36. Beso prohibido

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Estuvieron una hora interrogándome sobre Seok y mi familia. Respondí a todo sin vacilar. Se interesaron mucho por el caso de mi hermana y les conté lo mismo que en su momento. El hombre que me hacía las preguntas era alto y moreno, con ojos castaños. El típico coreano que parecía recién salido de uno de esos cursis doramas en los cuales Zen ansiaba trabajar.

Clavaba sus ojos en mí con intensidad, como si pudiera intimidarme. Claro que debía actuar como una de esas chicas inocentes y dulces que no habían roto una vajilla en su vida. También había aprendido a coquetear para conseguir mis objetivos. Le mantenía la mirada y bajaba de vez en cuando a sus labios mientras me removía un mechón de cabello. También llevaba mi mano al cuello, bajando por la garganta con lentitud hasta airearme un poco la blusa blanca con botones, dejando entrever mi escote.

La distracción funcionaba. El chico, que debía tener solo unos pocos años más que yo, me estaba mirando las tetas. Era muy poco profesional y eso jugaba a mi favor. Era tan fácil ligar con desconocidos.

Mi versión oficial sobre la "desaparición" de mi hermanastro, fue que la última vez que lo vi se despidió para irse al aeropuerto de vuelta a casa.

Todo parecía ir como la seda, sin embargo querían registrar el piso para ver si encontraban alguna pista del paradero de Seok.

—¿No le importa, verdad? —preguntó el moreno.

—Para nada —afirmé, muy segura. Sabía que necesitaba una orden de registro para eso, pero le di el permiso, ya que si me negaba solo acrecentaría las sospechas sobre mi persona.

Me levanté para irme, recolocándome un poco la falda negra entubada que llevaba. Tenía una raja en el lateral, dejando a la vista la pierna, y pillé al tipo observando mis muslos.

—Disculpe. —La voz del hombre me detuvo cuando iba a salir por la puerta. Me giré para verlo.

—¿Sí?

—¿Tiene algo qué hacer esta noche? —Desde luego, era muy fácil. Sonreí para mis adentros.

—¿Por qué lo dice? —rebatí.

—Había pensado que me gustaría invitarla a cenar.

—Oh, ¿eso entra dentro de sus labores de investigación? —repliqué. Una fina sonrisa se instaló en sus labios.

—No, perdone mi indiscreción —se disculpó—, es solo que me parece una chica muy atractiva y me gustaría conocerla mejor. —Era rápido.

—Ya veo, la verdad es que tengo planes. Debo irme. —Le dejé plantado allí y caminé hacia casa sin remordimientos.

El teléfono sonó, era un número desconocido. Descolgué.

—¿Diga?

—Hola otra vez, Hana. —Era la voz del investigador. ¿Tanto le gusté?

—¿Qué quieres? ¿ya te obsesionaste conmigo? —bromeé.

—Si hoy no puede... ¿qué le parece mañana? —Era muy insistente. No quería tratarlo mal ya que llevaba la investigación de Seok, pero tampoco quería salir con él, aunque tal vez debía de hacer algunos sacrificios si deseaba que todos saliéramos airosos.

—Mejor sigue insistiendo, me gustan los que se hacen los difíciles —me burlé, colgándole. Era un coqueteo inocente y sabía que no derivaría en nada, ya que amaba a Seven. Solo lo hacía por la investigación.

La puerta del apartamento del hacker se abrió gracias al reconocimiento facial. El pelirrojo se abalanzó sobre mí, tomándome de la cintura y estrechándome entre sus brazos para darme un beso apasionado.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Where stories live. Discover now