Huir De Casa Parte 5

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Estaba por amanecer se notaba como las penumbras comenzaban a dar paso a la luz, debía apurarme, para llegar hasta mi casa sin que nadie me viera entrar con una camioneta que no era mía

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Estaba por amanecer se notaba como las penumbras comenzaban a dar paso a la luz, debía apurarme, para llegar hasta mi casa sin que nadie me viera entrar con una camioneta que no era mía. Y, sobre todo, no semidesnuda y toda cubierta de sangre.

Cuando llegué hasta el conjunto de departamentos, para mi suerte en el estacionamiento no había nadie. Como nunca no había jóvenes volviendo de sus fiestas, ni vecinos que salían antes del alba a trabajar. Mi llegada sin ser vista era toda una fortuna dado el resto de la desgracia que viví.

Busqué un paño o lo que fuera para borrar mis huellas. Y encontré una camiseta vieja y sucia. Lo vi en programas de televisión policiacos, pero en realidad no sabia que más hacer, si solo pasar un trapo sería suficiente para quitar mi presencia en ese auto. Que, por la sangre, era mas que obvio que fue la escena de un crimen.

Me apuré lo más que pude en limpiar todo lo que recordaba que tocaron mis manos y corrí hasta mi casa. Subí cautelosa las escaleras y tomé la copia oculta que tenía de una llave de emergencia.

Cuando por fin pude entrar mi cuerpo sucumbió al cansancio, y me derrumbé en mi sillón viejo.

Mi mente no era capaz de procesar todo lo que había pasado. No podía quitar de mi mente las imágenes, la cara de terror del oportunista con el destornillador clavado en su cuello. La cara de aquel monstruo que me secuestró. Ni siquiera sabía si estaba a salvo en mi casa. Ese ser que no era humano me dijo cosas que era imposible saber a menos que lo hubiese visto con sus propios ojos.

Eso quería decir, que ya había estado en mi casa o tenía la facultad de ver lo que pasaba dentro. Entró quizás sin que lo supiera. Y comencé a sentir miedo de que en cualquier momento volviera por aquí.

Quizás cuantas cosas de mi intimidad vio, y por cuanto tiempo me llevaría espiando sin que ni siquiera lo sospechara. Eso quería decir que podía entrar o ver dentro de mi casa en el momento que lo deseara.

Tenía que huir de mi casa, y aunque mis fuerzas ya no daban para más. Me fui hasta el baño para limpiar mis heridas y quitarme la sangre de aquel tipo.

Fue realmente doloroso bañarme. Cómo pude limpié con agua desinfectante en la zona de mi espalda y mi muñeca. No tenía cómo colocarme vendas. Así que opté por una camiseta suave. Sin ropa interior ya que todo contacto me dolía. Hasta mis pies estaban lastimados y caminaba con dolor.

Luego fui hasta mi habitación y saqué una maleta pequeña, guardé rápidamente todo lo indispensable.

Tomé rápido el poco dinero que tenía y salí a toda prisa. Sentía que con cada segundo que estaba ahí, ese ser podría entrar y sorprenderme, para llevarme de nuevo a esa casa que tan caro me costó dejar.

Fui hasta la estación de buses y compré el boleto que me llevara lo más lejos posible con el dinero que tenía.

En el mesón de venta de pasajes la cajera me pregunta:

—¿Qué ciudad señorita? — sonriente

—¿Hasta donde me alcanza con este dinero? — y le entregué lo que tenía

Me dio el boleto y me dirigí rápido al andén de salida, ya que estaba por partir.

Cuando subí el bus, me senté cuidadosamente, y con molestia en el asiento que tenía asignado. Debido a mis heridas.

Saqué de mi cartera unos medicamentos que tenía para la ansiedad y me tomé varios.

Traté de cerrar mis ojos y logré dormir un poco pese a todo.

No tenía idea de cómo seguir adelante sin dinero, sin trabajo y sin casa. Solo esperaba no tener que terminar durmiendo en la calle.

A duras penas pagaba el departamento donde estaba y me dirigí a una ciudad donde ni siquiera tenía trabajo.

Me sentí aliviada al saber que el bus con cada hora que pasaba alargaba más y más la distancia de todo el horror que había vivido. Al menos eso era algo positivo, seguir fuera del alcance de ese ser era lo primordial. Luego vería que hacer para tener un lugar donde dormir y que comer.

Cuando llegamos a nuestro destino aun adolorida bajé como pude y tomé mi maleta.

No conocía la ciudad. Y parada en la estación, no tenía idea hacia dónde debía dirigir mis pasos. Ansiaba tener un lugar para recostarme como nunca.

Pregunté a una persona si había algún tipo de albergue y que me diera las indicaciones. Si las personas que no tenían nada podían dormir y comer ahí, yo cumplía con esos requisitos.

Quedaba a varias cuadras del lugar donde me dejó el bus, pero como pude me dispuse a caminar. Mis pasos no eran rápidos debido a que mis heridas me molestaban en gran manera, fue un sacrificio recorrer esas calles.

El día estaba cálido, llegué toda sudorosa hasta el albergue. En la entrada pedí hablar con la encargada.

En la entrada del lugar decía que era un albergue solo para mujeres. Por lo menos estaría rodeada de mujeres como yo, al menos eso era un descanso para mis nervios. Y me hicieron pasar a la oficina de una asistente social.

— Dime Emily; ¿porque estás aquí en una ciudad donde no conoces a nadie, y no tienes dónde vivir? — pregunta la asistente social, una mujer mayor de gruesos lentes y mirada inquisitiva.

— No me estaba yendo bien en dónde estaba, quiero comenzar de cero aquí, necesito encontrar un trabajo y luego un lugar donde quedarme. Pero mientras tanto, necesito de su ayuda. — le dije tratando de ocultar mi desesperación. Si me negaban quedarme ahí, no sabía que haría.

— ¿Escapas de algo que hiciste Emily? — me preguntó seria mirándome directo a los ojos, atenta a mi reacción.

— No. — contesté segura sin mostrar ninguna emoción. — Puede revisar mis antecedentes policiales.

Creo que al ver mi aparente seguridad le inspiré mas confianza. Cambió sus gestos de interrogatorio y puso una cara más amable.

— Sí ya veo. Está bien. Tienes un mes de plazo para encontrar algún trabajo. Luego de que lo hayas encontrado, puedes quedarte dos meses más hasta encontrar un apartamento. Aquí puedes comer las tres comidas. Se te solicitará un aporte voluntario cuando ya hayas tenido un ingreso, pero no es una obligación. Las reglas sí debes de respetarlas. Aquí no entran ni novios, ni drogas, ni alcohol. ¿Estamos claros?

— Sí señora. — respondí con una sonrisa agradecida y sentí como se alivió mi corazón. Ya tenia una cama donde dormir y comida. Hasta tendría tiempo de encontrar un nuevo trabajo.

Me llevaron hasta el lugar de los casilleros, en dónde podría guardar mis pertenencias. Las camas estaban en un área abierta, no existía intimidad. Pero dada mi situación. Estar rodeada de personas, aunque fueran extrañas me agradaba. Sentía que podría dormir más segura.

Cómo me vieron que llegué toda sudada me dieron una toalla y un kit de ducha y me dijeron que podía asearme. Lo cual le agradecí.

Cuando me metí a la regadera, sentí un poco más de tranquilidad. Tenía la esperanza de que en un lugar distante rodeada de gente extraña podría perderme, alejarme de ese ser que me causaba tanto miedo.

Perderme de su vista para siempre.


(E)

La propuesta del vampiroWhere stories live. Discover now