71

991 109 285
                                    

— Lo siento, pero el tendrá que irse conmigo.

La voz salió en un tono grave que hizo temblar su cuerpo, el albino entendió que el rubio se encontraba enojado. Pero no entendía el porque de ello, no había lógica alguna para que lo estuviera. Ahora él estaba enojado, trató de alejarse del más alto para acercarse al pelinegro que solo miraba la escena con el ceño fruncido, pero inmediatamente sus movimientos se vieron detenidos por el agarre en su cadera que se hizo más fuerte haciendo que soltara un leve jadeo.

El pelinegro miro a ambas personas, por un lado estaba el chico albino con el cual quería pasar la noche porque había logrado calentarlo bastante y por otro estaba su vida, podía estar medio borracho y ser tonto, pero podía reconocer aquella cabellera rubia brillante junto a esos ojos amarillentos enojados que le miraban. Ese hombre era Zahard, el hombre más poderoso de Corea y que podía destruirte solo apuntándote con el dedo. Pensó con la cabeza de arriba y no la de abajo alzando sus brazos en rendición.

—  Bien, es todo tuyo, aprecio mi vida

— ¿¡Qué!? ¡Espera!

El pelinegro le dio una sonrisa llena de lastima al albino y se perdió entre la multitud de la gente, aquello provoco que el albino gruñera volteando su rostro para observar enojado al rubio. Por parte del rubio tenía una sonrisa triunfante en su rostro mientras miraba irse al contrario, cuando sintió la mirada azulina enojada mirándole bajo su rostro para mirarle aun con la sonrisa en su rostro.

— ¡Suéltame y déjame en paz imbécil!

— Tranquilízate, estoy aquí para hablar

— Nosotros no tenemos nada de que hablar, ni siquiera deberías estar acá, acabas de romper el pacto de sangre.

— Ese pacto me puede comer las bolas enteras, tengo que hablar contigo

— Pues a mi no me come nada, mejor dicho, la persona que me iba a comer las bolas se fue espantada por ti.

— ¿Enserio pensabas hacerlo con ese chico? 

— Sí ¿Algún problema? Con quien me acueste no es de tu puta incumbencia.

El de ojos azules opacos sin nada de brillo hablaba de manera seria y firme al rubio, había salido para olvidarlo entre los brazos de otra persona y bajo el alcohol, pero no, la suerte lo odiaba y le traía a la persona que quería olvidar hasta el lugar en donde estaba cazando. 

El rubio miro aquellos ojos azules que no brillaban como antes cuando lo miraban, además la actitud fría del albino hacía que algo dentro suyo se removiera como hace varios años no lo hacía, no desde ellos. Su ceño se hizo más profundo y el agarre se volvió más fuerte que antes provocando que el albino jadeara de nuevo.

— ¡Maldición déjame ir!

— ¿Para qué? ¿Para ir a buscar a ese chico y acostarte con él?

— ¡Tal vez! ¡O tal vez solo quiero estar lejos de ti!

— ¿Por qué?

— ¡Porque eres un idiota!

— Deja de hacer un escándalo, todos nos están viendo

— ¡Me vale mil hectáreas de mierda que nos vean! ¡Suéltame!

— No

El albino miro con cinismo al rubio mientras seguía tratando de zafarse de su agarre, no era débil para nada, era bastante fuerte, pero de alguna manera el rubio estaba ejerciendo más fuerza evitando que pudiera soltarse. Gruño enojado y se calmó, varias personas del lugar, por no decir todos, estaban observándolos y en verdad no le importaba. Pero si le enojaba que nadie hiciera algo por ayudarle. El rubio al ver que estaba más tranquilo aflojo el agarre con el que le sostenía. 

My Person [BaKhun]Where stories live. Discover now