Capítulo 59

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59

Rebecka

Hoy era el día, me iba a ir a casa y eso me alegraba un poco, podría volver a mi rutina diaria y tal vez recordar un poco de mi vida estos últimos meses.

Mi madre había venido muy temprano pero se fue, ahora solo esperaba la visita de mi mejor amiga como cada día, pero al tocar la puerta me lleve una gran impresión.

No era Cami quien venía a visitarme esta vez, era el padre de Alessandro.

Ariel Ackerman.

—Buenos días Rebecka—murmuro.

Era tan extraño, era raro verlo tan cerca, tan imponente, con su traje caro, y su loción, con sus zapatos pulidos y su cabellera negra completamente peinada, el mismo tono que sus hijos.

—Buenos días... señor Ackerman—murmure.

—¿Puedo hablar contigo?

Asentí.

Cerró la puerta detrás de él y se sentó frente a mi cama.

—Me alegra verte recuperada—comentó.

—¿Supo de mi accidente?

—Si, mis hombres de seguridad fueron los que nos avisaron, pues ellos estaban en la carretera cuando sucedió.

Suspire—Debió ser trágico, ni siquiera se el porqué yo estaba conduciendo.

—Luego todos esos recuerdos vendrán a tu cabeza, solo necesitas un poco de ayuda y se que te pueden facilitar las cosas.

—Espero que si, me gustaría saber a qué se refiere.

—Para tu reposo decidí ofrecerle hospedaje a tu familia y a ti en nuestra casa.

¿Iré por primera vez a la mansión Ackerman?

¡No puede ser verdad!

—¿Hospedaje?—pregunté sin creerlo.

—Si, la casa es grande, y tendrás todas las comodidades.

—¿Por qué hace esto señor Ackerman?, no me conoce.

—Solo se que tú haces feliz a mi hijo, desde que te conoció todo ha cambiado en él, solo quiero que lo tomes como un agradecimiento.

—No lo se... no se, debo hablar con mamá y...

—Solo para que sepas, tú mamá está enterada, la decisión queda en ti.

—Debo pensarlo.

—Sin presiones—prometió.

—Gracias por esto, se que también se ha encargado del hospital y honestamente le prometo pagar todo lo que ha invertido en mi salud.

—El hospital me pertenece, no te preocupes por ello.

Wow...

Que gran inversión.

—Buena inversión..—murmure sin darme cuenta.

Eso lo hizo reír.

—Pues gracias.

—Lo pensaré—prometí.

Asintió, se levantó de la silla y acomodó su costosa corbata.

—Estaremos encantados de recibirte si decides hacerlo.

Asentí y lo vi salir de ahí.

Eso fue escalofriante.

Ese tipo me daba miedo, pero ahora me di cuenta que no es tan aterrador como yo creía, es decir, todo es una fachada, o al menos eso opino, aunque toda esta amabilidad puede ser falsa, no dudaría.

Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Where stories live. Discover now