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Evankhell no sabía cómo el tiempo pasaba tan rápido, aun podía recordar aquellos días en donde el pequeño azabache no quería despegarse de sus brazos y ahora un año después aun le dejaba cargarlo, pero prefería ahora correr por toda la casa jugando con los demás o simplemente ayudando en los quehaceres del lugar. También podía recordar aquellas frases o conversaciones que se entendían a medias con el de pequeño, ahora hablaba tan bien que esos días les parecía tan lejanos.

Y como si el destino le dijera algo aquel pequeño de ojos dorados justo paso frente suyo corriendo a toda marcha con una pequeña tina de ropa limpia para colgar, no pudo evitar reír mientras lo seguía pues aquella canasta era un poco más grande que aquel pequeño y tenía miedo de que se tropezara con algo para finalmente lastimarse.

No paso mucho hasta que el pequeño de mechas azabaches llegara a la zona de lavandería, dejara la canasta a un lado estirándose lo que más que podía para poder darse la vuelta, tomar un banco y poder subir a él para comenzar a tender la ropa de forma correcta y lenta. La albina se moría de ternura ante las acciones del pequeño de ojos dorados. De manera lenta se acercó a la canasta de ropa tomando algunas prendas y colgar con el pequeño, el muchacho se sorprendió un poco al ver a la albina a su lado.

- Hola Baam, que yo recuerde tu aun no estás en lista de niños que ayudan con los deberes de la casa

- Bueno vera señorita Evankhell, uno de los niños mayores está ocupado y me pidió que le ayudara con esta tarea.

- Oh entiendo y por curiosidad ¿Cómo se llama ese chico?

- No puedo decírtelo.

El pequeño le dio una sonrisa llena de felicidad como si estuviera haciendo un buen trabajo ocultando un secreto. Después de unos segundos manteniendo la pequeña sonrisa traviesa para luego soltar una risa juguetona antes bajarse de la pequeña banca, moverla, agarrar un poco de ropa y volver a subirse para colgarla. La albina juraba que si se pudiera morir por ternura ella ya lo hubiera hecho, el de ojos dorados era una ternura por donde lo miraras.

- y ¿Por qué no puedes decírmelo?

- Porque prometí guardar el secreto.

- Mmm ya entiendo.

No hizo algún otro comentario y siguió ayudando con la tarea que estaba haciendo el menor. Pero su ambiente no era uno incomodo, si no que era tranquilo y relajado gracias a que el chico no notaba su molestia por las personas que se habían aprovechado de la inocencia de su pequeño. Además, este último se encontraba tarareando una melodía pegajosa de algún comercial de la televisión, ya que era un comercial que ella también había escuchado con esa melodía pegajosa.

No fue hasta que paso una hora que terminaron de tender la ropa solamente acompañados por el suave tarareo del menor de ambos. El de ojos dorados acomodo todo antes de agradecer a la mayor por su ayuda e irse corriendo donde su amiga pelinegra que le esperaba. La albina se despidió con una sonrisa del menor hasta ya no verlo, allí fue cuando su rostro tomo un aspecto más serio. Iría a buscar a los culpables de aprovecharse de la amabilidad de su protegido.

Se dirigió a la cocina en donde se encontraba el cronograma de tareas, aprovecharía que el pequeño Baam se encontraba distraído con su amiga que venía de vez en cuando para hablar de manera civilizada con aquellos chicos. Una vez comprobada la información fue a la sección de cuartos entrando a la de los tres mayores que se encargaban del lavado y tendido ese día. No se sorprendió para nada al verlos tirados en sus camas con sus celulares.

- Woaw que ocupados están, tanto así que tuvieron el valor de mandar al pequeño Baam a que haga sus tareas.

- ¡Señorita Evankhell!

My Person [BaKhun]Where stories live. Discover now