Ódiame. 24: Cerrando capítulos

319 36 149
                                    

La boca de Jumin rondaba mi cuello, repartiendo besos hasta llegar a la oreja. Suspiré, clavando las uñas en su brazo, sobre la chaqueta.

Sabía que eso no estaba bien, siempre solía arreglarlo todo con sexo, me negaba a hablar o a abrirme con alguien en un sentido demasiado personal. Tenía una especie de barrera impuesta para impedir que averiguasen quién era de verdad. También porque no deseaba que nadie me viese de una forma vulnerable o débil. No, era una chica fuerte, siempre lo había sido, pero claro... mi debilidad tenía nombre y apellidos, aunque me negase a aceptarlo.

Saeyoung Choi, cómo pudiste traicionarme de esa forma.

Pero lo echaba de menos... deseaba sentir sus besos y sus caricias, su cuerpo contra el mío. Y no solo eso, quería volver a escuchar sus bromas y acurrucarme con él en el sofá, mientras veíamos una película. Necesitaba ver ese brillo en sus ojos cuando me miraba. Quería volver a sentir que le importaba, que era su prioridad. Saber que seguíamos siendo buenos amigos, como lo fuimos en un principio. Pasar las horas a su lado sin necesidad de hacer nada, solo disfrutando el uno del otro.

Estaba muy pillada, seguía estándolo después de tanto tiempo. Y sin verlo venir, unas lágrimas cristalinas bajaron por mis ojos, recorriendo mis mejillas. No podía seguir haciendo eso, no podía ignorarlo y mucho menos acostarme con otro pensando en cuánto me gustaría besarlo, sentirlo.

—Hana, ¿qué ocurre? —Jumin me tomó de las mejillas, deteniéndose.

—No puedo —negué con la cabeza, secando mis lágrimas, y me separé.

—¿Qué pasa? No te había visto llorar desde... nunca. Me preocupas, ¿sigues pensando en Saeyoung?

—¿Quieres que te mienta o que te diga la verdad? —retomé la tarea de meter mis cosas en las maletas.

—¿Por qué no charlamos? Cálmate —me agarró de la muñeca.

—Te acostaste con tu ex, ¿no? —rebatí, clavando la mirada en la suya—. Sigues enamorado de ella, así que déjame. Lo nuestro estuvo mal desde el principio.

—No se trata de eso... estoy enamorado de ti.

—¡No es cierto! —alcé la voz—, deja de engañarte a ti mismo. Empezaste conmigo porque la echabas de menos.

—Eso no quiere decir que no te ame. Gia me hizo mucho daño.

—Y aún así te la follaste anoche.

Se quedó callado por unos segundos, sin saber qué responder.

—Tú, más que nadie, deberías entenderme. Rompiste conmigo por teléfono. Me sentía tal mal que abrí una botella de vino y me la acabé —soltó un suspiro—, estaba borracho y llamé a mi ex. Estaba confundido. Todos podemos tener un desliz.

—Lo sé, ¿y sabes qué es lo peor? Que no me importa en absoluto —resoplé, intentando cerrar la maleta. Opté por ponerme encima para cerrarla.

—No es cierto, por supuesto que debería importarte, ¿o acaso nunca tuviste sentimientos por mí?

—Eso ya lo hablamos, Jumin —agarré todo el equipaje, yendo hacia el garaje para meterlo en mi coche.

—No puedo creerte —me agarró con fuerza del brazo, acorralándome contra el vehículo—, no pienso dejar que te marches de aquí, de mi vida, sin que seas honesta conmigo. No voy a permitir que esto se acabe.

—Nunca empezó, eso es lo que no entiendes —clavé un dedo en su pecho.

—¿Así que cuando te di el anillo de compromiso, que nunca llevas, y accediste a casarte conmigo, no tenías sentimientos por mí?

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora