró la garganta y se acercó.

—Oh... sí, así es —respondió—, lo lamento mucho, señor Hyun, no volverá a suceder —bajó la cabeza, haciendo una especie de reverencia en señal de respeto.

—No te preocupes, solo recuerda lo que te dije —se volteó para irse, sin más.

¿A qué se referiría?

Acto seguido, vi cómo Jumin tomó de la cintura a la chica y una punzada de celos me sacudió el estómago. Se metieron de vuelta en la oficina y suspiré. ¿Qué habría pasado para que el amante de los gatos reaccionase así? ¿tanto la quería, como para defenderla de esa manera? uf... pensar en ello no me hacía sentir nada bien.

A decir verdad, lo odiaba. Era el prometido de la que fue la mujer de mi vida. Bueno... siendo honestos, ni tan siquiera pude olvidarla. Agh. Intentaba repetirme a mí mismo que debía sentir odio, ganas de venganza, pero, en el fondo, aún la amaba más que a nada en el mundo. Mi corazón era suyo, siempre lo fue, podía hacer lo que quisiese con él, rompérmelo en mil pedazos y aún así... nunca dejaría de quererla.

Ansiaba que fuese mía y solo mía. ¡Debí besarla antes! darle un abrazo... ¡aprovechar la situación! ¡qué idiota! ¿por qué la necesitaba tanto, aún habiendo pasado tres años? Supongo que lo nuestro fue intenso, aún lo era. Y estar en su compañía aliviaba mi dolor, lo hacía más llevadero e incluso me hacía pensar que, tal vez, podríamos darnos otra oportunidad. Podría hacerla feliz.

Soñaba con ello, con volver a tenerla entre mis brazos. Aún recordaba bien esa sensación al besarla, todos los demás problemas se diluían, nada más importaba, solo nosotros, siempre seríamos ella y yo, ¿cierto? ¿lo decía en serio? Deseaba que fuese así.

El solo hecho de que Jumin pudiera estar besándola en ese instante, haciéndose con el control de sus labios, de su cuerpo... No, no, no. Era mía. Una repentina furia me invadió de pies a cabeza. Apreté los puños, recordando esos celos que sentía cuando Zen le coqueteaba. Estaba dispuesto a hacer cualquier locura, sin dudarlo.

Me negaba a ser solo unos cuántos e insignificantes capítulos de su vida, quería ser su historia, quería que fuese la mía. Anhelaba ser tan importante para Hana como lo era para mí, pero a la vez... no deseaba sufrir de nuevo, ni volver a sentir ese dolor inmenso como cuando se fue. Aún lo percibía como si fuese ayer. Ugh... mi plan sin fisuras se estaba yendo al garete, sin duda. ¡Estúpido! Había subestimado sus encantos y lo que me hacía sentir. ¿Debía cambiar de plan?

—¡Saeyoung! ¿me estás escuchando? —Jin, el informático que trabajaba a mi lado, llevaba llamándome un rato, así que clavé la vista en él.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora