Capítulo VIII pt.2

386 33 1
                                    

Los dos siguientes meses conviví mucho con mis padres, nunca habíamos pasado tanto tiempo juntos, ahora que Obito ya no estaba ellos no querían volver a cometer el error de no pasar más tiempo conmigo y arriesgarse a que volviera a caer en depresión.

Una tarde todos salimos a dar una vuelta por la aldea y comimos en un rico restaurante.

La verdad es que mi corazón nunca había sentido tanta calidez, casi todo era perfecto, si no fuera por el hecho de que tuvimos que perder a alguien a quien amábamos mucho para poder unirnos más.

— ¿Qué tal va tu equipo? —preguntó papá—. ¿Yūki los trata bien?.

— Si, nuestro sensei es muy amable —le respondí—. Aunque a veces me da algo de lástima.

— ¿Por qué, cariño? —preguntó mamá.

— Creo que Itachi y yo lo hacemos sentirse inferior y algo tonto —papá soltó una carcajada y mamá lo golpeó—. Él nos dice que no lo necesitamos, que ya lo sabemos todo.

— Si, tal vez sea así —papá me dijo—. Pero no sólo se trata de que Yūki les enseñe sobre ninjutsus o taijutsus. Se trata de que les enseñe de la importancia del trabajo en equipo.

Suspiré.

— Si, tal vez tengas razón —respondí—. Yūki-san cree que no nos ha enseñado nada, pero Itachi está muy agradecido con él por enseñarle el valor de tener y cuidar a sus compañeros. Ahora él y Tenma se llevan muy bien.

— Lo ves. Eso es bueno —respondió mamá—. Ese chico Tenma también debe estar muy agradecido.

— Si, tal vez —dije sin mucha importancia.

— Hablando de ese chico Tenma... —el tono de voz de papá sonaba algo raro—. ¿Qué te parece?.

— ¿De qué hablas? —le pregunté.

— Bueno... Es un chico, y tú una chica...

Qué gran observación, papá.

— Vamos, Masaki —le dijo mamá—. No estés insinuando esas cosas. Nuestra hija todavía es pequeña para pensar en eso.

— Si, lo sé —papá trató de excusarse—. Pero hoy en día las niñas inician a sentirse atraídas por los chicos a muy temprana edad —me miró—. Tú tan solo tienes seis años, pero ya piensas como alguien mayor, entonces entendería que te sintieras atraída por algún chico. Sé sincera con tus padres mi amor, ¿hay alguien que te guste?.

— No papá, no hay...

— ¡Perfecto! —saltó de la emoción—. Me alegro mucho.

— ¡Masaki! —le gritó mamá porque lo había gritado demasiado fuerte y las personas que pasaban se nos quedaron viendo mal.

Papá se disculpó y después suspiró y sonrió melancólico.

— Tal vez ahora no te interese nadie, pero después será inevitable —volvió a dirigirse a mí—. Por eso quiero decirte lo que pienso acerca de eso, sé que te lo he dicho muchas veces, pero para mí el tema de una pareja es muy importante. Sé que probablemente no te casarás con tu primera pareja, mamá y yo somos un caso especial, ella fue la primera mujer que conocí y ahora estoy casada con ella, no digo que sea igual para ti, es solo que... —sentí cómo el corazón de papá se enternecía y se comprimía—. Es solo que no quiero ver sufrir a mi princesa.

— Papá —sentí cómo la visión se me nublaba por las lágrimas que se estaban acumulado—. No te preocupes, prometo que encontraré a alguien como tú.

— No tiene que ser perfecto, solo tiene que amarte tanto como tú lo ames a él —siguió dándome consejos.

Sabía que seguiría con lo mismo un buen rato así que lo detuve.

— Así será, papá —lo abracé—. No tienes por qué preocuparte.

🍥

Los últimos días conviví como nunca con mis padres, pero sin embargo algo no me dejaba tranquila, sentía algo extraño dentro de mí, lo mismo que sentí días antes de que Obito muriera.

