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La alarma sonaba en la habitación de un chico de cabellos celestes provocando que este se removiera entre sus sabanas parpadeando varias veces mientras se acostumbraba a la luz que entraba por la cortina. Cuando por fin estuvo más despierto se sentó en su cama mientras su cerebro terminaba de procesar que ya no estaba dormido. Su puerta fue tocada y susurro un pasen haciendo que una castaña entrara en una escena. Esta al ver como el chico se encontraba sentado mirando por la ventana con los ojos entrecerrados supo que solamente hace unos momentos se había levantado.

— Buenos días señorito Agüero.

— Ya te he dicho que solo Agüero nana

— Y yo ya le he dicho que no pienso hacerlo

— Mmm

— Será mejor que se apure para que tome su desayuno y pueda el chofer llevarlo a su colegio.

— No será necesario, me iré caminando.

— ¿Disculpe?

— Que me iré caminando

El adolescente se levantó por fin de su cama estirando su cuerpo mientras soltaba un pequeño bostezo, tomo su ropa que se encontraba a un lado ya lista para usarse y se metió a la ducha para asearse dejando a una castaña aun sorprendida.

— Esto es demasiado raro

Murmuro para sí misma abriendo las cortinas del cuarto dejando que la luz entrara al cuarto y se dispuso a ordenar. Cuando termino el chico salía del baño secándose sus cabellos, sonrió al verlo tan grande. A su memoria vinieron recuerdos de cuando lo cargo por primera vez y era tan pequeño que entraba en su brazo.

— ¿Nana?

— Oh nada señorito Agüero, vamos.

La castaña salió del cuarto con el chico detrás suyo, se encaminaron al comedor en donde ni bien abrió la puerta un silencio incomodo invadió el ambiente.

— Sigo preguntándome porque tenemos que tomar el desayuno con un asesino.

— Si te molesta mi presencia puedes levantarte más temprano.

El chico de catorce años miro de forma fría a la chica que le miraba de la misma forma mientras tomaba asiento. El silencio se hizo más incómodo hasta que el llego el último de la familia Khun sentándose a un lado de su hermano.

— Traigan el desayuno.

Y como todas las mañanas los sirvientes se movían de un lado a otro trayendo el desayuno de todos los presentes. Este se tomaba en silencio a comparación de otros años. La castaña miraba esto con pena, después de lo ocurrido hace años el ambiente familiar de aquella gran familia había cambiado. Ahora solamente era frio y cada vez que había una discusión se podía ver como chispan salían de ellos mismos como unos rayos.

— Y ¿Cómo te va en la escuela asesino? ¿Ya mataste a alguien?

— Eso no te incumbe para nada Kiseia, así que cállate y déjame en paz.

— ¡Eres un insolente! ¡Soy mayor que tú respétame!

— Yo no tengo que respetar a nadie que me falta el respeto a mí. Así que, si quieres mi respeto, cierra tu boca y no te metas en mi vida.

El de ojos azules miraba de manera frívola a la chica que le recorrió un escalofrió al ver esa mirada. Si bien no le tenía nada que temerle al chico, esa mirada se parecía demasiada a la de su tío y prima mayor cuando se enojaban.

— Agüero, Kiseia ambos cálmense ahora.

— Si tío

— Gracias por el desayuno

My Person [BaKhun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora