Capítulo 30

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30

Rebecka

Me sentía muy herida.

Apenas había logrado soportar la escuela, aunque fue difícil, tenía miedo verlo, encontrármelo en algún pasillo o en la calle, pero gracias al cielo eso no había sucedido.

Algunas veces me encontré con Alexis, el cual ni siquiera podía verme a los ojos, por un momento deseé saber el por qué de su vergüenza, el no tenía nada que ver, o al menos eso creía yo.

Tenía que presentarme en la casa de los abuelos Ackerman, iba a renunciar, y no por que el padre de Alessandro me lo exigió, si no por que yo no estaba dispuesta a verlo todos los días. Ya encontraría otro trabajo.

Me arme de valor y cruce la calle, respire hondo, llene mis pulmones de oxígeno antes de tocar la puerta.
La tierna abuela Ackerman me abrió la puerta, sus ojos se iluminaron al ver los míos, poso una sonrisa tierna.

—¡Oh! ¡Hola linda!—saludó amablemente.

—Hola...—musité.

—Creí que no vendrías hoy.

—En realidad vengo a hablar con usted.

—¡Ay no!, dime que no renunciarás.

El nudo se instaló en mi garganta.

—Ven, pasa.

Se hizo a un lado y me dejo entrar. La casa se sentía vacía, solo esperaba a que él no estuviera aquí, estaba bien conmigo misma, mi orgullo se estaba recuperando.

—Dime...¿qué está ocurriendo?

—Ya no podré trabajar aquí—confesé.

—Okey, pero dime...¿por qué? ¿fuimos groseros contigo?

—¿Qué? ¡No!, claro que no.

—¿Entonces cuál es el motivo?

Suspire—Es solo que ya no tengo tiempo, necesito dedicarme más a la escuela.

—¿Qué te hizo?—pregunto.

—¿Perdón?

—¿Qué te hizo mi nieto?, él siempre es el problema.

—No me hizo nada—asegure.

—Si te hizo algo se las va a ver conmigo—aseguró algo molesta.

Sonreí al ver su seriedad.

—Me encanto trabajar con usted.

—Y a nosotros nos encantó tenerte, fuiste de gran ayuda, y si algún día quieres regresar, no dudes en llamar o venir, seguiremos siento tus vecinos.

—Gracias... de verdad lo tomare en cuenta.

Abrió sus brazos y me regaló un cálido abrazo, me sentí a salvo por un momento, hace mucho que no recibía un abrazo sincero y con cariño. Lo disfrute y después llego el momento de marcharme.
Camine hacia la puerta y la abrí, con cuidado la cerré detrás de mi y salí.

Visualicé mi casa, cuando estuve apunto de cruzar la calle fue cuando una camioneta negra intervino. Me quede en la acera y vi como aparcaba frente a mi.

La puerta se abrió y mi corazón se detuvo, pero solo se trataba de Alexis, salto de la camioneta y cerro.

Se sorprendió al verme.

—Hola...¿viniste a trabajar?

Negué—En realidad, vine a renunciar.

—¡Oh!—abrió la boca sorprendido—¿Te tratamos tan mal?

Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Where stories live. Discover now