4. Celos que matan

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Ya había pasado otro día. Fui a la cocina con mi pijama corto rosa de conejitos y me hice el desayuno mientras pensaba en cómo iba a librarme de la maldita Duri sin dejar rastro.

Mientras removía el café con la cucharilla me puse a espiar a Seven desde mi portátil a través de las cámaras que él mismo tenía en su piso y que había logrado activar para que se vieran desde mi ordenador.

Vi como se levantaba de la cama sin camiseta, con ese torso bendecido por los dioses, y no pude evitar suspirar. Luego fue hacia la ducha, ahí no tenía cámaras, diablos.

Me senté en el sofá y me distraje viendo la tele hasta que llegase la hora de irme. El timbre de mi puerta sonó, aquello era extraño. Seven solía esperarme en la puerta y aún era temprano. Observé a través de la mirilla para averiguar quién era. Mis esfuerzos estaban dando sus frutos, era él, ¿estaría ansioso por verme?

Le abrí enseguida, todavía con mi outfit de noche.

—Seven, ¿qué haces aquí tan temprano? —Se adentró en mi piso y se sentó en el sofá.

—¿No me das los buenos días... conejita? —me repasó con la mirada de arriba a abajo.

—¿Cómo quieres que te los de? —Mi tono sonó sugerente y se puso colorado—. ¿Qué te pasa? —me reí—, ¿en qué estás pensando?

—¡Nada! ¿en qué iba a pensar? Por cierto, ese pijama es un poco corto, ¿no crees? Tal vez deberías vestirte.

—¿Por qué? Estoy en mi casa. ¿O es que me estás analizando?

—¡¿Uh?! ¡no! ¡para nada! ¡no estaba mirándote o algo así! Solo que... ¡agh! ¿podrías vestirte?

—No quiero —me negué.

—¡Hanaaa! por favor, ¿no lo vas a hacer? —me reí ante su desesperación.

—¿Por qué no me vistes tú si tanto te molesta?

—¡Gahhh! Dios, estás haciendo que imagine cosas...

—¿Qué cosas? —Fui hacia él y me agaché un poco quedándome enfrente suya y apoyando mis manos en sus hombros. Noté como me miró el escote y trató de disimularlo apartando la vista de golpe.

—Esto... ¿la señorita se levantó hoy con ganas de burlarse del Dios Seven?

—¿Yo? —sonreí—, ¿cómo osas pensar eso? Soy inocente de todos los cargos.

—Uh, conque es eso, ¿sabes que nadie me gana a ese juego? —se burló.

—¿Juego? ¿qué juego? —fingí no saberlo. Hacerme la inocente se me daba demasiado bien.

—Ven aquí. —Me tomó con brusquedad para tirarme en el sofá y ponerse encima mía, agarrándome de las muñecas—. Ahora no podrás escapar, tendrás que rogar al Dios Seven.

—Y si... ¿no quiero escapar?

Dejó de reírse y sus mejillas adoptaron el color de las amapolas. Me aflojó el agarre.

—¡¿Qué?! Solo estaba jugando, no es... —Le silencié poniendo un dedo sobre su boca. Se mordió el labio mientras me miraba.

—¿Por qué viniste tan pronto hoy? —investigué.

—Yo... quería verte, ¿no puedo visitar a mi amiga de forma inocente?

—¿Viniste a practicar más? —pregunté de forma seductora.

—¿Practicar? —titubeó.

—Sí... tal vez no te bastó con la práctica de ayer, hay muchas más cosas que podemos hacer.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin