Capítulo 23

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23

Rebecka

Alessandro condujo hasta la playa. Honestamente no nos quejamos, todos disfrutamos estar acostados sobre la arena mientras veíamos el cielo oscurecer.

Sentia como la tristeza se apoderaba de Alessandro, aunque fingía estar fuerte era inútil ocultarlo.

—Si quieres hablar... puedes hacerlo—murmuro sin quitar la vista de las estrellas.

—Estoy bien—asegura.

No insisti mas, sabia que no tendría sentido obligarlo a decir algo y lo entendía, muchas veces prefieres guardarlo y sacarlo mas adelante.

De regreso Alexis conducio, junto a el estaba Cami. En la parte de atrás Alessandro y yo. El con la mirada fija en la ventana, pero con su mano cubriendo levemente la mía.

Nos dejaron en casa de Cami y se fueron.

—¿Qué tal estuvo la fiesta chicas?—preguntó Luna al vernos entrar.

—No estuvo tan mal—me limito a responder.

Agradecí que no insistió más, subimos a la habitación de Cami y solo nos lanzamos a la cama.

Realmente no se qué ocurrió antes de que los lanzáramos a la piscina, pero Alessandro se veía afectado, algo había pasado entre él y su padre antes de todo, algo le dijo, algo que debió ser duro.

—Esa familia es una locura—murmura mi amiga.

Suspiro, mi pecho se siente pesado—Lo es...

Todo el mundo sabe que la familia perfecta es siempre la que tiene más problemas. No se pude tapar el sol con un dedo, hay muchos secretos sobre ellos a la luz.
Hace unos años se dijo que Ariel Ackerman le había sido infiel a su mujer, teniendo así un bastardo como ellos lo llamaron, jamás se supo nada más, pues ellos mismos pagaron para que el secreto se guardara.

Y se han revelado más secretos sobre ellos, se sabe que la familia podría destruirse si algunos de sus hijos se atreve a hablar.

****

Habían pasado algunos días, y todo normal, dentro de lo que cabe.
La guerra con mi madre aún seguía, no estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer y sabía que ella tampoco.

Mientras tanto la familia Gerber me recibían de maravilla, lo cual agradecía, ellos siempre habían sido una familia de verdad.

—Ya necesito vacaciones—murmura Cami.

Sonrió, aún falta mucho para las vacaciones.

—Mejor enfócate en las clases...

Ese día los hermanos Ackerman no habían ido a estudiar. Por la tarde pase por la casa de los abuelos y todo parecía normal, no había rastro de los dos hermanos y eso me intrigaba mucho.

Me toco ayudar a limpiar el baño, no es algo que deteste en realidad, en casa suelo hacerlo la mayoría del tiempo. En una pequeña caja empaque todos los productos de limpieza que encontré y me dirigí al baño.
Al tratar de entrar logre escuchar la regadera encendida, eso me mantuvo alerta, pues creía que no había nadie en casa. Mi curiosidad me ganó y giré la perrilla de la puerta, deleitándome con la mejor imagen que pude encontrar.

No, no estaba en un museo, tampoco era una película, me pellizque levemente el brazo para confirmar si estaba en un sueño, gustosamente no lo era. Estaba viendo a Alessandro Ackerman en toalla, con el cabello húmedo y con esas tabletas mojadas después de una buena ducha.

¡Dios!, todo me temblaba, ni siquiera podía moverme o intentar cerrar la puerta, solo me quede cono estúpida observándolo, hasta que su vista conectó con la mía y fue algo diferente, distante y sin brillo.

—Rebecka—murmuró.

No se por que esperaba algo más de el, esta claro que todo lo que ocurrió en el evento se quedó haya. También recuerdo que dije que no me relacionaría con el de ninguna manera existente por mas que me gustara,no se por que me ofende algo que este su tono sea tan frío.

—Lo siento, creí que no había nadie y venía a limpiar el baño.

—Está bien, ya termine, puedes hacer lo que tengas que hacer.

Pasa junto a mi y se encierra en su habitación, la cual está al fondo del pasillo, no se por que sigo ofendida. Pero trato de olvidarlo y comienzo con mi tarea.
Media hora después había terminado, no fue complicado, el baño estaba casi perfecto. Termine mi día por hoy, baje a la cocina para asegurarme de que todo estuviera en orden con los abuelos, y procedieron a pagarme el día.

Tome mi mochila, salí de ahí.
Aún era complicado ver mi casa y no ir, ya habían pasado semanas y aún seguía sin hablar con mi madre, a mi hermano lo veía de vez en cuando, solo en las ocasiones que iba a la casa de los Garber.
También extrañaba mi auto, en especial a ese bebé.

Suspire y comencé a caminar por la acera.

—¿Quieres dar un paseo?—preguntaron a mis espaldas.

Sabía perfectamente quien era, voltee y lo vi parado ahí junto a su camioneta.

Ladee la cabeza y me encogí de hombros—Solo si me dejas conducir.

Frunció los labios en un gesto negativo—Mejor lo hago yo.

Suspiro—Será para la próxima.

Me di la media vuelta y seguí caminado.

—Bien, bien, tú ganas, solo no hagas locuras o excedas la velocidad.

Sonreí y volvía a voltear, me acerqué y extendí mi mano, no muy convencido depositó las llaves en la palma de esta. Sonreí como una niña pequeña y me monte en la gran camioneta que estaba impregnada de su caro perfume. Acomode el asiento y me coloque el cinturón, introduje la llave e inmediatamente arranque el motor, no le di tiempo de colocarse el cinturón cuando ya estaba conduciendo.

—¡Wow! Rebe, baja la velocidad—murmuró.

Rebe...

Voltee a verlo y pare el auto.

—¿Rebe?—pregunte.

Su cara era de evidente confusión.

—¿Ocurre algo?

—¿Ya no tienes ningún apodo para mi?

Poso una sonrisa—Ósea que si te gustaba que te llamara fresita...

Hice una mueca—No del todo, pero no era tan nefasto.

Sonríe—Entonces se queda fresita.

—Tienes que ser más original Ackerman—arranque de nuevo.

Su risa resonó y fue un sonido sincero.

—No tengo tanta originalidad.

—Te puedo ayudar en eso.

—Me encantaría la ayuda Cavanaugh.

El verde de sus ojos brillaba de nuevo, eso me alegro, centre mi vista en la carretera.

—¿A dónde me llevarás?—pregunto.

—¿Eso importa?, solo quiero escapar.

—Hagámoslo—anima.

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Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora