Ódiame. 4: La otra cara de la moneda

367 48 182
                                    

Saeran

Hubo un tiempo en el que Meg me ayudaba con Saeyoung, ya que frecuentábamos los mismos lugares de fiestas. Cuando él terminaba súper borracho, la rubia se ofrecía a llevarnos en su coche y luego metíamos al pelirrojo en la cama, a pesar de la resistencia del último, que deseaba continuar con la borrachera.

En ocasiones también estaba Vanderwood, ya que era amigo íntimo de la inspectora. Este parecía preocuparse bastante por mi hermano y le arrebataba el alcohol siempre que podía.

Una vez, tratando de meterlo en la cama, el hacker confundió a Meg con cualquier chica y le lanzó una frase de ligue que él debió pensar que era lo más en ese estado, pero se trataba de todo lo contrario.

—Tú, ¿te estudio o te trabajo? —preguntó con esa sonrisa achispada.

—Pensé que no era tu tipo. No me tientes, no quiero aprovecharme de un pobre alcohólico —contestó con burla, separándose—, además, ya tuve bastante con tu hermano.

Eso último me molestó.

—Ow, ¡pero no es necesario que seas mi tipo! —siguió el pelirrojo—, solo tienes que ponerte un par de cosas, tumbarte aquí y abrirte de pier... —le tapé la boca antes de que pudiese continuar.

—Cállate y duerme, Saeyoung —ordené, dejando la habitación junto con la rubia.

—Está fatal, ¿no? —preguntó al quedarnos solos.

—Sí, desde que se fue Hana, no es el mismo —bajé la mirada al suelo, todavía me dolía hablar sobre la pelirosa. Siendo honestos, yo tampoco lo había superado.

Meg me alzó la barbilla para que la mirase, encontrándome con sus profundos ojos gris perla. Eran hermosos. Siempre me habían fascinado.

—¿Y tú cómo estás? ¿cómo lo llevas?

—Bueno... no está siendo fácil. La extraño. Muchísimo a decir verdad. Nunca pensé que podría llegar a pillarme tanto. Siendo honestos, nuestra relación era algo peculiar.

—¿Peculiar? ¿hablas de fetiches sexuales o...?

Sonreí ante su pregunta.

—No, no me refería a eso. Quiero decir que nos pasábamos la mayor parte del tiempo discutiendo.

—¿Echas de menos discutir?

—¿Me tacharías de loco si te dijese que sí?

—Nah, todos tenemos nuestras mierdas, mentita. Puedo entender que te pusiera cachondo que te gritase —se mofó, dibujando una sonrisa burlona en su rostro.

—Ja, qué graciosa. A ti te ponía cachonda el bondage y la dominación durante el sexo, así que tampoco puedes decir mucho —me burlé.

—Oh, ¿aún lo recuerdas? —se acercó a mi oído para susurrarme, poniendo una mano sobre mi hombro, y no pude evitar sentir una oleada de calor por todo mi cuerpo.

—Sí, muy bien. —Una gota de sudor recorrió mi frente y comencé a rememorar los momentos que habíamos pasado junto con Yang Mi. A pesar de que no quería que Meg se entrometiese en nuestra relación, lo cierto era que tuvimos muy buenos ratos a su lado.

—¿Te estás poniendo cachondo y quieres repetir? —su mano fue descendiendo por mi torso y empecé a alterarme mucho. Hacía meses que no tenía nada de sexo y aquello no ayudaba.

Los latidos en mi pecho se aceleraron y miré a la chica. Joder, era preciosa, pero aún así... no estaba preparado para hacerlo. Sabía que si me acostaba con ella en ese instante, tal vez la estuviese usando para tratar de olvidarme de Hana y eso no estaría bien, fue algo que aprendí en el pasado con la propia Hana, cuando ambos nos usábamos para intentar olvidar a las personas que queríamos y todo salió mal, así que me alejé.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now