22. Al borde del colapso

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Al ver el cuchillo ensangrentado que Seven sostenía en la mano, mi cuchillo, lo entendí todo. Y ahora parecía que estábamos metidos en un buen lío.

Estaba salpicada de sangre y aún tenía a Seok sobre mí, el cual no parecía respirar. Le tomé el pulso en el cuello para comprobarlo y efectivamente estaba K.O. Volví a mirar a Seven y negué con la cabeza. Seok ya era un fiambre oficial.

No podía negar que no me alegrara por ello pero en ese momento tenía otras cosas de las que preocuparme como el hecho de que el gemelo maligno descubriera todo a través del micro. Primero tenía que evitar eso y luego deshacerme del cadáver y las pruebas.

Estaba maquinando cómo hacerlo cuando Seven se agachó, dejando el cuchillo en el suelo para volver a tomar el pulso al cadáver y comprobar por él mismo la verdad. Cuando nuestros ojos se encontraron pude detectar el pánico en su rostro. Iba a abrir la boca para decir algo pero se la tapé a toda velocidad.

Se quedó viéndome, extrañado, y dije una mentira para protegerlo.

—Bueno, pues... Seok se llevó un buen golpe en la cabeza, ¿verdad? Lo dejaste inconsciente. Es mejor de esta forma, ya sabes, así no molestará esta noche. —La cara del pelirrojo era un poema en ese momento. Estaba desconcertado por completo. Me levanté para quitarme al muerto de encima, literalmente, y Seven lo hizo conmigo, aprovechando para hablar.

—¿Q-qué estás diciendo, Hana? ¿n-no ves que...? —Volví a acallarlo con la mano y pude notar cómo estaba al borde del colapso mental.

—¿Que si no veo que está borracho? Relájate, está acostumbrado —Decidí quitarme la camiseta que llevaba mientras me miraba extrañado por mi comportamiento.

—Hana, ¿q-qué estás...? —Señalé al micrófono que llevaba en el sujetador y abrió los ojos como platos.

Se llevó las manos a la cabeza y resopló, nervioso. Nos quedamos en silencio unos segundos, al tiempo que asimilaba toda la situación en su mente. El desengaño y la decepción se adueñaron de sus ojos. Vino hacia mí, sacudiéndome los hombros y con algunas lágrimas. Me estaba pidiendo una explicación, lo que fuera, pero no podía dársela en ese momento, por lo que decidí seguir con la pantomima un poco más.

—Bueno, yo voy a darme una ducha y luego me iré a acostar, deberías hacer lo mismo —no contestó, estaba en shock. Fui hacia la puerta y la abrí—. Buenas noches, Seven. —Este último no se movió del sitio y volví a cerrarla tratando de aparentar que se había ido.

Fui hacia él y le tomé de la mano dirigiéndolo al baño. Abrí el grifo de la ducha y me quité el micro dejándolo fuera y encerrándonos. Puse música a todo volumen para poder hablar sin que se escuchara.

—Seven...

—¡¿Qué significa todo esto?! —explotó de pronto—. ¿Por qué tenías un micro en el sujetador? ¡dime! ¿me has traicionado?

—Baja la voz.

—¡Pues habla! ¡me siento como un estúpido, Hana! ¡confiaba en ti, maldita sea! ¿por qué llevabas un micrófono?

—Hay alguien que te conoce me contactó hace varias semanas y... quiere destapar los asuntos ilegales que realizas con la agencia.

—¿Asuntos ilegales? Dios... ¿eso quiere decir que sabes dónde trabajo y lo que hago?

—Sí, esa persona me lo contó —disimulé evitando decirle que ya lo sabía mucho antes porque lo espié.

—Entonces... ¿trabajas para ellos? No lo entiendo, ¡¿acaso algo de lo que tuvimos fue real?! ¿qué quieres? ¡¿destruirme?! —reclamó con los ojos llorosos.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now