Capítulo 22

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22

Rebecka

Me observa detenidamente.

—Vamos—lo tomo del brazo.

Se levanta rápidamente, y lo jalo. Cruzamos el pasillo hasta estar en el umbral de la puerta que guía al jardín.

—Te dije que quería salir de aquí...—murmura.

—Y yo te dije que nos íbamos a divertir.

—¿Qué tienes en mente?—pregunta.

Sonrió, comienzo a deslizar un guante fuera de mi brazo, él no deja de observarme.

—Sabes... hace mucho calor aquí—dejo los guantes a un lado, me inclino y comienzo a quitarme las zapatillas.

—¿Qué haces?

—¿Qué? ¿Te molestaría si me doy un baño en esa enorme piscina?

—Rebecka... no creo que sea una buena idea.

—¿Por qué? ¿Tus papis van a enojarse?, de verdad creí que no te importaría eso.

—Y no me importa—asegura.

—¿De verdad?

Asiente muy decidido.

—Bien, entonces... sígueme—comienzo a correr hacia la piscina.

Él me observa por un momento, como si no entendiera pero después comienza a correr detrás mío.

Por un momento todo se congela. No importa si nos están observando, justo en ese lapso de segundos solo importamos él y yo.
Sin temor me lanzó a la piscina, no me importa nada, ni mi cabello, ni el vestido, absolutamente nada. Recibo de golpe la fría agua, entrando por mi nariz y oídos. Salgo rápido a la superficie, justo a tiempo para ver cómo Alessandro se lanza también.

Sale a la superficie, y me sonríe, una verdadera sonrisa una que jamás había visto.
Sus manos viajan a mi cintura, y por debajo del agua me agarra, haciendo que me acerque más a él.

¡Ay diosito!
¿Será este mi primer beso?
¡No me juzguen!, si tengo casi 20 y no he besado a nadie nunca, es normal... creo yo.

—¡Ay dios! ¡Yo también quiero!—la voz de Alexis hace que nos separemos inmediatamente.

Está al borde de la piscina, volteo detrás de él y por primera vez diviso como la gente nos observa. Se secretean cosas y nos juzgan con la mirada, obviamente no están acostumbrados a que los Ackerman se den un baño en medio de una fiesta tan importante.

Alexis se deshace de sus zapatos y se lanza junto a nosotros, salpicándonos un poco y creando una guerra de agua entre los tres.
En la orilla observó a Cami.

—Por favor... debes entrar—pido.

—¡Jamás!, no arruinare mi vestido.

—¡Vamos! ¡Entra!—le pide Alexis.

—No—se cruza de brazos.

—Bien, entonces ayúdame a salir—le extiende su mano.

Cami se acerca lentamente y toma la mano de Alexis, dispuesta a ayudarlo, pero él la jala haciéndola tambalear y caer junto con nosotros, ella chilla antes de sumergirse.
Yo me parto de la risa al ver como hace pucheros y patalea.

—¡Salgan de ahí! ¡Ahora mismo!—grita la señora Ackerman.

Ni siquiera vi en que momento se acerco, pero se nota molesta, su tono de voz la delata, aunque intenta mantener la compostura por que probablemente le importa mucho lo que la gente va a decir de sus prestigiosos hijos.

Con cuidado salimos de la piscina, justo en ese momento un grupo musical comenzó a tocar, supongo que fue un buen distractor, por que la atención se posó en ellos y no en nosotros que salimos forzadamente de la piscina a regañadientes.

El personal nos dio una toalla y nos hizo pasar al salón, donde obviamente ya esperaban el señor y la señora Ackerman, ambos igual de furiosos.

—¿Que estaban pensando?—grita el señor Ackerman.

—Fue mi idea—se adelanta Alessandro.

—No señor, yo fui la que lo obligó—intervengo.

—Claro que no, fue mi idea, dejen de cubrirme—me interrumpe Alexis.

—Bueno, yo no pienso echarme la culpa—agrega Cami.

Todos volteamos a verla y le hacemos mala cara.

—Me da igual de quien haya sido la idea, me dejaron en ridículo, no solo a mi, a la familia también, y no entiendo que hacen estas señoritas aquí, ellas no son de esta familia y ya ni siquiera deberían de seguir en esta fiesta que claramente ellas arruinaron.

—No tienes por que hablarles así—responde Alessandro en tono frío.

—Les habló como se me de la gana, esta es mi casa y en mi casa yo hablo como se me antoja.

—Pues quédate con tu jodida casa—se levanta Alessandro—No necesitamos nada de ti, ni tus reglas de mierda ni tu falsedad, mucho menos las mentiras.

—¿Nada de mi?, sin mi no eres nada Alessandro, eres un pedazo de escoria, mi apellido es el que te mantiene.

—Pues prefiero no tener apellido que portar uno sucio.

—Cuida lo que dices—eleva el tono y lo apunta con el dedo.

—¿Por qué papi? ¿Vas a pegarme?

—¡Largaos de aquí!—grita—¡Vayanse!

Tomamos nuestras cosas y salimos del salón.

—Olvídate de las tarjetas, de los guardaespaldas y de esta casa, aquí no vuelves, escúchame bien Alessandro, tú no regresas—grita a nuestras espaldas.

Alessandro solo cierra los ojos y respira hondo. Por inercia acerco mi mano a la suya, la entrelazo, voltea a verme y con la mirada solo le doy lo que quiere saber, que todo estará bien.

Al salir, vamos al estacionamiento donde está aparcada una lujosa camioneta negra, Alessandro saca la llave de su bolsillo y quita la alarma.

—Creí que no te llevarías nada—murmuró al ver cómo abre la puerta.

—Está es mía, la compré con mi dinero, todo lo demás es de él, pero está me la llevo yo.

Me abre la puerta del copiloto y me subo, atrás entran Cami y Alexis, quienes no hay dicho ni una palabra. Alessandro se monta en ella y solo se limita a conducir en silencio.

No tenemos un destino, pero ese no parece ser un problema. Pues los hermanos Ackerman están en uno más grande, y todo parece ser mi culpa.

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Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Where stories live. Discover now