Ódiame. 2: Plan sin fisuras

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Saeyoung

Gruñí al empujar mi sexo en la boca de la desconocida y esta se limitó a abrirla un poco más. Estaba de rodillas y yo de pie, en el baño de un bar. La agarré de la peluca imaginando que era Hana quién me hacía sexo oral.

Ah... puse los ojos en blanco. En el fondo sabía que estaba engañándome a mí mismo, pero funcionaba. Al menos en mi mente y con muchas copas de más.

En esos últimos tres años me había dedicado a actividades bastante lúdicas, por decirlo de alguna manera. Todo para tratar de evadirme de la realidad, del hecho de que... me había dejado, si bien nunca estuvimos juntos como pareja.

Pasé por varias fases, la de negación, en la que me rehusaba a creer que lo nuestro terminó. Por ello fui a verla en numerosas ocasiones, aunque los guardaespaldas no me dejaron pasar.

La de tristeza absoluta y confusión, ¡no entendía qué estaba sucediendo! ¡¿por qué se fue?! ¡¿por qué me dejó?! ¡dijo que me amaba! Y era incapaz de quitarme esas palabras de la cabeza. Empecé a beber para ahogar las penas y a acudir a sitios para conseguir mujeres, algunas a cambio de dinero, otras lo hacían gratis. De hecho, aprendí a usar mis encantos y muchas de ellas caían rendidas a mis pies. Les pedía que se disfrazasen, se colocaban la peluca rosa para hacerme ciertos favores.

Ninguna significó nada para mí, a decir verdad. Ni siquiera me aprendía sus nombres. Estaba cerrado en banda en cuanto a sentimientos.

Y entonces... llegó la etapa de la ira. Me enteré de que mi supuesto amigo, Jumin, se había comprometido. Salieron en televisión, ¡no podía ser! ¡¿por qué Hana me hacía esto?! ¿por qué continuaba haciéndome daño? Y para colmo, con él. ¡Ella ni tan siquiera era consciente de eso y aún así me jodió de nuevo! ¿cuánto más podría hacerme sufrir?

Fue ahí cuando comencé a desarrollar un gran rencor, y por qué no decirlo, odio. Sí, ¡la odiaba por todo lo que me hizo sufrir! ¡por todos esos años tirados a la basura! ¡por hacerme llorar noche tras noche! ¡por hacerme sentir vacío! Había arruinado mi vida. Y tenía sed de venganza. Ya no era el mismo chico de antes. ¡Ya no podría manipularme! Nunca más caería a sus pies, me lo juré a mí mismo, así que era un buen momento para intervenir.

Hana iba a arrepentirse de haberme conocido. Caería por mí de nuevo y luego lograría que sufriese tanto como yo lo hice. Estaba seguro de que podría destrozar su futuro matrimonio y no solo eso, si no su carrera como política. Jumin fue tan oportuno al comentarme que había un puesto libre, jaja. No tardé en ponerme en contacto con la competencia, un hombre al que le iría pasando toda la información que pudiese para hundirla. Y mientras tanto... la pelirosa creería que estaba de su lado. Era un plan sin fisuras.

Lo decidí esa misma noche, mientras me corría en la boca de la extraña.

—Trágatelo todo —la obligué, gimiendo, sin sentir ningún remordimiento.

Al acabar se incorporó para tratar de besarme y la detuve.

—Woah, ¿acaso te di permiso? —esbocé una sonrisa burlona y le arrebaté la peluca—, gracias por... tus servicios —añadí, abrochándome la cremallera—, es hora de regresar al planeta tierra.

Salí de ese lugar y al llegar a casa compré un billete de tren a Inchon. Mi hermano se enteró por el chat de la RFA de que iba a trabajar allí y me dio su opinión al respecto, claro que no lo escuché.

—No creo que sea bueno que te presentes allí, necesitas olvidarte de una vez de Hana —sermoneó.

—¡Pf! ¡la he superado! ¡requete híper superado! —hice énfasis, dándole un trago a una botella de ginebra mientras estaba en el sofá. El peliblanco levantó la ceja, escéptico—, solo necesito el trabajo, ¡nada más! Me pagarán bien, ¡dinero fácil! ¡un sueño hecho realidad!

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now