Un Falso Salvador Parte 4

1.5K 142 3
                                    

Nos dirigíamos por la ruta, cuándo sentí que el hombre comenzó a recorrerme con su mirada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nos dirigíamos por la ruta, cuándo sentí que el hombre comenzó a recorrerme con su mirada. Estaba desesperada porque llegáramos a nuestro destino. Mi salvador me estaba comenzando a poner nerviosa.

— Tu cabello es muy hermoso — dijo el tipo sonriéndome — y tu piel se ve tan suave.

— ¿Falta mucho para que lleguemos a la ciudad? —le pregunté ansiosa.

— No tanto.

El tipo continuó adulándome.

— Con ese cuerpo y ese rostro me imagino que debe ser difícil para un psicópata no querer robarte. — y sonreía mientras vi que en su rostro se formaban muecas extrañas, como de alguien que esta imaginando cosas que le agradan sobremanera.

Yo solo quería que llegáramos al hospital. Traté de desviar la conversación.

— ¿Usted dónde trabaja señor? — pregunté fingiendo curiosidad.

— Decoro jardines, en el sector donde tú estabas, hay muchas familias adineradas que gastan grandes sumas para que sus jardines se vean perfectos. — respondió y comenzó a frotar su cara en gestos nerviosos.

De pronto el tipo para la camioneta.

— Sé que debes estar asustada, pero te salvé de ese psicópata. ¿Podrías darme un beso? ¿Creo que es un pago pequeño por tu vida no? — se acercó y su mirada no dejaba de recorrer mi cuerpo con ojos que ya no eran de salvador si no de alguien más bien aprovechado.

— Por favor señor, tengo varias heridas que necesitan ser curadas, necesito llegar al hospital... —Le supliqué mientras mi corazón volvió a invadirse de angustia.

— Solo estoy pidiendo un beso, piensa que aquí en el medio de la nada, podría pedir muchas cosas más. — decía el tipo mientras pasaba su mano por mis piernas sin siquiera haber pedido mi permiso. — Qué piel tan tersa, eres una verdadera muñeca.

Sentía frío, dolor, estaba cansada y asustada. Y ahora no tenía idea cómo escapar de este oportunista degenerado.

No había más remedio que bajarme de la camioneta e intentar correr. Pero sabía que el tipo me daría alcance, sin contar que no era posible luchar contra su fuerza. Traté de disuadirlo.

— Realmente tengo muchas heridas, pero después que me curen en el hospital podemos tener una cita. Claro si usted es soltero. — le dije tratando de convencerlo y haciendo un esfuerzo sobrehumano por mostrarle mi mejor cara dada la situación.

El tipo se puso a reír primero negando con su cabeza, luego me miró enojado e intimidante.

— ¿Qué acaso crees que soy estúpido? Una vez que te deje en el hospital, jamás vas a volver a dejar que me acerque. Las muñequitas como tú no se fijan en pobres trabajadores como yo. No creas que puedas engañarme. — sus ojos irradiaban rabia.

— Pero este caso es distinto, usted me ha salvado la vida. — traté de sonar convincente e hice una mueca que intentó ser una sonrisa.

— ¿Entonces qué tanto te cuesta darme un beso?, cómo adelanto, de nuestra cita. — dijo con voz más ansiosa acercándose y presionándome contra la puerta. Hasta que podía sentir su aliento sobre mi cara.

— No me siento bien, creo que por el miedo voy a vomitar. Tengo el estómago revuelto. — respondí con voz temblorosa y entrecortada al no saber que mas inventar para evitar la situación.

— ¡No te creo! — levantó la voz enojada y sentía el peso de su mirada.

Y de improviso jaló mis piernas hacia dónde estaba él, a la vez que solté un grito y se subió sobre mí cuando quedé recostada sobre mi espalda en el asiento. Acercaba su cara para besarme y con lo poco que tenía de fuerza empujaba su rostro para que no me tocase.

Pero era en extremo difícil alejarlo, mis heridas, el peso de su cuerpo y la ventaja que estaba sobre mi estaban por sacar lágrimas de desesperación de mis ojos. Y sin nadie quizás a cuanta distancia que pudiera socorrerme.

En el silencio y la oscuridad solo se escuchaban mis quejidos de aflicción y los de él por las ansias de alcanzar mi boca.

Entre el forcejeo se abrió la guantera, alcancé a ver unas herramientas.

Me di cuenta en ese momento que tenía que lastimarlo para que me soltara y me dejara salir. Se veía demasiado alterado para conformarse solo con un beso. Y en mi estado de completa indefensión no podría hacer nada, si acaso el beso lo entusiasmaba lo suficiente para seguir de largo hasta terminar de dejarme desnuda y abusar de mí. Allí solos, ¿quién podría evitarlo?

Opté por tomar una decisión arriesgada.

Bajé mis manos y el tipo se desconcertó. Traté de calmarme y mirarlo directo a los ojos. Después de respirar profundamente dije, lo mas calmada posible.

— Está bien solo un beso y nos vamos. —con voz todavía con mi respiración agitada por el temor.

El tipo sonrío feliz mordiendo su labio inferior mientras me lanzaba una mirada de deseo. Y con ambas manos toma mi cabello con mucha fuerza, y comienza a besarme. Aumentaba en intensidad tanto el beso como su respiración al punto que no me dejaba respirar.

Sentí tanta impotencia y asco al sentir su lengua dentro de mi boca, mientras que con su rodilla separaba mis piernas. Y en mi último intento desesperado para defenderme. Acerqué mi mano a la guantera y tomé un destornillador que había ahí.

El tipo estaba tan entusiasmado besándome y no se dio cuenta en qué momento levanté el destornillador y sin piedad lo clavé en su cuello.

Su cara de la excitación pasó al terror, me miraba con grandes ojos asombrados mientras tocaba el destornillador clavado en esa parte de su cuerpo. La sangre sale a borbotones, salpicando parte de mi cara y mi pecho.

Entonces abrí la puerta rápidamente y me arrastré hacia fuera de un solo impulso.

Me puse a llorar sin control tirada en el suelo, gritaba de impotencia y asco de verme en semejante situación. De verme bañada en su sangre, el espanto de ver sus ojos enormes con la herramienta clavada en su cuello. Luego me giré y a través de la puerta abierta me di cuenta que en pocos minutos se desangró. Y el mas terrible silencio que le dio fin a esa escena grotesca.

Ahora me había convertido en una asesina. Me paré y no sabía qué hacer, me balanceaba sin darme cuenta sobre mis pies heridos, y agitaba mis manos, histérica, como si esto me ayudara a pensar. Balbuceaba repitiendo "esto no pasó, no es real". Lo repetí sin darme cuenta varias veces, no sé cuántas.

Luego de unos minutos pude calmarme un poco, pero sentía que no podía ir al hospital, que terminaría por acusarme sola de haber dado muerte a un hombre. Y quizás la policía tampoco me creería. De qué forma explicarles que me secuestró un vampiro. Nadie en sus cabales podría creerme algo así. Si acudiera a esos lugares solo me esperaba la cárcel o un manicomio.

Respiré hondo y me armé de valor, ya no había vuelta atrás en la situación.

Saqué el cuerpo del tipo arrastrándolo cómo pude. Y me subí a la camioneta para por fin llegar hasta la ciudad.

No sé cuántos kilómetros habré conducido, pero por fin pude llegar.


(E) 

La propuesta del vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora