Capítulo 38

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38

Rebecka

Tenía los sentimientos a flor de piel, me intentaba hacer la dura pero era inútil. Había caído en las garras de ese idiota con ojos perfectos.

—Dime que es lo que piensas...—su voz me hace sobresaltar.

Volteo a verlo y esta tan jodidamente perfecto, con ese cabello húmedo y esos labios rojos.

Moví mi cabeza intentando borrar esas ideas sexuales que comenzaron a salir de mi mente.

—En lo insoportable que eres..—bufé.

—Mientes—chasqueó la lengua.

—No..

—De seguro estabas pensando en ese jueguito que tuvimos en el baño..—se mordió el labio.

Y no mentía.
Mi cabeza no podía dejar de pensar en aquel momento, yo acariciandolo y él corriéndose en mi mano. Iba a ser difícil superarlo.

—Desearías que estuviera pensado en eso, es más, ya se me había olvidado.

De su garganta salió una risa ronca y sus mejillas se pusieron rojas.

—Eres pésima mintiendo Rebecka... es más, cuando intentas mentir me provocas...

—¿Un orgasmo?—sugerí.

Eso lo hizo reír aún más y yo me puse roja de la pena.

—Quería decir que me provocabas risa, pero un orgasmo también...

¡Carajo!

No podía pensar bien si decía esa clase de cosas.

Me levante del césped y comencé a alejarme.

—¿Y et consideras madura?, no eres capaz de afrontarme.

Voltee—Prefiero alejarme...

—¿Y por qué?—insistió.

—Porque si.

—No, tiene que haber una explicación.

—Porque, cada que estas cerca, tengo que controlarme tanto..

—No lo hagas—cada vez se acercaba más—No te controles.

—No me pidas eso Alessandro..

—¿Qué quieres hacer ahora mismo?, aquí me tienes.

Tome una bocanada de aire y con ella un poco de valor para tomar su rostro entre mis manos y junto nuestros labios. De forma inmediata se sintió la conexión, sus dedos rozando mi cintura y los míos enredándose en las finas hebras de cabello.
Inmediatamente mi cuerpo dejó de pesar, sus manos pasaron por debajo de mis muslos y me sostuvo en el aire.

Camino conmigo mientras nuestros labios seguían atacándose mutuamente. Sus manos se pegaron a mi trasero el cual no dudó en apretar fuertemente, me hizo jadear y despegar un poco mi boca de la suya, pero en cuestión de segundos había retomado el beso.

Estábamos en un jardín enorme y algo alejado de la piscina. Había decidió venir aquí para pensar un poco y alejarme de esta tentación, pero creo que salió peor.

Las caricias aumentaron y el deseo de tenernos también, Alessandro me sujeto de la cintura y pegó mi espalda duramente contra un árbol y yo grité.

—¡Ahhhhh!—jadee.

—¿Qué ocurre?—pregunto preocupado.

—¡Auch!, mi espalda, algo se clavo en mi espalda.

—Mierda...—maldijo y me bajo con cuidado.

Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora