Capítulo 62

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62

Rebecka

Me coloqué el cinturón de seguridad y el auto rugió, respire hondo, apreté mis piernas, mis manos comenzaron a sudar.
El auto siguió en movimiento hasta que se detuvo por completo y la puerta se abrió.

Alessandro me ofrecía su mano para bajar y fue cuando caí en cuenta que estaba regresando a la escuela, después de una semana de reposo, ya era hora de volver.

—¿Estas bien?—pregunto al verme desconcertada.

Asentí con mucha seguridad y tome su mano, me sujete fuerte para que no la soltara, e intente ocultar mis nervios por volver a la escuela.

Cami y Alexis se bajaron de la parte de atrás y entraron a la escuela tomados de la mano, al igual que nosotros, aunque ellos no causaron tanto revuelo como Alessandro y yo.

Pues todo el instituto nos vio entrar, eso hizo que mis nervios aumentaran el doble, no estaba acostumbrada a sentir tantas miradas al mismo tiempo, más bien era de las que están acostumbradas a ser totalmente invisibles en la escuela.

Por eso mismo jamás me molestaba en mi apariencia, en mi cabello o mi rostro, pero esta mañana algo me dijo que me preocupara por mi físico. Me levante un poco antes para secarme el cabello y peinarlo de forma linda. Algo que puso feliz a Alessandro pues no dejaba de tocarlo.

Justo cuando caminábamos en medio de la multitud pude sentir como sus pulgares acariciaban suavemente mi cuello y mi cabello, eso me hacía sentir en paz, me hacía sentir que él estaba ahí y me lo estaba diciendo, tal vez no verbal, pero de forma física me tranquilizaba.

Nos despedimos con un beso en la mejilla y ambos fuimos a nuestras clases correspondientes. Durante clases murmuraban sobre mi, podía escucharlo cada que entraba a un aula nueva, gracias al cielo mi mejor amiga siempre estaba junto a mi.

—Seguro no hablan de ti...—aseguró Cami.

—Se que es de mi, todos hablan de eso, no se que les sorprende.

—Es por que atrapaste a un pez gordo y desde entonces ya estás siendo notada.

—Pero me gustaría ser notada por mi forma de ser, no por quien es mi novio.

—Si, pero así son las personas.

—Apestan—farfulle.

No vi a Alessandro hasta el almuerzo, lo tomamos en el césped, alejados de la multitud y sus secreteos.

—Yo escuche como unos tipos murmuraban que tenías un buen trasero—contó Alessandro.

—¿Y qué les dijiste?

—Que tenía razón, y que se veía más increíble cuando yo lo nalgueaba.

—¡Alessandro!—sonreí y me sonroje.

—Fue broma, les di su merecido.

—Buen chico—bese su mejilla.

—Si necesitas más tiempo respecto a la escuela, puedes tomártelo.

—Lo se, pero ya pasará, solo están conmocionados.

—Demasiado—agregó.

Terminamos de almorzar y vino la última clase, fue realmente eterna, más aún con un grupito de chicas detrás mío, hablaban sin parar.

—¿Pueden cerrar la puta boca?—bramo Cami después de un rato.

De verdad agotaron su paciencia.

La vieron con muy mala cara.

—¿Y si no que?—la reto una de ellas.

—Te la cerraré de un buen puñetazo—respondió mi amiga.

La chica mejor guardo silencio y la clase finalmente termino.

Cuando salimos nuestros chicos ya nos esperaban en la camioneta, ambas subimos y los saludamos a nuestra manera. Cami casi le arranca los labios a Alexis, mientras que yo le di un largo y húmedo beso a Alessandro.

Condujo hacia la mansión Ackerman, pero antes nos detuvimos en una heladería.

Al entrar recordé que era donde trabajaba hace unos meses, como todo cambio de un día a otro, renuncié y conseguí el empleo con los abuelos Ackerman, y todo esto me guió a Alessandro.

Abrí la puerta de la heladería y ahí estaba el, detrás del mostrador sirviendo una gran bola de nieve de chocolate, mi ex jefe.

—Rebecka...—murmuro al verme.

—Lenny...

—El otro día justamente pensé en ti—confesó.

—¿Por qué?

—Te vi en televisión, vi como salías del hospital y cómo subías a una lujosa camioneta con guardaespaldas y todo.

—Tuve un accidente—conté.

—Eso leí, hasta que investigue y descubrí que sales con uno de los Ackerman, ya eres de la realeza.

—No, para nada.

—Ahora eres rica, por eso renunciaste aquel día.

—Aquel día renuncie por tu pésima actitud.

—Rebecka... siempre me encanto tu forma de ser, pero jamás imaginé que eras una interesada.

—¿De qué hablas? 

—¿Cuánto dinero te paga tu novio para follarte?, ofrezco el doble, se que te gusta que te toque.

Tome un pequeño vaso de helado que acaba de servir y se lo lance en la cara.

—Púdrete.

Camine hacia la salida y Alessandro ya estaba ahí apunto de entrar.

—¿Qué ocurrió? ¿Qué te hizo?—pregunto de inmediato.

—¡Sin mi no serías nada Rebecka!—gritó a mis espaldas.

—Vámonos por favor—suplique en un susurro.

Asintió de inmediato y me monte en la camioneta.

—¿Qué ocurrió Rebecka?—pregunto Cami desde el asiento trasero.

—Nada, ya nos vamos.

—Pero falta nuestro helado—murmuro Alexis.

Alessandro entró a la camioneta.

—A la mierda el helado—siseo y arrancó de inmediato.

Mi corazón palpitaba tan rápido, sus palabras me atemorizaban, sonaban en mi mente una y otra vez, me aterraba recordar lo que hice, lo que él hizo. Me recordó esa etapa difícil en mi vida, la cual quería enterrar, quería dejar atrás.

Por eso odiaba a mi madre, detestaba lo que me hizo pasar.

Llegamos a la mansión y corrí hacia mi habitación, no dije nada, solo me encerré y Cami me acompañó. No quería ver a nadie más. Alessandro insistió en entrar pero mi amiga le pidió un momento, aún no estaba del todo lista para enfrente mi cruel realidad.

Él se enteraría.

Yo le tendría que decir.

Pero eso significaba tener que sacar mi valor u decirlo, cara a cara, me hacía temblar de pensarlo.

En estos momentos me desmoronaba y mi mejor amiga estaba ahí para tomar cada una de mis piezas y ponerlas en su lugar.

Era la única que podía hacerlo.



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Xoxo.

Ackerman I: El clan Ackerman (+21)Where stories live. Discover now