Capítulo 54

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54

Alessandro

—Alessandro...

Me remuevo en la cama.

—Alessandro...

Escuchaba a lo lejos.
Que extraño sueño.

—¡Despierta!—otro grito.

Salte de la cama con rapideza, frente a mi estaba Cami, toda empapada, por inercia voltee y la cama estaba vacía.

—¿Qué ocurre? ¿Dónde...?

—Se fue.

Me levante de inmediato.

—No me jodas...

—¿Crees que te estoy jodiendo idiota?, se fue con Regina.

Carajo, no debí dormirme. 

—¿Por qué no la detuviste?

Agacho la cabeza—Tuvimos una gran discusión me enfadé, pero me preocupe cuando la vi que ella fue la que condujo.

—No entiendo Cami.

—A Becka le aterra conducir en la lluvia y no sabe hacerlo, le llame veinte veces y no responde, tengo miedo que algo haya pasado—habla tan rápido que me marea.

—Necesito que te calmes Cami...

—¡No puedo!, nadie la conoce como yo, yo se que siente, ella no quería irse pero se fue y es mi culpa yo no la detuve.

Comenzó a llorar, la abracé un momento mientras mi cabeza captaba toda la información.

—Necesito que te calmes, así no podemos hacer nada, respira.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a mi hermano con un vaso de agua, se sentó junto a la cama con Cami y le dio el vaso, ella tomó un sorbo y respiro hondo.

Inmediatamente tome mi celular mi llame a uno de nuestros guardaespaldas.

Respondió de inmediato.

—Joven Alessandro...

—Bill, ¿viste salir a Regina o a mi novia Rebecka?

—¿La pelirroja?

—Si, ella.

—No vimos salir a nadie, pero la camioneta donde llegó Regina ya no está.

Carajo...

—Necesito que salgan, conduzcan por la carretera, vayan a buscarlas, no deben ir muy lejos.

—De acuerdo—colgó.

Me acerque hacia mi hermano y Cami.

—Ya mande a los de seguridad, si encuentran algo me avisarán, necesitamos estar tranquilos.

Alexis asintió. Cami seguía temblando, minutos después se quedó dormida mientras mi hermano le acariciaba el cabello. Yo baje a tomar aire y el teléfono sonó.

—Señor Ackerman, hemos conducido una hora y no hemos visto nada...—aviso el hombre al otro lado del teléfono.

—Sigan conduciendo.

—Bien, estaremos al pendiente.

Colgué.

Ahora era yo el intranquilo, yo mismo debí haberlos acompañado, no dejaba el teléfono ni un segundo. Escuche algunos pasos y vi a mi madre bajar, ya casi eran las 4 am.

—¿Alessandro?—preguntó al verme sentado en la oscuridad.

Llevaba una bata arriba de su pijama.

Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora