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Llegué al Penthouse de Christopher casi dos horas después, hice que se detuvieran a comprar comida porque en serio me moría de hambre. Antes había pasado a ver a mamá. Cuando me vio me abrazó con demasiada fuerza y dijo lo mucho que me había extrañado.

Me quedé solo unos minutos con ella, le dije que la vendría a ver seguido porque necesitaba comer sus platillos. Necesitaba comida de mamá.

Un hombre llevó mis maletas y me acompañó hasta el ascensor. Cuando las puertas se abrieron entré al lugar, una mujer se me acercó con una sonrisa.

—Señorita Morgan, el señor llamó para que le preparáramos una habitación, ya está lista. —me dijo cuando llegó frente a mí.

—Bien, gracias... —la miré con duda esperando a que me dijera su nombre.

—Miranda.

—Gracias Miranda. —sonreí— ¿Cuál es la habitación?

Ella me guió hasta el segundo piso a una de las habitaciones. Entré y sonreí, todo estaba hermoso y como me gustaba.

Enzo examinó todo el lugar antes de correr hasta la cama y saltar sobre ella para luego acostarse tranquilo. Dejaron mis maletas en una esquina, yo me fui a recostar cuando Miranda se despidió diciendo que prepararía algo para más tarde.

La habitación que estaría usando por unos días me hacía recordar la que tenía en la mansión cuando era adolescente. Y no sé si Chris la mandó a arreglar de ese modo a propósito o porque sigue viéndome como si tuviera dieciocho.

Él siempre ha sido así, viéndome como si todavía fuera una niña. Nunca me ha molestado eso, ni de su parte ni de parte de papá. No me da pena reconocer que soy una mimada y caprichosa, así me han criado.

Sonreí cuando un recuerdo llegó a mi cabeza de cuando tenía cinco años.

Iba corriendo por los pasillos de la mansión buscando a mi padre. Debía enseñarle un nuevo vestido que quería y que iba a usar en la fiesta de fin de año.

Abrí la puerta de su estudio y lo encontré de pie hablando por celular. Me acerqué a él y jalé de su pantalón para que me hiciera caso.

—Sólo haz tu trabajo y no me jodas. —lanzó el celular en el escritorio y me volteó a ver— ¿Qué sucede, princesa?

—Dijiste una mala palabra, eso no se dice. —me crucé de brazos— Es feo.

—Y por eso no debes repetirla. —me tomó haciéndome reír— ¿Qué pasa?

—Quiero este vestido, —se lo mostré— El rojo, para Año Nuevo.

—Creí que ya lo habías comprado. —levantó una ceja y yo sonreír mostrando mis dientes, aunque me faltaba uno que se había caído hace unos días.

—Sip, pero ya no lo quiero, ahora quiero este. —se lo volví a mostrar— Y lo quiero con mucho, mucho brillo, quiero verme muy bonita, aunque siempre me veo bonita. —le dije— ¿Me lo vas a comprar, verdad?

Y por supuesto que lo tuve, junto con un collar que papá me había comprado para ese día.

Suspiré antes de acomodarme bien en la cama y abrazar las esponjosas almohadas, decidí dormir por unas cuantas horas, el viaje había sido bastante largo y cansado. Yo lo sentí así.

El ladrido de Enzo me despertó.

Froté mis ojos para poder despertar y me senté en la cama, tomé mi celular para ver la hora, dándome cuenta que dormí casi tres.

Cheryl Morgan |Fanfic Pecados Placenteros|Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora