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—¿Crees que esto es una buena idea? —le pregunté a Ryan— Yo no lo creo.

—Es lo mejor, te dije que tenía contactos que nos pueden ayudar.

Suspiré pasando mis manos por el rostro.

—Sólo ten cuidado, ¿sí? —pedí dándole un abrazo— Si te ocurre algo juro que te revivo y te mato yo misma.

—Estaré bien. —dejó un beso en mi mejilla— Cuídate y cuida al diablillo.

Era de noche, buena hora para salir sin ser visto. Ryan quería estar seguro que en cualquier circunstancia Rosella y yo estemos bien, pero eso quiere hacer tratos con varios sujetos que desprecian a Ian Martini.
Con eso, también espera acabar con él.

Esto no me convence, tengo miedo de que algo malo le ocurra, y no puedo perderlo a él.

Vi como se subía a una moto y partía. Cerré los ojos pidiendo que no ocurriera algo malo. Subí al segundo piso de la mansión dirigiéndome a la habitación de Rosella para asegurarme que estuviera dormida.

Se encontraba abrazando su perro de peluche tranquila.

Recogí los dibujos que estaban encima de su escritorio desorganizados, acomodando cada uno en una esquina, excepto el que no estaba terminado, ese lo dejé en el centro para que lo continúe mañana.

Christopher había llamado hace un rato diciendo que mañana al mediodía estarían aquí. No me dijo nada más y preferí no preguntar.

Me senté a un lado de mi hija acariciando suavemente su mejilla sin despertarla.

—Algún día estarás fuera de todo peligro, florecita. —susurré— Aunque tenga que morir, tendrás una vida normal lejos de las personas que te pueden hacer daño.

Le di un beso en la frente antes de salir hacia mi habitación. Me bañé, enrollada en una toalla salí para cepillar mi cabello y ponerme algo para dormir.

Durante la noche sentí movimientos a mi lado, abrí un poco los ojos para ver como Rosella se acostaba pegada a mí con su peluche. Sonreí y la abracé.

—¡Tía Cheryl!

Abrí los ojos, esta vez no en la noche, sino ya en la mañana, y no por un movimiento, sino por mucho movimiento de mi cama. Rosella reía junto con Milenka, ambas brincando en la cama.

—Niñas. —me senté frotando los ojos y bostezando— Se pueden caer, dejen de brincar.

Ayudé a Owen a subir a la cama y lo senté a mi lado. Veía a su hermana y prima con la ceja elevada.

—¿Qué hora es? —tomé mi celular. Ya era casi medio día. Dormí demasiado— ¿Cuándo llegaron?

—Hace rato, tía. —Milenka dio un último salto quedando sentada en la cama— El cabezota no vino con nosotros.

La miré confundida. ¿En dónde estaba Christopher?

—¿Y no te dijo por qué, cariño?

—No.

Ella y Ro salieron corriendo diciendo que irán a jugar. Le dije a Rosella que se fuera a cambiar antes de salir.

Owen me esperó sentado en la cama mientras me iba a lavar los dientes, el rostro y me cambiaba. Al estar lista recogí mi cabello y lo tomé en brazos dándole besos en la mejilla.

—¿Te divertiste, príncipe? —pregunté— ¿En dónde estaban?

—Vi a mamá. —murmuró.

Nos sentamos en la mesa de la cocina esperando que Cayetana me sirviera algo de comer, se ofreció al ver que al fin me había levantado.

Cheryl Morgan |Fanfic Pecados Placenteros|Where stories live. Discover now