Rodeada Por La Muerte Parte 18

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Me senté entonces habló el vampiro

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Me senté entonces habló el vampiro.

— Todos ya conocen a Emily, por qué no se presentan — dijo kilian

Y empezaron todos a presentarse formalmente, no tenía idea si todos eran vampiros o también habría otros humanos. Los observé atentamente a todos.

— Yo soy Brais, alguna vez viví en Galicia— tenía cabello negro muy corto, cejas gruesas de bello perfil y atrayentes ojos grises, y una piel más que morena bronceada, de labios carnosos y mentón firme. No era pálido, quizás él no era vampiro.

— Yo soy Daila — era una joven de cabello rojo profundo y largo, ojos azules y tez blanca. Sus labios pintados de rojo carmesí. Me miró con gestos de seriedad. Podía intuir por su mirada que era una mujer mas bien altanera o despreciativa.

— Mucho gusto yo soy Kaia — era de cabello negro fino y brillante cortado en melena, rostro hermoso y delicado, sus ojos también azules, y de cejas perfectas. Su aspecto era elegante. Encontré un cierto parecido a Kilian. Pero a diferencia de él se veía de carácter amable.

— Qué tal Yo soy Nain — era un joven de aspecto árabe, por lo abundante de su cabello negro sus cejas gruesas, su barba bien cuidada y la intensidad de sus ojos.

— Yo soy Neferet — y cuando la vi me quedé como embobada, era una joven realmente hermosa, de rostro angelical, cabello rubio platinado, ojos grandes de un gris casi blanco, largas pestañas rizadas, nariz pequeña y perfectos y carnosos labios. Nunca había visto una joven así, ni siquiera en las revistas de modelos.

— Yo soy Vikran — parecía el mayor de todos, de aspecto fuerte y musculoso, cabello largo y gris y ojos de un café claro muy brillante, hasta su rostro mostraba fortaleza, como si fuera un antiguo guerrero. Y su voz profunda inspiraba respeto.

— Y yo soy Yannick, alguna vez viví en Francia— tenía cabello negro y fino amarrado en una coleta, su piel blanca y sus facciones finas, se notaba que venían de un lugar como París. Además de sus grandes ojos claros melancólicos. Tenía el aspecto elegante y armonioso de un artista. También los gestos galantes.

— Y yo soy Mitsu — era una joven de aspecto asiático, la típica piel blanca e hidratada de una coreana o japonesa, cabello negro y brillante, ojos negros, y me miraba curiosa. No dio más información acerca de ella, pero se notaban sus modales ceremoniosos que tanto se ven en las culturas orientales, en donde hasta el solo hecho de tomar el té, se convierte en un acto que debe ejecutarse de forma elegante y con toda seriedad.

Todos tenían sus platos vacíos y solo había algo que parecía vino en sus copas.

Me sentaron en el otro extremo de la mesa, frente a kilian.

Una señora trajo mi plato y otro hombre llenó mi copa con vino.

— Salud por nuestra nueva invitada — dijo kilian.

Y yo para no contrariar le seguí la corriente.

Esperaba para comer, pero no veía a nadie que les trajera comida a los demás, entonces kilian me indicó que podía empezar.

Ahí me di cuenta, que nadie más comería, que yo era la única humana en esa mesa. Y me estremecí. Mi instinto me gritaba que saliera corriendo, pero mi cerebro debatía en que aquello era completamente inútil.

Tomé de una sola vez el vino, para darme valor.

Hice lo posible por tratar de calmarme, para que los cubiertos no temblaran en mis manos. Y poder pasar la comida a través del nudo que tenía en la garganta.

No quería pensar, qué tipo de líquido tendrían ellos en sus copas.

Y mientras todos conversaban, kilian no me quitaba la vista de encima, para hacer más difícil la situación.

— No tengas miedo Emily, nadie te tocará mientras yo no lo ordene. Ya te dije que aquí mando yo. — otra vez habló en mi mente.

Estaba en la casa, de un clan completo de vampiros y kilian, mi secuestrador, era el líder.

Mientras comía, miraba a las jóvenes, eran todas hermosas, sobre todo Neferet. No entendía para que me necesitaba a mí.

Y pude comprobar que tampoco estaba solo como decía. Pues este grupo, evidentemente era su familia.

Traté de observarlos a todos, pero sin que se dieran cuenta. La mayoría se veía tan normal, que hubiese podido pasar mil veces a su lado caminando, y jamás hubiese sospechado su verdadera naturaleza.

Lo único que los diferenciaba del resto de los mortales, era que cada uno a su manera, tenía una apariencia física perfecta.

Incluso kilian, debía reconocer, aunque lo detestaba, en el aspecto físico no había la más mínima imperfección en él.

Había escuchado en leyendas que los poderes oscuros que obtenían al transformarse, los dotaban de ese aspecto, un aspecto atrayente, el anzuelo perfecto para capturar a su presa.

(E)

La propuesta del vampiroWhere stories live. Discover now