En la Cueva de la Bestia(continuación) Parte 31

958 96 3
                                    

El desconocido volvió a caminar alrededor mío observándome fijamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El desconocido volvió a caminar alrededor mío observándome fijamente. No entendía que era lo que buscaba.

Luego se paró en frente de mí.

— Para ser una joven frágil tienes muchas agallas, me debes dos heridas — y apuntó a las cicatrices de su abdomen, su rostro estaba más que serio.

Comprobé con horror, que ese desconocido, era la bestia que lastimé en mi intento de huir. Mi situación al parecer iba de mal en peor.

— Lo siento, tenía mucho miedo. — le confesé en el tono más sumiso posible, tratando de aplacar su ira.

—Ese desgraciado mató a mi hermano. Me debe mucho. Me quedaré contigo, realmente se va a enojar cuando sepa que ahora eres mi juguete. Siempre fue un idiota posesivo. — y sonrió maliciosamente. Al parecer le importaba más vengarse de Kilian que las heridas que le provoqué.

Sentí que se me debilitaban las piernas cuando escuché su plan.

Si, en principio tuve miedo de Kilian cuando lo conocí, pero por lo menos nunca se mostró tan salvaje conmigo como este hombre.

Ahora mi situación era inmensamente peor.

—Pero primero te vas a sacar ese maldito olor de ese infeliz — y me levantó en sus brazos hasta el baño y me dejó caer en una tina.

Tomó una esponja con jabón y trató de pasarla por mi cuerpo el mismo. Lo detuve.

—Yo puedo hacerlo... — exclamé.

Soltó la esponja, pero no se salía del baño. Miraba atentamente como me limpiaba y parecía gustarle. Ya que por el rabillo del ojo lo vi sonreír y sus ojos se volvieron más dorados aún.

—Tengo que secarme —le dije cuando terminé y me pasó una toalla. —¿puedo tener un poco de privacidad por favor? —le pregunté a la bestia

—No

Cuando terminé de secarme me pasó un vestido blanco de tela muy fina. Se transparentaba.

—Necesito ropa interior — le pedí

—Con eso está bien — dijo cortante.

Me llevó del brazo hasta una mesa que tenía cerca de una cocina. Y me puso un plato con comida.

También me sirvió un vaso grande de vino.

Mientras el devoraba una carne término medio. Aun con su aspecto humano se podían ver sus modales salvajes. Al parecer tenía la misma edad de Kilian, pero eran seres completamente opuestos.

En ese momento me di cuenta que me había acostumbrado a Kilian. Prefería estar con él, aunque fuera en esa celda.

Comí a la fuerza pensando si Kilian y su gente seguirían con vida. Por lo menos Kilian si, ya que esta bestia todavía quería vengarse de él. Pero el resto.

Cuando terminó la cena se levantó y dijo

—Vamos a la cama —me di cuenta que pretendía dormir junto conmigo. Tenía que pensar en algo para evitar que me tocara.

Nuevamente me arrastró del brazo y al entrar al dormitorio me arrojó sobre la cama.

Se quitó el pantalón y sus zapatos. Y comenzó a acercarse a mí.

—Quítate el vestido. — me ordenó

—Voy a dormir con él, hace un poco de frío.

—Vamos a jugar un poco antes de dormir. ¡Obedece! —dijo enojado

—No te conviene tocarme — le advertí

Me quedó mirando molesto.

—¿Por qué no? ¿Qué me va a pasar si lo hago? —me miró con sospecha

—Te vas a enfermar y vas a morir. — le dije segura

—No te creo — respondió firme.

—Kilian iba a alimentarse de mi porque ellos saben cuándo un humano está pronto a morir. De todas formas, voy a morir pronto. Pero si él se alimentaba de mí, moriría sin dolor. El me lo prometió. — me esforcé por sonar convincente en mi relato.

—¡Mientes! ¡Si estuvieras enferma él no te hubiese tocado! —la bestia estaba perdiendo la paciencia y hasta su respiración era de molestia.

—Él es un muerto viviente, a él no le afecta. Pero a ti sí. —insistí tratando de ocultar mi miedo.

—¿Y qué enfermedad es esa? —frunció el ceño mirando de medio lado.

—Se llama Argiria, se produce por la exposición prolongada a procesos donde se trabaja con plata. Como trabajé desde niña ayudando a hacer joyas, respirar por años estos tóxicos me dañó varios órganos y por ende mi sangre. Los humanos no han encontrado una cura, por eso voy a morir. —recordaba esta enfermedad por una historia que vi en televisión

—Estas tratando de engañarme. — apretaba su mandíbula.

—Que conste que te avisé. Estoy contaminada con el metal que te hace daño. — dije sin inmutarme, como quien advierte de un hecho que esta seguro va a pasar.

La bestia se quedó mirando entre enojado y decepcionado. No sabía si creerme. Pero al parecer no quería arriesgarse.

—¿Y solo tú te enfermaste en ese lugar? — hurgaba en mis ojos mientras me cuestionaba.

—No también se enfermó mi tío. — traté de mostrar un rostro con nostalgia.

—¿Y ese hombre está vivo? — quedó expectante.

—No, murió horriblemente. Por eso prefería que Kilian se alimentase de mí. Para morir más rápido. — dije en el tono mas triste que pude responder.

La bestia me miraba dudando. Creo que mi relato sonaba convincente.

Luego al parecer se resignó y se recostó desnudo al lado mío, yo me cubrí con unas mantas. Rogando que mi relato perdurara en su cabeza.

Casi no pude dormir con el miedo de tener al lado mío a un ser capaz de transformarse en ese monstruo de garras enormes y dientes capaces de despedazarlo todo.

Pero en mi agotamiento en un momento me quedé dormida y no me di cuenta.


(E)

La propuesta del vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora