LVIII

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⚠️ Contenido Explícito

Motivada. Así me sentía. Y no era la única que lo sabía, una persona situada debajo de mí también lo sabía y se le veía la mar de contento.

Empecé a pensar ideas y entonces me vino algo a la mente.

Hace tiempo Sira y yo nos habíamos disfrazado de policías y sabía que podía venirme genial ahora mismo.

"Sira, te quiero"

Abrí mi armario sacando unas esposas y acercándome con ellas hasta un Gavi que me miraba expectante.

No se lo esperaba.

Me acerqué y lo miré sonriendo.

– Señor Páez Gavira, queda usted detenido, tiene derecho a un abogado y a permanecer en silencio, todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra.– dije poniéndole las esposas y atándolo al cabecero.

Iba a divertirme mucho con esto.

– Oficial Gómez ¿está usted abusando de su poder?– dijo sonriendo y mirando cada movimiento que daba.

– Por favor señor Páez, le sorprendería como puedo abusar de mi poder.– dije acercándome.

– ¿Ah sí?– soltó sin dejar de sonreír.

Asentí. Estaba muy contento, iba a hacerle sufrir un poco.

Así que bajé sus pantalones de pijama junto con su bóxer negro y lo miré mientras acercaba mi cara a su intimidad.

Sus ojos estaban dilatados y sabía lo que significaba eso.

Agarré un vibrador que me había regalado hace mucho y me senté en frente suya, sin apartar la mirada.

Y entonces dejé caer lo que me quedaba de ropa, abrí un poco mis piernas e introduje el vibrador en mi interior encendiéndolo y empezando a gemir por la velocidad.

Había cerrado los ojos para no verle, pero le sentía mover las manos intentando soltarse.

– Nena... eso no es justo ¿sabes?

Mordí mi labio aumentando la velocidad del juguete de mi interior.

Y le escuché gruñir.

– Leah... suéltame...

Negué inconscientemente mientras me concentraba en los estímulos en mi palpitante y mojado centro.

Entonces supe que ya no le hacía gracia la situación, porque empezó a moverse y en consecuencia, movía el cabecero.

Abrí los ojos y le vi mirarme.

Casi me corro allí mismo.

Pero yo todavía no había terminado.

Así que me senté encima, alejada un poco de su intimidad y volví a meter mi juguete en mi intimidad para empezar a moverme encima.

Dejó caer la cabeza hasta mi cuello y mordió con fuerza y gruñendo.

Aumenté la velocidad y entonces apoyé una de mis manos en su nuca para moverme sobre el juguete y cerrar los ojos.

Llevó su boca hacia mis pezones y mordió, lo que me hizo gritar.

Lo siguiente no me lo esperé, pero la verdad es que no me disgustó.

Escupió en mis pechos y me miró.

– Leah... como consiga liberar las manos voy a follarte todo el día.

Le ignoré y seguí moviéndome.

Hasta que clavé suavemente las uñas en su espalda y entonces tiró de las esposas con fuerza, rompiéndolas a la mitad.

Y entonces las tornas cambiaron.

Me tumbó quedando encima de mí y devoró mi boca como un jodido animal salvaje.

Bajó las manos hasta mi culo y apretó, haciéndome gritar.

Bajó hasta mis muslos, sacó el juguete y escupió para después introducir su lengua allí.

Dios... Mío... Amén.

Llevé mis manos hasta los rizos de su pelo y tiré dejándome la voz allí.

Sus habilidosos dedos estimulaban mi clítoris y su lengua seguía haciendo todo el trabajo.

Pero cortó y me quejé por la falta de contacto.

Me puso de pie a los pies de la cama, me giró dejándome de espaldas a él, levantó una de mis piernas estirándola y haciendo que me abriese para después hundirse en mí con facilidad.

Esto era de lo más raro.

Sus embestidas me tenían agotada por la fuerza que tenía que hacer para no caerme.

Una de sus manos agarraba mi pierna abierta en spagat de pie y seguía martilleando en mi interior.

Se escuchaban nuestras voces al unísono.

Hasta que empezó a incentivarme para que me corriese, y eso hice.

Llegué al clímax junto a él y en el mismo momento en el que soltó mi pierna me tiré boca abajo en la cama.

Él me imitó y se dejó caer a mi lado, para llevar una de sus manos a mi espalda y acariciarla con mimo.

Lo miré.

Sonreía mucho.

Me encantaba verle post-sexo, porque entonces le entraba la vena tontorrona.

– Princesa... – me abrazó pegándome a él.– ¿Te haces una idea de lo preciosa que eres?

– Eso es porque tú me ves con buenos ojos cariño.– contesté riendo mientras acariciaba su cara.

– Pues menuda vista

Reí y le vi bajar la mano hasta mi pierna y acariciarla después.

– Te quiero.– soltó con la sonrisa tonta.

– Te quiero Gavi.– sonreí y pegué mis labios a los suyos.

No solíamos decirnos "te quiero" con mucha frecuencia, pero creo que no necesitábamos decírnoslo ya que nos lo demostrábamos todos y cada uno de los días que pasábamos juntos.

Tras esos momentos de descanso, me cogió como a un saco de patatas y me llevó a la ducha no sin antes darme un golpe en el culo.

Después de la ducha matutina nos fuimos a prepararnos unas tortitas.

Aunque antes de prepararlas tuvimos que limpiar un pequeño estropicio gracias a la guerra de harina que habíamos montado.

Mientras terminaba con las tortitas, Luna hizo acto de presencia y Gavi se tiró al suelo para poder jugar con ella.

Me quedé mirándoles embobada.

Gavi reía como un niño pequeño mientras Luna le lamía toda la cara y le ladraba a la vez que movía la colita.

Y entonces pensé en que todas las circunstancias, decisiones tanto buenas como malas, me habían llevado a este momento.

A tenerle en mi vida.

Y supe que era muy afortunada desde el primer día.

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Vengo a decir que estos dos viven en mi mente a todas horas, y que lloro brillitos por lo bonitos (y hots) que son.

Yo no sé vosotras, pero pienso en Gavi jugando con una bolita de pelo y me entran ganas de llorar de la ternura.

Nos vemos en el siguiente capitulooo y gracias por leer otro día más. Mucho amooor <3

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now