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- ¡Baam, no hagas eso por favor!

La chica de hebras albinas le reclamaba a un pequeño bebe de cabellos azabaches para que dejara de lanzar su papilla con la cuchara que a un descuido de ella la había tomado. La albina quería enojarse con aquel pequeño travieso, pero no podía, no cuando el pequeño escucho su grito y lo primero que hizo fue reír mientras volvía a lanzar algo de su comida hacia adelante. Uno de los niños que también estaba allí no pudo evitar reír ante el sufrimiento de la mayor de los tres presentes en aquel comedor ya vacío.

- ¡Oye tú! No te quedes allí parado y ayúdame con Baam

- Claro, claro, pero señorita Evankhell debería hallar una forma de que deje de hacer eso.

- Ya lo he intentado todo, pero ese pequeño diablillo no copera.

- Yo digo que Baam sabe que la enoja y eso le divierte ¿No es así pequeña estrella?

- ¡Sí!

El niño al escuchar la respuesta del menor de los tres no pudo evitar soltar una carcajada mientras que la mayor comenzaba a renegar a limpiar el lugar. No podía enojarse con el pequeño Baam porque simplemente el niño era demasiado inocente y solo hacía aquello por diversión, como si fuera una pequeña costumbre o una pequeña travesura que se le era permitida antes de que llegara a sus manos. Vio ahora como el pequeño de ojos dorados era alimentado por otro de sus pequeños mayores, no pudo evitar sonreír ante aquella escena que le llenaba de ternura.

Justo termino de limpiar la comida tirada de todo el lugar cuando la pequeña estrella había terminado de ser alimentada. Mando al niño que le había ayudado a lavarse e irse a dormir ya que ella se encargaría de lo demás que le faltaba al pequeño travieso de ojos dorados. Una vez el menor se fuera ella volteo a ver a aquel revoltoso con una sonrisa, se acercó a él para cargarlo entre sus brazos. El menor al ser cargado por la mayor no pudo evitar sonreír y envolvió sus brazos por su cuello, mientras hablaba consigo mismo llamando de vez en cuando a la albina para preguntarle algunas cosas en un idioma más o menos entendible para ella. La albina solamente respondía con una sonrisa y monosílabos.

Después de una caminata medianamente larga, llena de una conversación interesante para el menor y algunos "Buenas noches" de niños que ya se iban a descansar llegaron al baño de aquella infraestructura para bañar al pequeño y ponerlo a dormir. El azabache al ser el menor de todos en ese orfanato es el que se llevaba la mayoría de atención de la mayor, ya que los demás niños al ser unos años mayores que el azabache se atendían solos. Además de que había de algo que se debía encargar la albina.

Cuando dejo al menor sobre una pequeña camilla para poder quitarle la ropa, dejo que este agarrara un pequeño carrito de juguete que había para que no prestara atención a lo que hacía. Así que con cuidado le retiro el pequeño polo al igual que su pantalón. La albina vio la piel del menor con algunas marcas de aquel accidente que lo había llevado a ese orfanato, su mirada se tornó triste mientras agarraba algunas bolitas de algodón para remojarlas en agua oxigenada y proceder a limpiar de manera sutil las marcas, un truco que había aprendido para que las cicatrices cayeran con facilidad y no picaran tanto.

Se alegró que al pequeño no le ardiera o doliera las heridas mientras se las limpiaba, le termino por sacar su ropa interior y procedió a cargarlo con algunos juguetes para ponerlo en una tina con agua tibia que había puesto hace unos minutos. Dejo que él chico salpicara cuánta agua quisiera mientras que colocaba algo de shampoo en sus manos, que luego fueron a parar al cabello del pequeño para frotarlos un poco. Le alegraba de sobremanera ver a aquel ser inocente disfrutar del agua y jugar como si algo traumático no le hubiera pasado.

Mientras que enjuagaba con facilidad los cabellos ajenos teniendo cuidado con sus pequeños ojos comenzó a recordar como hace unas semanas la habían llamado en medio de la noche para que ayudara en un accidente automovilístico que había sucedido. Antes de ser directora de aquel orfanato había sido bombero, pero se retiró cuando en un incendio cuatro niños habían quedado huérfanos, allí vio que tenía otra forma de ayudar a las personas, puso manos a las obras y fundo aquel orfanato. Con el tiempo aquella casa que había comprado lejos de la ciudad rodeada de un pequeño bosque y algunos vecinos con sus ahorros estuvo llena de gritos, risas y varios pasos de niños que perdían a sus padres o eran dejados en la puerta. Sus pensamientos terminaron de desviarse y volvió a recordar aquella fría noche.

My Person [BaKhun]Where stories live. Discover now