XV

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La camiseta con el dorsal número 9 volvía a estar presente en mi outfit.

Los chicos jugaban hoy contra Japón y la verdad es que yo estaba un poco asustada.

A veces cuando no teníamos nada que hacer, bajábamos todos a la sala que había en el hotel y veíamos los partidos de las demás selecciones.

Habíamos visto el último que había jugado Japón y la verdad es que no se les daba mal.
Aunque estaba claro que nosotros íbamos a ser mejores. O eso esperaba.

Sira y yo íbamos individualmente de nuevo, porque los chicos se iban todos juntos al estadio.

Enseñamos nuestros pases VIP y nos sentamos en las gradas. Yo no podía parar de mover la pierna, nerviosa, mientras Sira me observaba y me hacía parar con su mano.

Lo vimos calentando desde lejos y les hice algunas fotos.

Unas chicas nos pidieron amablemente que si podíamos hacernos unas fotos con ellas y por supuesto, no pudimos decir que no.

Creo que no me estaba asustando tanto al tener que hacerme fotos con las fans de mi chico. Aunque estaba claro que no era algo que me apasionara, hubiera preferido mantenerme en el anonimato por mucho tiempo más.

El partido había empezado y yo estaba que me subía por las paredes. Hasta que en el minuto 11, Morata marcaba el primer tanto haciendo que medio estadio incluidas Sira y yo, saltáramos de alegría.

Todo iba bien, con un gol a nuestro favor,  hasta que en el minuto 48 Japón marcó su primer tanto y 3 minutos más tarde, el segundo.

El partido acabó con un mal resultado para nosotros y los chicos se fueron hacia el túnel de vestuarios con caras largas y cabizbajos.

Esta vez, Sira y yo decidimos esperarles en el coche.

Cuando llegaron se montaron y se abrocharon el cinturón.
El trayecto hacia el hotel fue muy silencioso. Demasiado.

Miré a Gavi, no había dicho nada desde que había entrado y yo estaba que me estaba dando algo. Me sentía tan mal por él, y por todos en general. Lo estaban dando todo en el campo, pero los esfuerzos no estaban dando sus frutos.

Todos nos fuimos a nuestras habitaciones y tras cerrar la puerta detrás de mí, vi a Gavi meterse en el baño y cerrar detrás de él.

Pensé que era mejor no molestarle, así que le dejé estar solo, ya cuando se sintiera mejor, que me hablara si lo necesitaba. No necesitaba más presión de la que ya tenía.

Cuando salió del baño yo ya estaba con el pijama puesto y viendo la tele.

Sin decir nada, se tumbó a mi lado y me abrazó escondiendo la cara en mi cuello.

– Gavi, no pasa nada ¿vale?– dije acariciándole la nuca y la espalda para reconfortarle.

No dijo nada, pero de repente empecé a escuchar unos llantos y su cuerpo empezó a subir y bajar.

Lo abracé más fuerte y le dejé llorar, que se desahogara todo lo que necesitase.

Él siguió llorando abrazado a mí y yo estuve ahí, consolándole, hasta que el sueño nos venció y ambos nos quedamos dormidos.

Nos despertamos cuando ya era de noche. Gavi seguía abrazado a mí en la misma postura en la que estaba hace unas horas.

Su móvil empezó a sonar y lo agarré para ponerlo en silencio. El móvil brillaba con el nombre de su madre en la pantalla y decidí cogérselo.

– ¿Pablo? Ay dios, mi niño. ¿Qué tal estás cariño mío? No pasa nada, el próximo partido lo haréis mejor, ya verás.

Yo carraspée y sentí un poco de vergüenza, pero ya que se lo había cogido, decidí responderle.

– ¿Aurora?

– Uy, ¿hola? ¿Quién eres y porque tienes el teléfono de mi hijo?

– Soy Leah. Encantada. Soy la... novia de su hijo.

– ¡La novia de mi pequeño! ¿Has oído eso Pablo? Tu hijo tiene novia, dime, dime hija. ¿Donde está mi pequeño?

– Ha llamado y justo estaba dormido ¿quiere que le despierte?

– No no hija. Déjale dormir. Dile que he llamado ¿vale? Encantada de conocerte guapísima, espero que te traiga un día a Sevilla a comer con nosotros. Muchos besos.

– Igualmente y se lo diré, gracias y muchos besos para todos.

Su madre colgó y de repente escuché una risa bajita.

– ¿Gavi?– dije mirándole.

Él levantó la cabeza riéndose y me miró.

– Ya has conocido a la suegra.

– Es un amor, como se nota que no te pareces a ella.– dije picándole.

– Que graciosa.– dijo acariciando mis brazos.– Sabes que soy un encanto.

– Por supuesto que sí. Tengo hambre.– dije cambiando de tema.– ¿Quieres que bajemos a cenar o prefieres que nos suban la cena?

– La segunda opción me tienta más, así puedo comer sin tener que separarme de ti.– dijo subiendo un poco mi camiseta de pijama.

– ¿Cómo estás? ¿Estás mejor?– dije quitándole el pelo de la cara.

– Me siento impotente. Creo que podría haberlo hecho muchísimo mejor.

– Cielo, no podéis controlar estas cosas, pero de una cosa estoy segura, lo habéis dado todo en este partido y en todos. No os desaniméis ¿vale? Además, os quedan más partidos que ganar, más mundiales... esto no es una vez y ya.

– Gracias por estar aquí conmigo Leah. El otro día sentí que te había perdido y se me vino el mundo encima.– dijo y me miró.

No supe que responder a eso. Podría haberme metido con él diciéndole que era un blando y que se había enamorado fácilmente, pero sé que yo estaba en la misma situación, así que me contuve.

Al final hicimos lo que habíamos pensado y pedimos que nos subieran algo de comer a la habitación.

Cuando la comida llegó, nos sentamos encima de la cama a cenar cuando a Gavi se le ocurrió la brillante idea de hacerle videollamada a su madre.

La imagen de su madre apareció en la pantalla y miró a su hijo con una sonrisa de oreja a oreja.

– Hola mamá.– dijo llevándose algo de lechuga a la boca.

– Hola cariño. Muy bien, comiendo sano, así me gusta, eso es gracias a tu novia. Por cierto ¿por qué no nos la enseñas a mí y a tu padre?

Yo empecé a negar porque la verdad es que llevaba unas pintas como para que me conociera ahora, pero Gavi no me hizo mucho caso cuando giró el móvil y me enfocó en la pantalla.

– Que guapa es hijo. Es muy muy guapa. Preciosa. ¿Has visto a tu nuera Pablo?

– Enhorabuena hijo, es una chica muy guapa.– dijo su padre entrando en escena.

– ¿Os gusta? Pues ya sabéis quien va a ser mi futura esposa y la madre de mis 3 hijos.– me miró guiñándome el ojo.

A mi me entró la tos y me di un par de golpecitos en el pecho y bebí agua después.

– Hijo, no me la asustes eh, anda, terminad de cenar y salid a dar un paseo. Tened cuidado, comed bien y encantada de conocerte preciosa.Te quiero hijo mío.– dijo su madre y después colgó.

Yo miré a Gavi y le sonreí. Sin duda era clavado a sus padres y a su hermana.

Y aunque no se lo diría nunca directamente para no subirle el ego, él era mi favorito de la familia.

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Estoy deseando tener vacaciones y poder subir al menos 2 capitulos seguidos. Espero que os esté gustando la historia y espero no ser la única que está enamorada de este niño.

Bisous <3 💋

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon