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— Creo que tú y yo tenemos una conversación pendiente Baam.

El castaño se le quedo mirando a su hermano albino que había decidido moverse de donde se estaba apoyando para entrar en su habitación cerrando la puerta tras de él. Pero de allí no hizo más movimiento, no se acercó ni se volvió a apoyar en alguna superficie para estar cómodo.

— ¿No vas a sentarte?

— Prefiero estar parado, se me es más cómodo de esta forma.

— Entiendo

Y después de esas palabras no se dijo más, un silencio incomodo se instalo entre los dos jóvenes, el castaño no sabía que decir para animar a su hermano a que comenzara a hablar y se soltara con él explicándole porque había hecho lo quiso aquel día. Y por parte de albino, tampoco quiso abrir sus labios para hablar con tranquilidad y aclarar todo de una vez por todas.

No fue hasta que pasaron varios segundos en ese silencio que era sofocante, que el albino decidió abrir sus labios tomando un poco de aire. Normalmente era alguien quien decía todo o que sentía sin ningún pelo en la lengua, pero cuando se trataba de su familia adoptiva algo evitaba que sus labios se abrieran para que dijera todo lo que tenía decir.

— Ante todo, me alegra que te mantuvieras sano de alguna forma, estás muy alto y tu cuerpo eta muy tonificado para tu edad.

— ...

— Ahora, siento que aquel día cometí un error al haberte mandando donde los ancianos en vez de aconsejarte de manera correcta como el hermano mayor que soy tuyo. Te hice pasar por varias cosas que no debiste pasar.

— ¿Por qué donde los ancianos?

— Yo era impotente en lo que era fuerza política, económica o social, después de todo soy un bastardo de mi padre que fue mancillado por las cámaras publicas cuando solo tenía unos cuatro años. Yo quería protegerte de todo, pero sobre todo de Zahard, aquel ser que asesino a tus padres y que solo buscaba lo peor para tu familia. La mejor opción que encontré fue aliarme con los ancianos de FUG, si pasaba algo que te volvía lo suficientemente inestable como para seguir viviendo en esta casa, yo tendría que darte a sugerencia de ir a un lugar y llevarte con ellos.

— ¿Y creíste en ellos?

— Ellos me juraron de que estarías bien, de que nada te pasaría y que sobre todo serías feliz donde estuvieras. Hasta firmamos un contrato en donde dejábamos bien detallado todo.

— ¿Y qué pasó?

— Cuando supe que no estabas viviendo una vida tranquila, fui a confrontarlos y a reclamarles de que no podían hacer esto, que había un contrato de por medio. Solo me gané sus risas y terminaron de llevarse toda inocencia que tenía sobre creer en las personas.

El castaño miraba de una manera complicada al albino quien se encontraba derramando lagrimas que se habían logrado acumular en sus ojos en algún momento de la conversación.

— Blanco, cuando comencé a vivir allí si lo odie, pero con el pasar del tiempo además de mis arrepentimientos, llanto y gritos, agradezco haber llegado a esa casa porque así pude conocer a gente que ahora son personas importantes para mí.

— Baam...

— Pero eso no evita que también sufrí por todas las cosas que me obligaron a hacer lo ancianos, no te puedo perdonar ahora mismo, mi mente no me lo deja.

— Lo entiendo, tampoco te pido que lo hagas ya que sería muy hipócrita de mi parte pedírtelo sabiendo todo lo que te hice pasar.

— Blanco, no te castigues por lo que paso, no te perdonare por ahora, pero más adelante lo puedo hacer.

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