Ódiame. 23: Club BDSM (parte II)

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Solté un gemido al sentir como la lengua de Jumin entraba y salía de mi boca. Sus manos estrujaban mi trasero y eché la cabeza hacia atrás, permitiéndole acceso al cuello. Mi bolso se cayó en ese instante. Sus dientes me rasguñaron un poco y clavé las uñas en su espalda. Acto seguido pasó su lengua, haciéndome estremecer.

Sus traviesos dedos recorrieron la zona baja de mi espalda y los muslos, colándose bajo la falda. Acarició el liguero de la media, sin dudar en desatarlo. Siguió subiendo hasta la ropa interior, jugando con una de las tiras. Optó por bajarla, dejándola caer al suelo.

Le miré, esbozando una pequeña sonrisa.

—Eso fue rápido.

—Lo que sigue será lento, si así lo deseas —su caballerosidad me sorprendió.

Tiré de su cinturón, pegándolo a mí.

—¿Cuándo me vas a quitar el resto de la ropa? —desafié.

—Ahora —me tomó de las mejillas y volvió a abalanzarse sobre mis labios con urgencia.

Llevé la mano hacia su entrepierna, acariciando el duro miembro que podía intuir bajo el pantalón. Parecía bastante grande.

Escuché como gemía y me dio la vuelta de pronto, haciendo que apoyase las palmas de las manos en la pared. Escuché como bajaba la cremallera de mi vestido, que terminó cayendo al suelo.

Lucía un corsé negro con liguero, aunque ya no estaba atado a la media.

Un suspiro se escapó de sus labios y noté su dedo recorriendo mi espalda, de arriba a abajo, analizando cada rincón.

Puso sus manos en mis caderas, arrastrándolas hacia atrás y pegando su sexo contra ellas. Gemí, muy excitada, al notar su dureza.

—Tienes un cuerpo muy sugerente —susurró en mi oído.

Se quitó la corbata, atándome las manos en la espalda, y fue bajando sus labios por mi piel, besando cada curvatura y rincón.

Se agachó entre mis muslos, acariciándome con los dedos y la lengua, dando vueltas en círculos. Despacio, muy despacio. Me mordí el labio, conteniendo un gemido.

Gruñí al sentir su lengua en la parte más vulnerable de mi cuerpo, arqueando la cabeza. Pocas veces lograban dominarme en la cama, ya que, en general, me agradaba llevar el control. No obstante, tenía curiosidad por ver cómo se las ingeniaría ese tipo. Tenía pinta de ser tan controlador como yo.

Siguió lamiendo un rato, torturándome, y a la vez provocando un placer desbordante. Me sentía cegada por las continuas olas de placer.

Noté como me apretaba los glúteos, ansioso de pasar a la siguiente fase y volvió a ponerse de pie, pegando su erección a mi trasero.

Escuché el ruido del cinturón cayendo al suelo y la cremallera bajando. Paseó uno de sus dedos por mi boca y volteé un poco la cabeza, chupándolo con sensualidad mientras lo miraba de reojo.

—Te gusta provocar —sentenció, burlándose mientras me miraba de forma provocativa, quitándose la camisa.

Agarró una fusta negra, entre el arsenal de objetos que había, y me azotó en el trasero.

—¿Eso fue una caricia? —me burlé.

Volvió a azotarme, esta vez más fuerte. Solté un jadeo.

—¿Vas a ser una buena esclava? —susurró sobre mi oído, al tiempo que me apretaba un pecho.

—Depende, ¿vas a follarme bien?

Sin recibir respuesta, noté como me colocaba una especie de collar de cuero sobre mi cuello, que incluía una correa. Me dio la vuelta, guiándome hasta la cama y me tumbó en esta al revés, con el rostro apuntando al límite del colchón y los brazos quedándose en el aire, estirados por encima de la cabeza.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora