Capítulo 12

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12

Rebecka


—Así que... ¿sólo se te ocurrió invitarlo a cenar?—pregunta mi mejor amiga, mientras mastica un trozo de fruta.

Ladeo la cabeza y asiento—Fue lo primero que se me vino a la mente...

—Y minutos antes dijiste que lo detestabas.

—No es de mi total agrado...

—Ya, por eso lo invitas a tu casa.

—Si, se que no fue la mejor idea del mundo, pero ya deja de reprenderme.

—Para alguien que odia a Alessandro, no te ves tan intranquila.

Suspiro—Solo intente ser amable.

—Tu jamás serias amable con alguien que no lo ha sido contigo.

—Tal vez ya cambie...

—Becka... lo peligroso sabe mejor, pero no siempre es lo mejor.

—Tu madre me dijo lo mismo...

—¿Qué? ¡Carajo!, no le digas que lo dije, creerá que le robo sus frases de señora.

Sonrió—Ella te ama...

—Claro... solo jamás me deja tranquila.

—Yo moriría por que mi madre se tomara un segundo para darme un consejo, valora los que te da la tuya.

Sonríe y asiente.

Se levanta de la mesa—Iré a tu auto, ayer olvidé mis caramelos.

—Bien—murmuró levantando los trastes del desayuno.

La escucho abrir la puerta.

—¡Oh mierda!—sisea.

—¿Ocurrió algo?—me asomo y la veo parada en el marco de la puerta.

Voltea a verme inmediatamente.

—Algo que no va a gustarte...

Frunzo el ceño, me limpio las manos húmedas y camino hacia ella.

Empujó un poco la puerta y veo hacia afuera, abriendo la boca de inmediato.

¡Oh no!

Un camión enorme de mudanza, frente a mi casa, hombres bajando cajas y muebles, y por supuesto...

Alessandro Ackerman dándoles instrucciones.

Volteo a ver a Cami inmediatamente—¿Qué carajos..?

—Me preguntó lo mismo...—responde.

Me cruzo de brazos, Alessandro se da la vuelta, al verme sonríe y baja sus lentes de sol.

—Buenos días, vecina...

Bufo y bajo los brazos, camino hasta la orilla, quedando frente a él, pero separados por la calle.

—¿Vecina?—la palabra me causa estragos.

Sonríe—Me acabo de mudar a casa de mis abuelos.

—¿Por qué?

—Despertaste muy preguntona.

—Merezco saberlo, si seremos vecinos.

—Decidí que quiero estar más cerca de mis abuelos.

—Yo los cuido, no eres tan necesario.

Sonríe y ¡carajo!, no me resisto.

—Y seguirás haciéndolo, pero ahora me cuidarás a mi también.

Chasqueó la lengua—¿Necesitas una niñera?

—Me vendría bien una...

—No te cuidaré...

—Eso ya lo veremos—se coloca las gafas—Ahora si me permites, tengo una mudanza que supervisar.

Me da la espalda y continúa dando indicaciones.

Farfulló y camino hacia dentro, empujó a Cami y entramos.

—¿Se mudará?

—Eso parece...

Lleve a Cami a casa, mi hermano insistió en quedarse un día más, así que regrese sola a casa. Y me pase todo el día en mi habitación, encerrada, únicamente viendo por la ventana.

Aún no podría creer que se mudó frente a mi, tenía tantas preguntas en mi cabeza.

¿Por qué ahora?
Jamás le habían importado sus abuelos.

*****

El fin de semana se paso igual de rápido como llego.

Y yo me la pase encerrada en mi habitación, haciendo tarea y asechando a mi nuevo vecino, quien solo salió por la noche, y acompañado de sus choferes.

—¿Qué tal tu nuevo vecino?—pregunta Cami.

Mientras guarda sus libros, acabamos de salir de clase.

—Nada raro...

—¿Hoy te toca trabajar?

Exhalo profundo—Si, ni me lo recuerdes...

Besa mi mejilla—Buena suerte.

—La necesitaré...

Fui a dejar a Cami en su casa, le di de comer a Ray y me aliste para el trabajo.

Me veo nuevamente en el espejo, me muerdo el labio, muy insegura por mi atuendo, pero al carajo, no tengo porque preocúpame por ello.
Tomo las llaves de la casa y mi celular, salgo de mi casa, y tardo más de lo normal en cruzar la calle.

Respiro hondo, antes de tocar la puerta.

La abuela me recibe con una sonrisa.

—Linda Becka...—besa mi mejilla.

Me hace espacio para entrar y nos sentamos en la cocina.

—¿Como ha estado?

—Hemos estado muy bien cariño, muy felices, ¡nuestro nieto se mudó aquí!

—Si, me enteré, me alegro por ustedes, solo espero que sigan necesitándome.

—Claro que si cariño, estamos encantados de tenerte, no te dejaremos ir...

Sonrió, me siento aliviada, tenía miedo de perder este trabajo, realmente me gusta y me siento muy cómoda.

La puerta se abre, dejando entrar al nieto, quien lanza la mochila y sube las escaleras a toda velocidad sin importarle nada.

—Alessandro, la mochila—reprende la abuela.

El susodicho baja y nos observa, me repasa lentamente.

Se lame los labios antes de hablar.

—Creí que para eso estaba la empleada.

Hago una mueca.

¿Quién se cree este idiota?

—Rebecka no es tu criada, ahora ten modales y levanta eso.

Le hago mala cara, solo sonríe, de mala gana toma la mochila del suelo y vuelve a subir.

—Discúlpalo, está muy mal acostumbrado a ese tipo de desplantes.

—Puedo entenderlo...

Y estaba dispuesta a quitarle sus pésimos modales.


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Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Where stories live. Discover now