Un Buen Hombre Parte 9

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Estuve toda esa tarde arreglando los papeles para el pago de los sueldos que se acercaba a fin de mes

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Estuve toda esa tarde arreglando los papeles para el pago de los sueldos que se acercaba a fin de mes. Era bastante papeleo. Así que se me hizo tarde. Llamé al albergue para avisar que llegaría más tarde de lo habitual.

Estaba por salir cuando entró mi jefe.

— ¿Estás muy cansada Emily? — me miraba atento.

— No, estoy bien, avancé mucho hoy, para mañana estaremos listos. — le respondí contenta por mi avance.

— ¿Quieres cenar antes de irte?, todavía tenemos mucha comida, puedes elegir lo que quieras, yo también voy a comer un poco. — dijo él mientras me invitaba a elegir del menú que permanecía intacto.

La verdad tenía hambre, había pasado muchas horas desde el almuerzo, así que acepté su invitación.

Yo elegí un poco de lasaña y él se prepara una ensalada. Nos sentamos en una mesa y me ofreció un poco de vino.

— Gracias Robert, pero no puedo beber. — rechacé su oferta cortesmente.

— ¿Y eso por qué? — preguntó sonriendo.

— No lo sé, no tengo costumbre de beber en el trabajo. — respondí honestamente

— Vamos relájate has trabajado duro todo el día, te mereces un descanso. — insistió

— ok entonces un poco. — por mi hubiese tomado la botella completa para olvidar. Pero no quería arruinar la confianza y el buen trato que me daba mi nuevo jefe.

Mientras comíamos mi jefe Robert me habló de su vida. Estaba en pleno proceso de divorcio debido a que su esposa se enamoró de otra persona. Solo tenían un hijo. Así que estaban poniéndose de acuerdo en cuanto las visitas.

En lo poco que llevaba trabajando, lo miraba como hablaba con los demás y observaba su carácter, no entendía como una mujer podría dejar a un hombre como él. Trabajador y amable, con una larga lista de atributos que sabía no eran fáciles de encontrar en un hombre. Si tan solo mi padre hubiese sido la mitad de lo que era este hombre.

Y estaba segura que yo podría ser feliz con un hombre como Robert. Guapo, trabajador, amable y caballero. Compartiendo navidades con regalos, jugando con niños en un parque, viviendo en una casa bonita. Al parecer algunas personas no aprecian lo que tienen, no saben lo difícil que es encontrarlo y por eso lo desechan tan fácilmente.

Si supieran la realidad que viven tantas mujeres en manos de hombres malévolos creo que verían las cosas de otra manera.

Terminamos de comer y le agradecí la cena. Y me despedí.

Mientras iba en el bus, llevaba la esperanza de que si el tiempo que había pasado era un indicio que no tenían manera de ubicarme. Quizás aquí el monstruo no era tan poderoso como yo pensaba. Y las distancias físicas serían suficientes para escapar de sus garras.

Deseaba con ansias esta vez poder dormir mejor. Hasta había bebido vino. ¿Cómo no iba a poder descansar profundamente?

Pero el trauma me perseguía, a la mañana siguiente ni siquiera recordaba lo que había soñado. Solo tenía ese mal sentimiento. El que sientes cuando tu corazón pasó toda la noche angustiado y asustado por esos sueños que tu cerebro no sabe reconocer que no son realidad. Y te hacen despertar mas cansada en la mañana de lo que te acostaste en la noche.

Yo no sabía de qué forma quitar de mi mente todo aquello, estaba desesperada por dormir bien y olvidar. Creo que por eso uno de los métodos de tortura más efectivo es, privar a un prisionero del sueño. De verdad puedes notar como se desmorona tu capacidad de pensar, el ánimo y las ganas de seguir si este estado de alteración dura mucho tiempo.

Quería aferrarme a lo que fuera por librar mi mente que de día y de noche no tenía paz.

Hasta mi estómago se retorcía, y trataba de respirar profundamente para recobrar la calma. Y luchaba con mi mente para que la paranoia no me invadiera, la posibilidad no solo de ver de nuevo al vampiro. Si no que ahora también la policía me persiguiera. Todo el tiempo estaba pendiente de distraer mi cabeza con lo que sea.

Cuando llegué al trabajo mi jefe Robert no estaba.

Todos estaban extrañados de que ni siquiera había avisado, eso era algo raro en él. Los que lo conocían de años sabían lo responsable que era con su trabajo. Y por lo buen jefe que era, todo el mundo se preocupó por él. Incluso yo.

Hasta me hacia falta verlo con su buen humor para darle un tono diferente a mi día.

Algunos hasta temían que hubiera sufrido algún accidente, sobre todo los que trabajaban con el por varios años. Decían que nunca faltaba al trabajo o llegaba tarde, jamás una mala cara o excusas de faltar incluso por enfermedad.

Lo que sea que lo hubiese retenido de ir a trabajar definitivamente debía ser algo serio.

Lo único que esperaba yo es que estuviera bien, en este trabajo, con él como nuestro jefe veía esperanzas de tener una segunda oportunidad en mi vida. Y me había acoplado muy bien al equipo y sus órdenes. 

(E)

La propuesta del vampiroTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon