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— Si esperabas a alguien ya me hubiera ido, ahora ve a atender.

El rubio miro aún más enojado a la puerta y maldiciendo a la persona que estuviera detrás de esta por las palabras del albino, quería hablar con este de manera tranquila y pasar una buena mañana si era posible, después de tiempo disfrutaba de un buen despertar. De mala gana se alejó de la cocina para ir a la puerta sin importarle no tener alguna camiseta que tapara su torso desnudo.

— Si es alguna de ellas, voy a despedir con ganas a ese tipo. ¡Ya voy joder! ¡Deja de tocar y romperme los huevos!

Ante su grito enojado el timbre dejo de sonar y una leve risa se escuchó ahora de fondo desde la cocina, aquello provoco una leve sonrisa en el rubio como si su mal humor se hubiera ido volando. Abrió la puerta aun con aquella sonrisa y cuando sus ojos chocaron con unos ojos azules que lo miraron sorprendidos. La sonrisa que portaba se borró de inmediato y su rostro se llenó de disgusto.

— ¿Qué mierda quieres?

— ¿Qué zorra barata te dejo marcado?

— ¿Ah? No me respondas con otra pregunta

— Tu respóndeme primero ¿Quién mierda te marcó? Nadie tiene permiso de marcarte

— Esto no es de tu incumbencia, así que lárgate

— Si es de mi incumbencia, ahora con permiso que tengo que poner en su sitio a esa zorra barata y asquerosa que se atrevió a marcarte como si fueras suyo.

— Espera ¿Qué? ¡Oye!

La chica de cabellos albinos entro de manera rápida evitando al más alto y sus tacos resonaron en suelo frio del departamento, cuando llego a la cocina vio la espalda de alguien con el mismo tono de su cabello y se quedó quieta en donde estaba.

— Escúchame zorra de mierda ¿Cómo te atreves a marcar el cuerpo de mi hombre? Está bien que pase las noches con otras como tú, pero ninguna de ustedes tiene el derecho o el permiso de marcarlo. ¿Quién se fijaría en una cualquiera como tú? Así que toma tus cosas y lárgate de aquí.

El rubio que había corrido hasta su cuarto para colocarse una camisa sencilla llegó justo cuando el discurso ridículo de la chica había acabado. Chasqueo la lengua nuevamente, sus labios se abrieron dispuestos a gritarle a la chica, pero se cerraron nuevamente al sentir como el ambiente se tornaba frio. La presión que salía del albino que seguía tomando su café de manera tranquila fue bastante tanto que hizo temblar a ambas personas que estaban presentes que aguantaron la respiración.

Solamente cuando el albino dejo la taza sobre la barra volvieron a respirar. Este se levantó de manera suave y elegante de donde estaba sentado volteándose para encarar al rubio y a la albina, la chica al ver quien era volvió a aguantar la respiración. El rubio por su parte trato de acercarse, pero el albino comenzó a caminar hasta estar frente a la albina, su vista fue de arriba hacia abajo. La chica estaba vestida de una manera que resaltaba bastante su pecho, su cadera y sus piernas, a él no le molestaba aquello, pero la exageración de la chica sí que era repugnante.

Cuando sus ojos azules volvieron a encontrarse con los ojos azules de la contraria, su mano se alzó y encesto una cachetada con fuerza en su cara provocando que esta se volteara para un lado. El rubio solo soltó un suspiro sabiendo que esto podía pasar, no lo detuvo y tampoco le importaba si la albina salía lastimada, se lo había ganado por haberse saltado su mandato de que nadie se acercara a su casa por ese día.

La de ojos azules simplemente se encontraba parpadeando procesando el que el albino le haya golpeado y además con fuerza. Cuando volteó su rostro dispuesta a responderle no pudo hacer nada ante la mirada desaprobatoria y llena de asco que estaba sobre su cuerpo.

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