Decidí alejar esos pensamientos ya que me traía malos recuerdos y decidí ir a entrenar, Orochimaru me esperaba fuera de la aldea para emprender un viaje, estaríamos fuera durante tres días ya que el entrenamiento se estaba volviendo cada vez más pesado. Antes de irme me despedí de mis padres y de Itachi y el pequeño Sasuke.

— Es mucho tiempo hija, estoy algo preocupado —dijo papá nervioso.

— No te preocupes papá, estaré bien, lo prometo.

— Me hubiera gustado que Itachi te acompañara.

— A mí también, pero está muy ocupado, debe cuidar de su hermanito pequeño.

— Está bien, cuídate mucho y regresa pronto, te estaremos esperando, te amamos.

Justo en la entrada de la aldea visualicé al Legendario Sannin que estaba esperándome. Un viento frío me caló en los huesos y de forma automática mi vista se dirigió hacia la dirección a donde iba el viento, en la roca Hokage, vi a una persona arriba de la cabeza del Cuarto Hokage, no pude identificarla y en un parpadeo se esfumó.

— Anaru, Anaru...

Estaba tan centrada viendo el lugar donde antes había estado la persona que ni siquiera escuché que Orochimaru me llamaba, hasta que me tocó e hizo que saliera de mi trance.

— Anaru —el hombre de tez blanca tocó mi hombro y provocó que pegara un pequeño salto del susto—. ¿Está todo bien?

— S-si —continué mirando la roca Hokage por unos segundos y después aparté mi vista y emprendimos el viaje.

🍥

— Espero que cumplas tu promesa —le dije mientras caminábamos por la orilla de un río—Kushina-san podría dar a luz en tres días y quiero estar con ella, debemos apurarnos con ésto.

— Llegaremos antes de eso, no te preocupes.

.....

Cuando llegamos a una aldea cercana nos instalamos en un pequeño hostal y salimos a entrenar a un campo abierto.

Practicamos taijutsu, Orochimaru me derribó una vez tras otra a tal punto de que sentí que se me iba a romper la espalda.

— Has estado muy distraída desde que salimos de la aldea, sea lo que sea en lo que estés pensando olvídalo y enfócate, a no ser que quieras quedarte aquí un día más.

— ¡Pero prometiste que...!

— Eso dependerá de ti.

Apreté los dientes y seguí practicando.

Al día siguiente practicamos ninjutsu, creando y perfeccionando jutsus de todas las naturalezas, también me enseñó a manejar a la perfección mi chakra.

Cuando llegó el día de regresar a la aldea, Orochimaru tuvo que irse de emergencia debido a que recibió una extraña carta. Yo no podía irme sin él ya que no conocía el camino, él era el único que podía guiarme de vuelta a casa

Oh, vamos... —dije impaciente mientras esperaba sentada afuera del hostal. Ya se había llegado el día y la hora en la que Orochimaru había dicho que regresaría.

Miré al cielo conforme el tiempo pasaba, cada vez se hacía más tarde.

Como no había rastro de Orochimaru decidí entrar de nuevo al hostal y pedir indicaciones para regresar de vuelta a Konoha yo sola. Justo cuando me puse de pie mi visión se nubló y me caí de sentón de nuevo, no podía ver nada, todo estaba obscuro, como si hubiera perdido la vista, mi corazón se detuvo por unos segundos y después comenzó a latir desesperadamente, terribles recuerdos me vinieron a la mente.
Esto siempre pasaba cada que tenía una visión, y la mayoría de las veces no era nada bueno. Me sujeté con fuerza a mi asiento conforme colores e imágenes se formaban en mi mente.

Mis miembros comenzaron a temblar, se avecinaba algo terrible, podía sentirlo.

Lentamente apareció frente a mí algo que me dejó helada. La Luna se había teñido de sangre mientras que el reflejo de algo que se parecían a las colas de un zorro destruían a la aldea.

Parpadeé repetidamente y la visión desapareció. Segundos después ya me encontraba saliendo de la pequeña aldea a toda velocidad.

Nuestra promesa «Shisui Uchiha»   [EDITANDO]Where stories live. Discover now