Emily es una joven que está a punto de suicidarse tirándose desde un puente. Cuando un desconocido se acerca, aparentemente solo para verla morir.
Ella lo ignora y para terminar con su sufrimiento salta a las frías aguas, que poco a poco invaden su...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Nos despertamos con Neferet y Camus y Kilian de nuevo nos observaba dormir.
—¿Pueden dejarnos solos? —le dijo a Neferet y Camus, quienes salieron obedientes de la habitación.
Luego se sentó junto a mí en la cama y me dijo:
—Por favor Emily, sepultemos de una vez el pasado y empecemos de cero. Como si recién nos acabáramos de conocer. —me dio un beso tierno en la mejilla.
Yo no contesté nada.
Quitó las mantas que me cubrían y me llevó cargada hasta su habitación.
Me recostó sobre su cama y se tendió junto a mí.
—Todavía es temprano, podemos quedarnos un poco más antes de levantarnos.
Y se acurrucó al lado mío sin decir nada más.
Me había vuelto a dormir cuando desperté, Kilian ya se había vestido.
—Te tengo un regalo —y sacó del closet un hermoso vestido. — ¿Te gusta?
—Si es bonito.
—Te espero en la sala —me dijo y salió del cuarto.
Cuando bajé se levantó de su silla y me tomó de la mano.
—Vamos a un lugar que sé que te gusta. —dijo Kilian
Nos trasladamos a la cabaña de meditación en donde aprendí mis lecciones con Neferet y Camus.
—Te voy a mostrar mi pasado, parte de lo que fue mi vida humana —dijo Kilian
Y con una mano tomó mi cintura y con otra mi cabeza, y me miró a los ojos con el brillo extraño que me hacía ver y sentir cosas según su voluntad.
Nos trasladamos a otro lugar, a otro tiempo. Era el pasado. Imágenes de un antiguo castillo y volábamos hasta la habitación de un joven, era Kilian, varios años menor y estaba creo que con un amigo.
—Vamos Kilian, dibuja como te imaginas que será de hermosa tu esposa —dijo el joven que lo acompañaba.
Y el joven Kilian sonreía mientras se concentraba sobre la hoja.
No sé cuánto tiempo pasaría, pero cuando terminó de dibujar dio un gran suspiro y mostró a su amigo su dibujo.
Me quedé perpleja al ver no solo lo buen dibujante que era Kilian, si no que el dibujo se parecía mucho a mí.
—La he visto en mis sueños — le dijo a su amigo.
—¡Qué bonita! ¿Y cuándo se van a casar? — dijo su amigo
—¡Primero tenemos que conocernos tonto! — y ambos se reían a carcajadas.
Luego me mostró como iba creciendo y como su padre al parecer siempre ausente, los pocos momentos que llegaba al castillo lo ignoraba.