Emily es una joven que está a punto de suicidarse tirándose desde un puente. Cuando un desconocido se acerca, aparentemente solo para verla morir.
Ella lo ignora y para terminar con su sufrimiento salta a las frías aguas, que poco a poco invaden su...
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De pronto le hechicera se acerca a Neferet.
— Jovencita puedo sentir tu pena, pero si durante el ritual ves o escuchas a ese ser querido que perdiste sepas que no es él. No debes hacer caso a nada de lo que te diga, desde ahora solo importará lo que diga yo, ¿me entiendes? — dijo Ágata
— Sí señora — dijo Neferet
Entonces La Hechicera llevó al grupo a un lugar apartado en el campo cerca de la medianoche. Sacó de una bolsa de tela unos polvos que a la vista parecían blancos, y trazó sobre el suelo un pentagrama. Que tras unos segundos desapareció ante los ojos de todos.
— Ahora necesito que todos se pongan fuera de este círculo, deben estar todos, en todo momento sosteniendo sus manos y con los ojos cerrados. En cuanto yo les diga comenzarán a pensar en Emily, todo lo que recuerden acerca de ella, deben evocar su recuerdo y su presencia con toda su concentración y la fuerza de su mente. Les reitero, solo me escucharán a mí, solo harán caso de lo que yo diga. No se dejen engañar por estos espíritus, son útiles para entregar información, pero siempre tratarán de engañar e invadir si es posible si ustedes se lo permiten. Ahora póngase todos en posición. — dijo ágata
Todos incluso kilian, formaron un círculo fuera del pentagrama que había dibujado La Hechicera, tomaron sus manos y cerraron sus ojos. Y esperaron las instrucciones. La Hechicera se puso en el centro del pentagrama y comenzó a invocar los antiguos espíritus.
Diciendo en voz alta y solemne.
Veteres spiritus qui terram in saecula frequentant.
Intende in adiutorium nostrum, et oblationem nostram suscipe.
In virtute quatuor elementorum invoco vos.
Aqua, ignis, terra, aer.
Humiliter accipimus.
Sine timore eos consulemus.
En cuanto terminó de hablar podía sentirse como bajó la temperatura. No era un frio cualquiera, era como ese que se siente cuando se está en un cementerio, era un hielo de muerte.
Y los que estaban en el circulo tomados de las manos y con los ojos cerrados, podían percibir que algo rondaba atrás de ellos, sentían escalofríos en sus espaldas. Y la certeza de que los observaban.
De a poco se escuchaban sonidos lastimeros, eran esas almas que andaban errantes por el mundo sin poder descansar. Y por lo mismo veían y sabían cosas. Sus atormentadas almas no podían hacer nada más que observar y saber mucho.
De pronto se escuchó la voz claramente de uno de ellos, era una voz añeja, lejana, solo por su sonido no inspiraba confianza. Era un sonido que ocultaba todo tipo de sentimientos negativos, seguramente por no poder descansar en paz por siglos.
—¿Qué quieres saber hechicera? — dijo esa voz
— Información de una joven secuestrada. — dijo Ágata
