65. Cayendo en la lujuria

761 73 240
                                    

Los gemelos poseían ese tipo de belleza que solo un puñado de mujeres tenían la suerte de ver alguna vez en la vida. Sus bonitos labios estaban hechos para dar largos besos abrasadores... y así lo hacían, en todas partes.

Sus cuerpos esbeltos y musculosos desataban todas mis fantasías. Amaba su espalda y esos hombros anchos a los que poder agarrarme. Acaricié los de Saeyoung, que estaba sobre mí y retomamos los besos mientras que Saeran se acercaba llevando solo unos pantalones que ya había medio desabrochado.

Este último empujó a su hermano y me atrapó bajo su cuerpo, sujetándome las muñecas a ambos lados de la cabeza.

Sus cautivadores ojos verdes se dilataron, estudiándome antes de proceder, repasando con la yema de los dedos la clavícula y la zona de los pechos. Escuché como suspiraba observándome. Todavía llevaba la sudadera y no dudó en quitármela, dejándome solo con la ropa interior, ya que el pelirrojo se había encargado de quitarme los pantalones minutos antes.

Sus caderas reposaban sobre las mías y me di cuenta de que las abdominales no eran lo único que tenía duro. Traté de tomar aire, me estaba costando respirar de la excitación.

Enredó nuestras lenguas en un beso sensual e íntimo. Con ese traté de descifrar lo que sentía. Deseaba que solo fuera cariño, incluso lástima por alguna extraña razón. Atracción sexual debido a su parecido con su gemelo. Lo único que tenía claro era que me ponía muy caliente, ¿pero cómo no iba a hacerlo si era el hermano de Saeyoung?

Saeyoung... él empujó a Saeran de vuelta, haciéndole caer sobre la almohada.

—Veo que aprendiste bien —admitió el soldado caído.

—Del mejor. —No tardó ni un segundo en abalanzarse sobre mis labios, dándome un beso que nubló mis sentidos. Parecía estar compitiendo con su gemelo y se lo estaba tomando muy en serio.

Besó mi cuello con delicadeza, a sabiendas que el hombro me dolía. Su aliento contra mi oreja me erizaba la piel, provocándome escalofríos.

Al mismo tiempo su mano se coló bajo mis bragas, acariciando esa necesitada zona. El ritmo lento pero preciso de sus dedos me enviaba pequeñas descargas eléctricas a lo largo de todo el cuerpo y mis pezones se endurecieron. Arqueé mi espalda y cerré los ojos dejándome llevar por esas ondas de placer.

El peliblanco no tardó en acariciar mis pechos bajo el sostén, pellizcando un poco los pezones. Comenzó a repartir besos por el cuello y notaba como el deseo me estaba abrasando.

El pelirrojo terminó de bajarme la prenda de abajo y se quitó el bóxer, liberando su erguido miembro, el cual sentí presionando en mi entrada.

Puse las manos sobre su trasero empujándolo hacia mi cuerpo y logrando que se sumergiese en mi interior.

—Ah, mierda —jadeó mirándome a los ojos.

Una ola de calor insoportable nos invadió y nos miramos con las mejillas al rojo vivo, soltando un gemido sonoro.

Noté como todos los músculos de su espalda se tensaron y se deslizó entre mis muslos sin contenciones, con ansias acumuladas. Me retorcí ante sus expertas caricias. Su lengua jugueteó con uno de mis erguidos pezones mientras que enterraba las manos en su pelo. Optó por incorporarse llevándome consigo hasta quedarnos sentados en la cama.

Apretó mi culo mientras daba saltitos sobre él, escuchando como gemía sin control, disfrutando de cada embestida.

Me percaté de la presencia del de ojos verdes tras de mí, que había hundido la cabeza en mi cuello. Sus manos expertas desabrocharon al fin el cierre del sostén y abarcó mis pechos con ambas manos.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now