XXXIII

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Asco. Dolor. Ganas de morirme.

Ese era el cúmulo de sentimientos que estaban en mi cabeza ahora mismo.

Mi querido período había venido como regalo de semana.

Era la primera vez que me bajaba estando con Gavi y no sé como iba a reaccionar a mi humor.

Maldecí en voz baja y me quedé mirando una esquina embobada.

Cuando mi cuerpo despertó, me puse ropa cómoda y me senté en el sofá, el móvil estaba sin batería y me estiré en el sofá intentando conectarlo en la alargadera que había 2 metros más para allá.

No la alcanzaba así que me puse a chillar y despotricar, insultando a la pobre e inocente alargadera.

En eso escuché la puerta cerrarse.

- He escuchado chillos... ¿Hay algún desconocido en casa?- dijo Gavi dejando la chaqueta en el perchero y acercándose.

- No llego a enchufar el puto cargador en la mierda de la alargadera. Me cago en la puta.

Gavi abrió la boca en forma de O. Creo que no me había escuchado decir tantos tacos juntos en la vida.

- Cariño... Si he hecho algo... Pido perdón.- dijo acercándose con cuidado.

- No. No has hecho nada. Solo me ha bajado el período y no llego...- dije intentando conectar el cargador.– ¡AL PUTO ENCHUFE!

Me rendí y me puse a llorar.

Gavi me miró en shock y se acercó a mí.

- Cariño. No pasa nada. Trae.- me cogió el cargador, lo enchufó y conectó el móvil. Listo.

Sonreí.

"Madre mía... Debe de pensar que tengo un trastorno o que estoy loca"

Gavi me sonrió y me dio un beso en la frente.

- Voy a saltarme la dieta hoy. Pidamos un Glovo. ¿Se te antoja algo?

"Acababa de invocar al demonio"

El Glovo llegó con pizza para él y sushi, pizza y helado para mí.

Me encantó que no me juzgó en ningún momento por querer comer demasiado.

- Me voy a poner gorda. Joder.

- Aún así, vas a estar preciosa siempre.

Lo miré y empecé a llorar.

"Otra vez..."

Se acercó a mí y me abrazó metiendo una de sus manos en mi pelo y acariciando mi cabeza suavemente.

Yo cerré los ojos y respiré profundamente.

Que me tratara así me hacía sentir segura siempre.

- ¿Mejor?- dijo separándose un poco y mirándome.

Asentí y lo miré embobada.

- Me das asco.

- Gracias.

- Es la verdad, eres guapísimo, a todas horas. ¿Qué se siente saber que te vas a levantar todas las mañanas y vas a seguir siendo así de puto guapo? Explícamelo porque no creo que lo entienda jamás.

Él solo soltó una risa bajita y me acarició las mejillas sin dejar de mirarme.

- Que curioso. Me estaba haciendo la misma pregunta contigo.- me acarició los pómulos.

Lo miré mal.

- Estoy horrenda, de verdad te lo digo.

- Pues no pienso lo mismo cariño.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWo Geschichten leben. Entdecke jetzt