43. Borrando recuerdos

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Tras haber trazado el nuevo plan de estrategia, decidimos comunicarle las nuevas noticias a Saeyoung. Tocamos a su puerta, esperando a que nos abriera. Al vernos resopló, todavía abrumado por los acontecimientos recientes.

—¿Por qué insistís? —preguntó, sin esperar a que hablásemos—, aún no he asimilado lo que ocurrió anoche, ¡¿cómo podéis actuar tan normales?!

—Tsk, cálmate, bro. —Saeran se mofó un poco de él, y puso un brazo sobre mi hombro.

—¿Qué? —Sus ojos dorados parecían confundidos—, ¡agh! ¿cómo quieres que me calme? Esta situación...

—Saeyoung —interrumpí sus palabras—. Tu hermano y yo estamos saliendo. —Al decir esto, el pelirrojo frunció el ceño, escéptico.

—¿Es una broma, cierto? Tiene que serlo —continuó.

—No es una broma, zanahorio —respondió su gemelo, posando la mano en mi trasero y apretándolo. Saeyoung abrió tanto la boca que parecía llegarle al suelo—. Ahora es mía y solo mía.

—No... no es posible, ¡dime que es mentira, Hana! —el hacker me sacudió de pronto los hombros. La noticia parecía haberle trastocado.

—No es mentira, decidí darle una oportunidad a Saeran —agregué—. Me cansé de esperarte y de tus constantes rechazos. —El chico se quedó sin palabras. Noté cómo una fina capa transparente le cubría los ojos. Estaba por llorar pero se contuvo. Bajó sus manos y me apartó la mirada, tratando de digerir aquello.

—Ugh, ya veo, todo esto es... siento que la cabeza me va a explotar —soltó una risa nerviosa. Fue hacia su hermano para encararlo—. En realidad es lo mejor, yo no puedo estar con ella. —Su voz se entrecortaba. Volvió a mirarme, mordiéndose el labio y tratando de contener su llanto.

—Saeyoung... —Verlo así me estaba afectando. Iba a agarrarle la mano cuando Saeran me sujetó, dándome un beso posesivo en los labios.

—Ahora eres mía, ¿recuerdas? —enfatizó, muy metido en el papel. El hacker suspiró, retomando la conversación.

—Enhorabuena, y... cuídala. —Parecía que le había costado la vida pronunciar esas palabras.

—No necesito tu bendición, estúpido. —El peliblanco me agarró de la cintura, guiándome hasta mi piso.

Insistió en que fuésemos a ver a su exnovia, le había rastreado y averiguó la dirección de la nueva sede de Mint Eye. A decir verdad no me apetecía demasiado volver a la escena del crimen, por lo que sugerí vernos en otro lado.

—¿Por qué no quieres ir a Mint Eye? —cuestionó, percatándose de la situación.

—No me apetece meterme en una comuna —contesté tratando de quitarle hierro a la situación.

—Te dije que no era una comuna. —No se cansaba de negarlo.

—Lo que sea. —Al final quedamos en una cafetería, comunicándoles nuestro nuevo estado sentimental. La chica no se inmutó por la situación, ni tan siquiera se veía sorprendida. Él tenía la mirada perdida, como si estuviese naufragado en sus propios pensamientos. Le di un beso en los labios para sacarlo de su ensimismamiento y escuché un suspiro proveniente de la puta.

—¿Estamos aquí para que me restriegues tu situación de pareja? —se quejó a su ex.

—¿Te molesta? —indagó el aludido.

—¡Claro que no! No te quiero, supéralo.

—No seas tonta, no hay nada que superar, ¿no ves que ahora tengo a una chica preciosa? —Pasó una mano por mi hombro—. Tú te lo perdiste.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now