Capítulo IV

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Mamá y papá salieron muy temprano de casa ya que el Hokage los había citado en su oficina.

— Masaki-san, Meiko-san —los saludó el Hokage.

— ¿En qué podemos servirle, Tercero-sama? —ambos se mantenían hincados en el suelo con la cabeza agachada.

— Ha habido rumores de que las cuatro grandes naciones han entrado en un gran conflicto, hay riñas entre ellos y se acercan lentamente a la frontera del país del fuego —al escuchar eso, mis padres abrieron los ojos con sorpresa, estaban muy preocupados.

— ¿Eso quiere decir que...? —intuyó papá, levantando la mirada junto con mamá para ver al Hokage a los ojos.

— Si, es probable que muy pronto entremos en guerra todas las cinco grandes naciones —Papá chasqueó la lengua, irritado—. Los llamé porque quiero enviarlos a una misión.

— Estamos a sus órdenes, Hokage-sama.

— El señor Feudal le ha pedido a la aldea de la Hoja enviar a un grupo de shinobis para vigilar la frontera con las otras naciones —explicó—. Quiero que ustedes vayan a la frontera norte y vigilen.

Mamá se mordió el labio inferior, sabía que sería una misión larga que llevaría varios meses, no quería dejarnos solos en casa.

— Sé lo que estás pensando Meiko-san, yo tampoco quiero que dejen solos a sus hijos, y no puedo asegurarles que esta misión no tardará mucho, porque si las cosas empeoran y se lleva a cabo la tercera gran guerra, ustedes tendrán que pelear en el frente para retenerlos.

— Lo entendemos muy bien, Hokage-sama —dijo mi padre—. Es nuestro deber como shinobis proteger a la aldea. Cumpliremos con ello.

El Hokage asintió con usa sonrisa —Bueno, entonces saldrán mañana mismo al amanecer.

— ¡Hai!.

— Y no se preocupen por sus hijos, yo personalmente me haré cargo de ellos hasta que vuelvan.

— Arigato, Hokage-sama —dijo mi madre—. Pero creo que será mejor que nuestros hijos se queden con sus tíos Fugaku y Mikoto.

— Bueno, como ustedes deseen.

Mamá y papá llegaron a casa y nos dieron la noticia de que debían irse a una misión, no nos dieron los detalles exactos, no querían que nos preocupáramos por la guerra que se avecinaba.

— ¡Por favor, no nos dejen! —chillé, aún no comprendía el sentido del deber y la obligación que tenían los shinobis.

— Lo siento, pequeña —dijo papá, acariciando mi cabeza —. Te prometo que trataremos de regresar lo más pronto posible.

— Ya basta, Anaru —dijo Obito con molestia y de inmediato lo miré sorprendida—. Es su deber como shinobis, ya deja de llorar.

— O-Obito... —mi voz se entrecortó y mamá se acercó para limpiar mis lágrimas.

— Ya no llores, amor —trató de consolarme—. Solo nos iremos por un tiempo, pero regresaremos y volveremos a estar los cuatro juntos. Lo prometo.

🍥

A la mañana siguiente justo al amanecer, Obito y yo fuimos a la gran puerta de la entrada para despedir a mis padres.
Obito, que desde ayer se había comportado muy extraño, no dijo ni una sola palabra. Mamá y papá se observaron mutuamente, preocupados por la actitud de su hijo mayor y se acercaron a él para hablar.

— Hijo, ¿todo está bien? —le preguntó papá.

— Quiero presentar el examen de ascenso a gening dentro de tres meses.

Nuestra promesa «Shisui Uchiha»   [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora