Capítulo 24

46.8K 2.9K 609
                                    


24

Rebecka

Conduje mucho, pero finalmente me detuve casi al final del pueblo.

—¿Dónde estamos?—pregunto Alessandro.

—De pequeña solía estar aquí todo el tiempo.

—¿Al final del pueblo?

Sonrió—Si, pero también ahí—apunte al viejo restaurante.

—Es algo... rústico.

—Fue el primer trabajo de mi madre, la comida era deliciosa.

Inmediatamente se quitó el cinturón de seguridad.

—Entonces no se diga más, vamos.

Salió del auto.

Me limite a seguirlo.
La madera de la vieja puerta crujió al abrirla, y ese olor a papas fritas inundó mi nariz, era un olor que recordaba a la perfección. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que estuve aquí, recuerdo que corrieron a mi madre, ella furiosa me tomo de la muñeca y me saco. Nunca regresamos aquí.

Nos sentamos en la mesa del fondo, estábamos frente a frente.

—¿Cuál era tu comida favorita?—pregunta.

—Las hamburguesas de queso eran deliciosas.

Hace una mueca.

—¿Qué ocurre?—pregunte.

—No suelo comer pan.

—¿Eres alérgico o algo así?

Sonríe—No, pero soy deportista.

—¿Entonces te matas de hambre?

—Tampoco, pero me cuido.

—Que aburrido—forme un puchero.

Suspiro, alzó la mano y un mesero se acercó rápidamente hacia nosotros.

—Dos hamburguesas con queso extra—pidió.

El chico inmediatamente tomo la orden y se retiró con agilidad.

—Creí que te cuidabas.

—Solo espero que mi entrenador no se entere—me guiño el ojo.

—Tu secreto está a salvo conmigo—murmure.

La comida llegó rápido, nos devoramos todo, no me equivoque en nada, la comida seguía siendo deliciosa, terminamos pagando la cuenta y salimos de ahí.

—¿Ahora a dónde iremos?

—Tengo entrenamiento... así que lo mejor será volver.

—Claro...

Le entregue las llaves y él condujo de regreso, el camino fue silencioso y ciertamente me sentí tan extraña, sentía que hace minutos la estábamos pasando muy bien, y ahora todo se había vuelto callado.

El tiempo paso rápido, cuando regrese la vista a la carretera fue cuando vi que estábamos llegando a la casa de Cami.

—Gracias por la comida... y por dejarme conducir tu auto.

Una sonrisa adorno sus labios—No fue nada.

—Disfruta tu entrenamiento—abrí la puerta.

Estaba apunto de bajar del auto cuando me tomo del brazo.

—Podemos... podemos... tu y yo...—tartamudeaba.

—¿Podemos?—pregunte.

—Si, ¿podemos repetirlo?

Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora