Capítulo 60

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60

Camille

Lamentablemente no pude arrancarle los pelos a Regina, pero ganas no me faltaron. Estaba apunto de irme contra ella cuando mi querido suegro se atravesó y lo impidió, pues el mismo fue el que le dio la paliza verbal a esta señora.

—Rebecka se irá con nosotros, ya comprobaste que no puedes controlarte, solo le haces daño Regina.

—¡Ya te dije que no tienes derecho!—recalco.

—No lo decidiré yo, ella ya es mayor y puede decidirlo.

—Bien, te aseguro que mi hija decidirá volver a casa conmigo—se cruzo de hombros muy segura de si misma.

Pobre perra...

Cuando llegamos a la habitación de Rebecka ella ya estaba lista para partir, estaba de espaldas viendo la ventana.

—Rebecka...—murmuro Alessandro pero ella solo volteo por encima de su hombro.

—Estoy lista para irme contigo—murmuro con calma.

—¡No Rebecka!, yo soy tu madre, vendrás conmigo—grito Regina en el marco de la puerta.

—No quiero tenerte cerca Regina, ya comprobé que no eres buena para mi.

—¡Soy tu madre!

—¡Y yo tu hija!—se levantó y la enfrentó— tu hija, llevo tu sangre, y aún así has intentado controlarme tantos años, no dejas de intentar meterte en mi cabeza, ya estoy cansada, te quiero lejos.

Ningún golpe que yo le hubiera dado a Regina, le dolió tanto como lo que acababa de decir Rebecka. Era tan dura siempre, pero en ese momento se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Solo desapareció por el pasillo mientras veíamos como Becka se desmoronaba en los brazos de Alessandro.



Rebecka

De pronto las lágrimas dejaron de brotar, sabía que era lo que tenia que hacer a pesar de que doliera tanto, creo que prefería que mi madre estuviera lejos a que me torturara de esta manera.

Me aleje del pecho de Alessandro, donde había estado llorando como veinte minutos.

—Lo siento, llene de moco tu suéter—dije con vergüenza.

Él me sonrió—No importa, se acaba de convertir en mi favorito...

—Y ahora está lleno de mis lágrimas.

—Por eso es mi favorito.

Sonreí—Bien, creo que estoy lista.

—Bien, vamos, mi chofer nos espera.

Casi olvidó que es millonario y cuando no tiene ganas de conducir no lo hace.

Me ofrece su mano y acepto, con la otra intento tomar mi maleta pero se detiene.

—Déjala, mandaré a alguien a que la suba al auto.

Fue extraño dejarla ahí pero Alessandro insistió. Salimos del hospital con mucha seguridad, tanta que me sentí como una famosa, aún más cuando noté que había noticieros y cámaras al cruzar por aquella puerta.

"Alessandro, ¿como te llevas con tu papá?"

""Alessandro ¿el clan Ackerman se está desmoronando?"

"¿Qué opinas del próximo heredero Ackerman?"

"¿Algún día tomarás tu lugar en la empresa de la familia?"

Esa y muchas preguntas más nos abordaban, pero Alessandro las ignoraba todas, aunque ellos insistían tanto, nos empujaban y estuvieron apunto de brincar sobre mi, pero uno de los guardaespaldas me resguardó y ayudó a subir a la camioneta blindada.

Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Where stories live. Discover now