LII

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Al final los chicos habían conseguido que fuera a la playa, aunque el resultado no había acabado especialmente bien.

Me había quemado y eso solo significaba una cosa.

– ¡Ah! ¡Ah! ¡Dios! Despacio Gavi, por favor.

– No puedo hacerlo más despacio Leah.

Sus manos esparcían la crema en mi espalda y aunque lo estaba haciendo lento dolía como el infierno.

Luna nos ladraba desde los pies de la cama, me estiré un poco y la subí con nosotros.

Mientras Gavi masajeaba mi espalda, Luna lamía toda mi cara.

Yo no sabía si reír o llorar.

Gavi bajó sus manos hasta mis piernas y empezó a esparcir la crema allí.

Cerré los ojos un poco más aliviada de que mi espalda ya no estuviera siendo maltratada.

Luna se acercó a Gavi y le ladró.

– Oye, no me ladres eh, que antes que tuya es mía, asquerosa.– dijo mirando a Luna.

La perra no paraba de ladrar.

Gavi gruñó y alejó las manos de mi cuerpo y los ladridos cesaron.

– Esta bola de pelo sabe demasiado, ya no la quiero.– Dijo Gavi mirando a la perra con cara de asco.

Yo reí.

Estos últimos días habían estado peleando por quien tenía más amor para darme.

Lo más gracioso había sido ver a Gavi picarse con un perro.

– Luna. Es MI novia ¿vale? MI novia. Tú fuiste adoptada por mí, tendrías que quererme más a mí.

Gavi se había tumbado en la cama a mi lado y con la perra en brazos.

Yo no podía parar de reírme con estas discusiones.

Luna le ladraba y Gavi le soplaba en la cara, lo que hacía que esta ladrara el doble.

El timbre sonó y Gavi dejó a Luna en el suelo y fue a la puerta a abrir.

Escuché voces en el piso de abajo y me puse una camiseta de Gavi para poder bajar.

Cuando llegué Ansu estaba bailoteando en medio del salón este me vio y se acercó a mí para abrazarme hacerme bailar con él.

Pero apretó un poco el agarre en mi espalda y yo chillé de dolor.

Entonces vi a Gavi llegar hasta donde nosotros y apartar a Ansu y después agarrar mi cara.

– Siéntate en el sofá y no te muevas.

Y ahí que iba. Parecía una mandada.

Pedri se sentó a mi lado y puso uno de sus brazos sobre mis hombros con cuidado.

– ¿Puedo contarte algo?

– Sabes que sí Pedri.

– Vale, va a sonar raro o algo, y tampoco lo tengo muy... claro.

– Suelta Pepi.

– Estoy conociendo a una chica.

Lo miré abriendo los ojos y lo abracé.

– Eso es genial Pepi.

Pedri se rascaba la cabeza y sus mejillas se pusieron rojas.

– ¿Cómo se llama?

– Sus amigos le llaman Nara, aunque su nombre entero es Ainara.

Fui a abrir la boca pero me miró fijamente.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now